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El emblemático espacio, ejemplo de arquitectura art decó, es transformado en plaza comercial

Tirar el Teresa es elitista, es arrojar a la marginación al sector popular

Su extinción ratifica el abandono del Estado en política de diversión para los más desprotegidos: Jorge Legorreta

El cine porno debe existir en cualquier ciudad que se precie de ser cosmopolita: David Ramón

Este entretenimiento debe regresar a la canasta básica, dice Óscar Menéndez

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La demolición interna comenzó en el primer semestre de 2010Foto tomada de Enciclopedia de Arquitectura Plazola
 
Periódico La Jornada
Martes 15 de febrero de 2011, p. a10

El cine Teresa, ubicado en Eje Central Lázaro Cárdenas 109, catedral del cine porno en la ciudad de México, se quedó a dos años de cumplir siete décadas de historia.

En el primer semestre de 2010 comenzó su demolición interna, y en estos días, detrás de las cortinas de la entrada, selladas incluso con soldadura, se escuchan golpes de mazo y pico de trabajadores que construyen los locales de lo que será un centro comercial con área para salas de cine. Según comerciantes ambulantes de la zona, se prevé que la apertura del nuevo espacio se realice este 2011.

Inaugurado en 1942, el cine Teresa debe su nombre a una dama de estrecha relación con el propietario original. Su arquitectura art decó le dio fama mundial y su fachada con el letrero volado le dio una personalidad que trascendió fronteras, y que los nuevos dueños han prometido respetar para su conservación. Pero el glamur interior, con su Venus, de Canova, escalinata con pasamanos de cristal, elegantes plafones y otras esculturas, que le daban un ambiente de magia, y sus más de sus 3 mil butacas, ya no serán parte del entretenimiento ciudadano.

Diversión popular, en el abandono

En 1994 empezaron las proyecciones de películas porno, lo cual cambió la vocación de exhibidor de cintas clásicas estadunidenses, como fue desde la primera cinta con la que se abrieron las funciones, El hijo de la furia, protagonizada por Tyrone Power.

Fue diseñado por el arquitecto Francisco J. Serrano (1900-1982) y está incluido en la relación del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) de inmuebles de valor artístico, aunque no es considerado monumento histórico. La desaparición del cine Teresa deja atrás un México en el que el cine era entretenimiento popular.

Entre los comerciantes de la zona se comenta que ya era un lugar sólo para cine porno, donde se reunían parejas de homosexuales, sexoservidores y sexoservidoras, donde la práctica más común era el llamado francés, variante de la felatio, que cundía al apagarse las luces y comenzar la proyección. La entrada, otrora todo lujo, con su taquilla al centro y dos laterales, hoy está en deterioro progresivo. Su piso refleja el descuido, el abandono. Sus paredes están pintarrajeadas, polvosas, opacas. Su marquesina, que abarca hasta mitad de la acera, ya está perpetuamente apagada.

Para algunos especialistas, el cine Teresa, dado su valor arquitectónico, debería seguir siendo cine. Su extinción, afirma el arquitecto Jorge Legorreta, deja de manifiesto el abandono del Estado en política de entretenimiento para los sectores económicamente más desprotegidos, y cambia la vocación de los edificios que dan identidad al Centro Histórico. Esto homogeneiza el panorama urbano al construirse edificios cuyo diseño es idéntico en todas partes del mundo, como las plazas comerciales.

Para David Ramón, uno de los organizadores del Festival de Cine Gay, el cine Teresa cumplía una función de iniciación sexual para muchos jóvenes. El cine porno, agregó, debe existir en toda ciudad que se precie de ser cosmopolita. Para Óscar Menéndez, cineasta, la desaparición de las grandes salas cinematográficas y el predominio de los consorcios aleja al cine de las grandes masas, quienes ya no lo pueden incluir en la canasta básica.

Todos coinciden en que el Estado y las instancias responsables, como el INBA, deberían mantener los grandes cines en pro de una política de entretenimiento para los sectores populares. Pero está ocurriendo todo lo contrario.

Así, la desaparición del cine Teresa es más que un simple cambio de propietario, mucho más que la simple demolición de paredes y, aún más, tiene que ver con procesos de marginación y elitismo.

A continuación, algunas opiniones sobre la desaparición del cine Teresa y su transformación en un centro comercial.

Jorge Legorreta: “El cine Teresa es uno de los últimos vestigios de las grandes salas de cine que tuvieron auge con la llamada época de oro del cine mexicano, a mediados del siglo XX; se están extinguiendo por un triple proceso de transformación urbanística. Por la globalización, los centros históricos, y el cine Teresa es parte de uno de ellos, tienen modificaciones funcionales en sus espacios, por el cambio que genera la privatización; lo que antes era popular se vuelve cada vez más elitista, y el acceso es para los sectores de mayor poder adquisitivo, en tanto se margina lo popular y su gusto, en este caso, por el cine.

“La segunda transformación es de carácter físico, que consiste en que la rentabilidad de los grandes espacios no corresponde con las nuevas visiones del urbanismo; por tanto, empiezan a destruirse espacios grandes, que son sustituidos. Este cambio físico provocará una transformación social, aunque el Teresa no será afectado en ese sentido, porque se mantendrá la fachada. Al tener intenciones de remodelación, los centros históricos se modifican, como recientemente el Monumento a la Revolución, y como se prevé que ocurra en La Merced. Todo ocasionará la expulsión de los sectores populares que antes tenían acceso a algunos espacios. Esto es lo que le pasará al cine Teresa, pero ese proceso seguirá. Aunque el Teresa tenga en una parte una función de cine, ya no recibirá a los sectores populares, los cuales serán expulsados a zonas cada vez más marginales.

Deslinde del gobierno

“El cine Teresa será sustituido por alguna de las cadenas monopólicas, que tienden a disminuir la política de entretenimiento que a mediados del siglo XX tuvo a su cargo el Estado. Estamos observando un retiro de las funciones del Estado, que debería  proteger el entretenimiento de carácter popular. El cine Teresa también cumplía una función importante para un sector de la población al proyectar películas eróticas.

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El cine Teresa se inauguró en 1942; su arquitectura le dio fama mundial y el letrero volado una personalidad que trascendió fronterasFoto María Luisa Severiano

“La gente de los sectores medios altos van a esos nuevos lugares porque no está acostumbrada a sentarse en sitios con capacidad para más de 3 mil butacas. Se han hecho espacios más pequeños con lo que fueron los grandes cines, algunos de ellos con arquitectura art decó, como el cine Hipódromo, que hoy se conoce como Edificio Ermita. Actualmente, se hacen salas mucho más cómodas, pero más caras. No hay que olvidar que el Gobierno del Distrito Federal en un momento adquirió cines, como el Latino. Hay cines que siguen siendo de su propiedad, pero no los remodelan o modernizan, porque no les interesa. Como espectador, cabe la pregunta de por qué no se ha restaurado el cine Latino, o el Mariscala. Un caso de excepción fue el cine Francisco Villa, que adquirió funciones diferentes a las de cine, pero finalmente recreativas, sobre todo para jóvenes de origen popular. Eso dio lugar al Circo Volador.

“Aunque se respete la fachada art decó del cine Teresa, se deben defender las funciones tradicionales de ese espacio. Las instancias legislativas deben debatir sobre este tema y dar soluciones. Desafortunadamente, en los pasados 20 años los grandes espacios de cines fueron destinados para ciertas élites. Esta marginación ha propiciado que los sectores populares vean ahora más televisión y consuman películas piratas. La institución responsable de preservar este patrimonio arquitectónico es el INBA, que debe proteger dichos espacios, estén o no en la lista del patrimonio nacional. No es responsabilidad del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), porque es responsable de los edificios construidos hasta 1900. El INBA tiene un departamento de arquitectura, dirigido hoy por el maestro Ramón Vargas, quien debería tener una opinión sobre lo que pasa con el cine Teresa. Si no se cuida el patrimonio histórico, la ciudad perderá valor inmobiliario, porque plazas comerciales abundan.”

David Ramón: “Recuerdo con mucha emoción las funciones de segunda corrida en cines como el Teresa, porque ahí asistían los sectores de menos recursos a ver dos o tres películas, entre ellas clásicas. El cine Teresa, como difusor de películas porno, tenía funciones valiosas, como la iniciación sexual de muchos jóvenes. Incluso había prostitutas para dicha iniciación. Claro, era un ambiente muy fuerte, pero en una sociedad como la nuestra debe haber cines porno, porque no debe olvidarse que hay infinidad de ejercicios sexuales. Eso desaparecerá en aras de lo llaman progreso.

“Esa función la compartía el Teresa con otros cines, como el Río, que se transformó; en ambos se daban cita personas para encuentros furtivos. Esa función sexual la cumplía el cine Caretas, de Madrid. Van a desaparecer no por cuestiones morales, sino comerciales.

La alternativa es con más frecuencia comprar videos porno para verlos en la casa, en privado. No obstante, hay que salvar lo que queda, como el cine Ópera. Julián Hernández, en una de sus películas, también hace un homenaje al cine Teresa por medio de unas tomas donde se aprecia la fachada.

El Roble, el Royal, el Alameda...

Óscar Menéndez: “Con la desaparición del Teresa estamos contemplando la devastación de la cultura de México, no es sólo el problema de este cine. Yo vivo en Morelos, y tenemos una de las últimas grandes salas del país, me refiero al cine Morelos, pero se escuchan rumores de que lo van a convertir en tres salas, lo cual hará que se pierda su pantalla grande. Si nos pasa eso será igual que perder el cine Teresa. Esto es una cuestión cultural; o sea, el cine se debe ver en pantalla grande; antes teníamos el cine Roble, el Internacional y tantos otros, pero el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes y el INBA no hacen absolutamente nada.

“Si era cine, el Teresa debe conservarse como cine. Yo llegué a ir al Teresa, allá desde los años 60, cuando también fui al Alameda y otros, porque tenían estrenos muy buenos. Mi generación iba por lo menos tres veces a la semana al cine. El cine estaba en la canasta básica, para acabar pronto, y las familias asistían. En mi caso, que vivía en la Roma, iba con mi familia al Balmori, al Royal, al Roma… En fin, teníamos un circuito de cines en todas las colonias. Eso ya se perdió en México.

En el Teresa se proyectaba cine porno por necesidades económicas, pero ese tipo de películas también tiene su público, y es respetable. Es una modalidad cinematográfica que hay que respetar. Lo penoso es que se estén destruyendo las grandes salas de cine. Esta demolición es una parte de la destrucción de la cultura nacional. Los grandes cines eran grandes catedrales de la cinematografía. Insisto: el cine debe regresar a la canasta básica, porque, ¿quién puede pagar 400 o 500 pesos si van cuatro miembros de una familia? En mis tiempos el cine era el espectáculo familiar más accesible en la ciudad de México.