Opinión
Ver día anteriorJueves 21 de octubre de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
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La compañía Teatro en el Blanco
H

a sido un acierto de Nina Serratos, la coordinadora del Sistema de Teatros de la Secretaría de Cultura, aprovechar la estancia en la ciudad de México de la compañía chilena Teatro en el Blanco para programar dos funciones para cada una de las dos obras de su repertorio –alguna ya había tenido un fugaz y poco difundido paso en uno de nuestros escenarios– antes de su asistencia al Festival Cervantino, por lo que se pudo apreciar no sólo la excelencia del grupo, sino algunas de las constantes que su autor y director Guillermo Calderón le imprime. Por un lado está el declarado deseo de ofrecer obras que partan de una historia íntima en un contexto externo de violencia y sangre para dar lugar a una reflexión acerca del momento actual, a lo que se puede añadir el humor, en parlamentos y situaciones, que contrasta con escenas dolorosas. Esto en cuanto a la temática, pero también existen constantes en la escenificación hecha con un mínimo de medios, los juegos de luz y el entrecruce de diálogos, a veces en enunciación muy rápida cuando se trata de las actrices, que se superponen unos a otros.

Neva transcurre en un teatro de San Petersburgo hasta donde ha llegado la gran actriz Olga Knniper del Teatro de artes de Moscú para dar una función de El jardín de los cerezos de su difunto marido Antón Chejov. Es el día del llamado Domingo sangriento, el 2 de diciembre de 1905, antecedente de la revolución bolchevique, cuando una pacífica manifestación de obreros comandada por el Pope Gapón fue brutalmente reprimida y los más de mil cadáveres arrojados al río Neva. En el escenario, marcado por un solo sillón y con un reflector en el suelo que mueven los actores y da diferentes juegos de luz y de sombra, sólo están Olga, Masha y Aleko porque los otros actores no llegan al ensayo y cabe suponer que algo les ha ocurrido en medio de la matanza. Se suceden momentos de comedia, como es la representación de la muerte de Chejov para ayudar a la diva a recordar y así pueda actuar, mezclados con reflexiones acerca del arte de actuar, pero es posiblemente la esperanza de Masha en un mundo mejor, que contrasta con el escepticismo de los otros dos, el verdadero tema de la obra que la acerca al momento presente. Las actuaciones de Ingrid Issense, Trinidad González y Jorge Eduardo Becker son notables.

Diciembre es mucho más clara en su intencionalidad. Drama de ficción histórica, presenta una supuesta guerra de Chile contra Perú y la llegada del hermano soldado para la cena navideña con sus dos hermanas, ambas representantes de los dos polos en que se ha divido la sociedad chilena –la de la obra y la de la realidad. El autoritarismo pinochetista que permea todavía a gran parte de los chilenos, mientras otros procuran entender y convivir con sus vecinos se hace presente en el trazo de las hermanas, más otros dos personajes que las actrices Mariana Muñoz Griffith y Trinidad González doblan. Para el autor, en 2014 Bolivia ya no existe, los mapuches han formado poblaciones autónomas y la perversidad de la guerra subsiste como un eco del dolor que causó la dictadura. Una hermana urde un plan para que el soldado se evada y se refugie en Argentina, la otra lo urge a que cumpla con su deber hacia la patria y el hermano, incorporado con la misma eficacia que muestran las otras dos actrices, por Jorge Eduardo Becker, duda entre su necesidad de paz y la llamada a regresar a la lucha por un afán que ignoran las hermanas.

Es muy bueno poder contrastar los dos textos y sus escenificaciones y cómo un autor de un éxito en varios ámbitos, como es Neva no se repite en absoluto con su siguiente obra, aunque como director tenga las constantes señaladas pero con un trazo diferente. Mientras en la primera gran parte de la acción se ubica a ras del suelo, Diciembre transcurre en una mesa familiar con los actores sentados en unas u otras sillas lo que da la cercanía o lejanía ofrecida también en los parlamentos y las actrices, en un momento dado, se desplazan y hacen mutis y el actor dice su patético parlamento final de pie en el centro. La fuente de luz esta vez son los focos de colores colocados como arreglos navideños y también aquí, como en Neva, los oscuros totales fraccionan el discurso escénico.