Opinión
Ver día anteriorViernes 18 de junio de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Penultimátum

Piratería, problema global

S

egún las cifras que manejan quienes padecen los efectos de la piratería o la combaten, la mitad de las prendas que se venden en el país son piratas; lo son también nueve de cada 10 discos de música, ocho de cada 10 películas, seis de cada 10 programas de cómputo. La importación, elaboración local, distribución y venta de tales artículos es un negocio manejado por grupos poderosos, con ligas dentro de las corporaciones encargadas de combatir los delitos o de vigilar que a México no entre ni se venda mercancía de contrabando.

Pese a las medidas internacionales aprobadas para combatir la piratería y el comercio de productos falsificados, son actividades en franco crecimiento y que movilizan mundialmente cerca de 500 mil millones de dólares al año. Según la Interpol y organizaciones policiales afines esto equivale a entre 5 y 7 por ciento del monto total del comercio internacional.

Para la Interpol es hoy un problema global que no está restringido a un área particular sino que cada vez más es un próspero negocio que controla el crimen organizado y traspasa fronteras debido a la falta de una estrategia conjunta de los gobiernos y empresarios y a la corrupción de las instancias oficiales. Y de manera muy especial, a la carencia de empleo en los países donde tal actividad ocupa a miles de jóvenes rechazados por el mercado laboral. En otros casos, destacadamente los de China y Rusia, la elaboración y exportación de artículos piratas es una rama económica floreciente apenas tocada levemente por las autoridades cuando lo falsificado pertenece a empresas internacionales poderosas. Precisamente algunas tienen al gigante asiático como su principal maquilador y no desean una competencia desleal. Combatirla debidamente en ambos países crearía más desempleo.

En el otro extremo de la mesa está el hecho de que la piratería evita que los gobiernos recauden impuestos y alienten la creación de empleos formales. Según cifras oficiales, Brasil deja de recaudar cada año más de 15 mil millones de dólares y de crear 1.5 millones de empleos formales por la venta de artículos piratas. Se desconocen los datos para México que, junto con el gigante sudamericano, es de los mercados más prósperos para esos productos. En ambos países, el control de la piratería está a cargo de gangs muy violentos, que controlan otras ramas del crimen: cobrar protección, secuestrar o distribuir droga. Los zetas, por ejemplo.

Se aplaude que ahora la piratería en México se persiga de oficio. Mas existe el fundado temor de que, como suele ocurrir, el peso de la ley caiga sobre la parte más débil de la cadena: los vendedores callejeros. Y sea otra forma de extorsión policial y judicial cuando la creación de empleos quedó apenas en promesa gubernamental.