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Tumbando Caña

El Festival Internacional de la Salsa en Boca del Río, éxito de asistencia

A

pesar de las cancelaciones de último momento, de tener un programa con tan sólo tres nombres de abolengo salsero, de los contratiempos de horario en su desarrollo y la ausencia de agrupaciones locales, el Festival Internacional la Salsa en Boca del Río resultó ser todo un éxito en asistencia, seguridad y proyección del municipio, aseguró el edil Salvador Manzur.

Con incontenible sonrisa, Manzur aseguró que se rebasaron todas las expectativas: Asistieron más de 400 mil personas y se logró proyectar a Boca del Río, demostrando que cuenta con todos los elementos necesarios para la realización de grandes espectáculos.

Del jueves 19 al domingo 22 de mayo Boca del Río no tuvo otro tiempo que el de la salsa. Prácticamente todo giró en torno a la actividad musical bailable más grande del mundo y aunque la oferta se antojó flojona, hubo momentos descollantes.

Ante la ausencia de La Charanga Habanera, que por razones de visado no pudo asistir, el programa inaugural quedó a cargo de Óscar D’León, Jerry Rivera y El Gran Combo de Puerto Rico.

El responsable de abrir fuego y prender el entusiasmo colectivo fue el venezolano D’León, quien tras saludar efusivamente al público asistente, el cual se estimó en 100 mil,  desplegó un rosario de éxitos en hora y media de tralla sonera/salsera. A sus casi 70 años, el maestro es dinamita pura, capaz de incendiar todo escenario que pisa. Tal vez su show se parezca al de años anteriores, pero da tanto gusto verlo, después de tres infartos, con esa energía desbordante, que uno siempre le acepta aunque haya escuchado hasta la saciedad Llorarás, Hechicera, Anabacoa o Sientate ahí.

Tras la prescindible actuación del cara de niño, Jerry Rivera (quien estuvo acompañado por la agrupación mexicana La Típica), vino lo que sería el punto más alto del festival: El Gran Combo de Puerto Rico, agrupación que sigue siendo ejemplo de compromiso y sabrosura, con el sabor de antaño, la técnica de afinque, presencia escénica y, sobre todo, ese gusto exquisito por hacer la música que disfruta el bailador, maneras que lo mantienen por todo lo alto desde hace más de medio siglo.

Comenzó con Sin salsa no hay paraíso, de su grabación más reciente, para luego continuar con las clásicas de su repertorio, del que la sola interpretación de Falsaria y Timbalero hizo que valiera la pena soportar las incomodidades del espacio y las horas de espera.

En el momento del Combo la avenida Vicente Fox ya estaba convertida en un enorme espacio danzario, donde no había cuerpo que no se agitara. El gentío, reunido desde las tres de la tarde, era ejemplo de resistencia y fervor salsero.

Salsa-balada y sinfónica

En su segunda noche La salsa en Boca del Río sufrió una severa baja de carácter; de no ser por Willie Colón, quien trajo grandes momentos musicales, aquello se hubiera convertido en un encuentro de baladistas: Luis Enrique, Tito Nieves y Rey Ruiz fueron los encargados de hacer notar los falsos valores de la salsa-balada, movimiento comercial de las discográficas apoyado en efebos carilindos con falta de cadencia y estilo, que cubrió prácticamente la década de los 80.

Bien, pues esta trilogía de baladistas salseros hizo las delicias de sus fieles seguidores,  en su mayoría jóvenes, que los recibieron como verdaderos héroes y a grito pelón corearon todas sus canciones. Cada cantante, en su estilo (que parece ser el mismo), imantó a la chiquillería que loca de contento agitaba el cuerperío en el atestado salsódromo boqueño.

Foto
En el salsódromo de Boca del RíoFoto Diego Bravo

Tuvo que intervenir El Malo con todos sus generales para regresar las buenas maneras de la salsa clásica, de la que Willie Colón es uno de los máximos exponentes. El genio versátil e inquieto del músico lo ha llevado a experimentar con todos los géneros posibles. Fue el primero en incluir violines en los arreglos salsosos y ese momento lo recuperó con una sección de cuerdas, dirigida por el maestro Rolando Morejón, con lo que dio un toque camarístico a temas como Oh que será, Gitana y Periódico de ayer.

El maratón musical continuó el sábado con un programa de luminarias sin luz: Willie Chirino, Niche, Eddie Santiago y Adolescente Orquesta.

De Willie Chirino ya sabemos su proclividad a hacer música facilona con letras insustanciales. Su actuación resultó particularmente larga, sobre todo por su falta de punch en el escenario.

Por su parte, el Grupo Niche hizo notar la baja musical que padece: cero propuestas, ninguna proyección escénica y un agotamiento de recursos que lo hacen ver como una caricatura de lo que fue. Eddie Santiago arrasó con su chorrito de voz, su actitud de ganso mal herido y canciones de alcoba que si nunca dijeron nada, menos ahora.

Con todo, ello había buen ambiente, mismo que se encendió con la llegada de Adolescente, una agrupación venezolana  construida con base a un casting, con cuatro chavos guaperas de dinámica danzaría, buenas voces y actitud provocadora. Me tengo que ir, su canción insignia, fue coreada por 100 mil voces.

Domingo de desilusión

A la cancelación de La Charanga Habanera siguió la de Olga Tañón, y a estas dos se sumaron las de Gilberto Santa Rosa y Víctor Manuell. En la sala de prensa se rumoraba que las ausencias obedecían a temores por problemas de seguridad. Y es que la noche del viernes ocurrió una fuerte balacera en Boca del Río, en la que resultaron abatidos cinco presuntos delincuentes. Esto sucedió en la avenida Ruiz Cortines, a la altura de la Casita Blanca.

En entrevista con La Jornada, Luis de Llano afirmó que lo de las cancelaciones fue debido a la saturación de vuelos por un lado, y el manejo de visados, no al temor propiciado por hechos violentos. Y puso de ejemplo la presencia de familias con niños.

Tito Puente o el amargo sabor de sucedáneo

Pese a todo, la cuarta fecha del festival se llevó a cabo sin contratiempos, teniendo como protagonista a Tito Puente Jr., quien se dice que usufructúa con la fama del papá, y hay razón en ello. El joven es un músico elemental con apellido de abolengo. El aliciente de su proyecto/homenaje es el de los nuevos arreglos pertrechados por músicos jóvenes. El resultado es que ninguno de esos arreglos aporta nada al original, y finalmente son melodías del Rey, que acaban comiéndose a sus adaptadores. A pesar de ello, la banda sonó poderosa con la fuerza que siempre ha tenido la música de Tito Puente.

Al final, la fiesta reportó saldo blanco y la promesa de una programación más sólida para la edición de 2012.