Opinión
Ver día anteriorLunes 23 de mayo de 2011Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Consumo llevado al extremo
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ace justo 40 años un grupo de estudiantes de arqueología de la Universidad de Arizona decidió aplicar a un contexto moderno los mismos métodos empleados en el estudio de los restos prehistóricos. Lo que encontró interesó tanto a su profesor, el doctor William Rathje, que él mismo realizó poco después varias investigaciones preliminares utilizando tal metodología hasta montar en 1973 un rudimentario laboratorio para analizar la basura de la ciudad de Tucson. Para ello contó con el apoyo de las autoridades locales y los estudiantes.

En los años siguientes analizó el contenido de la basura de los hogares de esa ciudad, mostrando cómo desperdiciaban lo mismo comida en buen estado que una enorme cantidad de recursos fruto de una sociedad de consumo llevada al extremo.

Los estudios del Proyecto Basura, como se le denomina desde entonces, señalaron también las diferencias entre lo que las personas dicen en las encuestas sobre sus hábitos de consumo y lo que aparece en la basura que tira. Niegan, por ejemplo, beber cerveza y licores, pero en las bolsas de basura aparece una gran porción de latas y botellas de esos productos.

El éxito del proyecto llevó a estudiar también los desechos de las ciudades de Milwaukee, Sidney y, a partir de 1978, la de México.

Lo que se encontró en la capital de nuestro país reveló, por ejemplo, el enorme grado de desperdicio de alimentos (alrededor de 10 por ciento de toda la comida que se compraba en los más de mil hogares seleccionados para el análisis), además de la creciente tendencia de los estratos altos y medios a copiar los patrones de consumo y desperdicio que corresponden a una sociedad industrial, mientras las desigualdades económicas, la pobreza, eran evidentes entre decenas de millones de habitantes. El peor de los mundos.

Los hallazgos del primer estudio y los siguientes han mostrado hasta qué punto la influencia del vecino del norte ha permeado los hábitos de consumo de la población de la capital del país y de otras ciudades. Pero además, y por análisis especiales, la cantidad de contaminantes que entran en los hogares mediante cientos de productos que se tiran después a la basura sin cuidado alguno y afectan al medio ambiente y la salud.

Un enfoque emparentado con el Proyecto Basura y el mundo del desperdicio que crea la sociedad moderna lo ofrece desde hace algunos años Annie Leonard (Seattle, 1964), egresada de las universidades Cornell y Columbia en planificación urbana y regional, quien ha orientado sus trabajos al desarrollo sostenible y el logro de una sociedad menos desigual. Participante en diversos esfuerzos encaminados a lograr los objetivos anteriores, su nombre fue conocido especialmente en Estados Unidos gracias a un exitoso video, The story of stuff (La historia de las cosas), que luego convirtió en el libro que con el mismo nombre en buena hora acaba de editar el Fondo de Cultura Económica en su colección Tezontle. Y digo en buena hora porque Annie Leonard nos lleva en forma amena, pero crítica y sin concesiones, a través de la economía del desperdicio que distingue a la sociedad más depredadora de recursos naturales, la estadunidense, a la forma en que la gran potencia tira lo mismo comida que papel, plástico, vidrio, madera. En fin, de los miles de productos que llenan los supermercados, las tiendas que venden desde la más sofisticada computadora hasta el celular de última generación.

Igual que en el Proyecto Basura de la Universidad de Arizona y el Centro de Ecodesarrollo en México, la doctora Leonard sigue el camino que recorren los desechos urbanos, industriales y agropecuarios hasta el relleno sanitario y los problemas que crean al apilarse en montañas difíciles de poner a buen resguardo a fin de que no contaminen y afecten la salud pública. Sin faltar los desechos que van a dar a los ríos o el mar. En fin, La historia de las cosas es un llamado al cambio, a tratar a la naturaleza en forma racional si queremos evitar desajustes ambientales, sociales y económicos mayores de los que hoy existen en México y Estados Unidos, hermanados en el uso irracional de recursos.