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Los festejos, a reflexión

La OFCM realiza el estreno mundial de Laberinto de espejos, obra para el bicentenario

México todavía tiene muchas heridas que curar, asegura Eduardo Angulo

El compositor plasma la inercia negativa, los sueños de libertad y la esperanza

Me pidieron una pieza para la celebración y tuve que ver al arte como medio para expresar mi posición crítica

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Eduardo Angulo en la sala Ollin Yoliztli, durante la entrevista con La JornadaFoto Cristina Rodríguez
 
Periódico La Jornada
Viernes 17 de septiembre de 2010, p. 5

La del compositor Eduardo Angulo no se distingue por ser una música que aborde problemas sociales o exprese una posición crítica de la realidad. Ello se debe a su convicción de que el arte está por encima de todo.

Sin embargo, en su más reciente obra, el poema sinfónico Laberinto de espejos, que este fin de semana tendrá su estreno mundial a cargo de la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México (OFCM), el autor asume que fue inevitable salirse de esos parámetros, ante la terrible realidad que prevalece en el país.

Así, el creador plasma en esa pieza su pesar por la inercia negativa en la que considera se encuentra México, una realidad en la que todo se reduce a sueños y desencantos, si bien en la parte final deja abierto un atisbo de esperanza, de redención.

Debido a que la obra le fue comisionada por el Gobierno del Distrito Federal para conmemorar el bicentenario de la Independencia nacional, el músico aclara que su propósito no fue amolarles la fiesta.

Precisa: Jamás busqué eso, por el contrario. Creo que incluso sí hay que celebrar, pero sobre todo conmemorar, reflexionar sobre lo que somos y nos ha ocurrido como país. Son 200 años y es nuestra obligación como mexicanos reflexionar sobre lo que ha pasado, pasa y queremos que pase.

En entrevista previa al estreno de Laberinto de espejos –la cual compartirá programa con El chueco, de Miguel Bernal Jiménez; Cañón huasteco, de Paulino Paredes; y Balada del velado y la luna, de Carlos Jiménez Mabarak–, Eduardo Angulo enfatiza lo inusitado que es esta pieza dentro de su producción.

Generalmente utilizo mi música como una evasión de la realidad, porque a veces es tan tremenda que lo que uno busca es no darle la cara. No veo al arte como un medio para expresar mi posición crítica de lo que vivo, destaca.

En tiempos de Mozart o de Beethoven había también severos problemas económicos, revueltas, guerras y grandes tragedias, y eso no está reflejado en su música. El arte está por encima de todo eso.

Sin embargo, agrega, en esta ocasión me pidieron una obra para el bicentenario y me hubiera sentido ridículamente mal si no escribía esto, porque es realmente lo que siento.

El autor aclara que para la escritura de este poema sinfónico no se dejó guiar sólo por el desasosiego que prevalece en él ante la realidad del país, sino que consultó cuál era el sentir de otras personas, y fue aplastante la conclusión de que no estamos en condiciones de celebrar, que es una vergüenza. No creo que sea tanto; lo veo más como una oportunidad de reflexionar.

Vivir de milagro

Respecto de las características de Laberinto de espejos, Eduardo Angulo manifiesta que se trata de una obra dividida en tres movimientos, con una duración total de entre 35 y 40 minutos.

“La primera parte se titula Inerte; es un título muy duro, pero es como siento a México, que le pasa todo, que hay intentos, algunos buenos, otros pésimos, pero finalmente no pasa nada, y vuelve a caer en la inercia. Creo que ése es el problema más grande que tenemos en el país. Es una música oscura, densa, que empieza en la nada y termina en la nada.”

El segundo movimiento se titula Sueños de libertad y está basado en un poema de Ulises Aguirre, quien es violinista de la OFCM: También es un poema muy duro, porque son sueños de libertad, justicia e igualdad, pero finalmente se queda sólo en eso, en sueños. Igual que el anterior, es un movimiento muy triste; en él interviene un tenor, como solista.

El tercer movimiento es de tono más festivo, incluso se trata de un huapango, y toma su nombre de un refrán mexicano: El remedio, el trapito y amárrale aquí tantito.

Es como siento que vivimos los mexicanos, de milagro. Incluso en estas situaciones tan dramáticas que están pasándonos, increíblemente el país sigue de pie. Los mexicanos tenemos el don maravilloso de reírnos de nosotros mismos; si nos reímos de la muerte, podemos reírnos de todo. Ésa es una gran capacidad de México, y en ella radica nuestra fuerza como país.

Para Eduardo Angulo no todo es oscuridad en estos 200 años de historia como nación independiente, pues si uno observa en retrospectiva, hay también muchas cosas positivas.

Claro, todavía hay muchas heridas que curar. México es un país muy herido; ya no es tan alegre como era hasta hace 30 años. Lo digo con todo el dolor de mi corazón, concluye.

Como es habitual, los conciertos de la OFCM tendrán lugar el sábado a las 18 y el domingo a las 12:30 horas, en la sala Silvestre Revueltas del Centro Cultural Ollin Yoliztli (Periférico Sur 5141, colonia Isidro Fabela).