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Encuentro en Papantla reúne a unos 500 representantes de SLP, Michoacán, Puebla y Veracruz

Volar es más que un gusto; es invocar al Sol para la buena cosecha

Voladores instan a aplicar plan para conservar la tradición

Se busca darles un sueldo, pues no viven económicamente del vuelo, dice Salomón Bazbaz, director del Parque Takilhsukut

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Unos 80 hombres trabajan para clavar el palo en la tierra y así comenzar el ritualFoto Carlos Cisneros
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Periódico La Jornada
Martes 21 de junio de 2011, p. 9

Papantla, 20 de junio. El pasado domingo comenzó el cuarto Encuentro Nacional de Voladores, con la participación de 500 representantes de comunidades de San Luis Potosí, Michoacán, Puebla, estado de México y Veracruz, pero sobre todo de esta población, donde aproximadamente hay 600 voladores.

Volar es más que un gusto. Para nosotros cada quien tiene su don y a nosotros nos han mandado para hacer un gran sacrificio, para representar nuestra cultura. Volar es invocar al Sol, para la buena cosecha de los totonacas, expresó en entrevista Luis Ramírez, oriundo de esta población y maestro de unos 30 niños y jóvenes aspirantes a voladores.

Hace siglos, los voladores eran flechados para que su sangre regara la tierra. El ritual tiene que ver con la fertilidad, con el nacimiento, por lo que también son inevitables las connotaciones sexuales, eróticas y sensuales, en las que el palo es el falo, el hoyo donde se entierra es la vagina, la gallina que ahora se mata y cuya sangre se riega queda con la raíz del palo, uniendo tierra y cielo. La tierra queda preñada. El volador está unido a ella y en el vuelo toca el cielo con los ojos. El danzante, en todo lo alto, cierra los ojos hacia el firmamento y pasa la luz a la tierra, vía el tronco. La luz va a la tierra en el momento del vuelo.

El programa comenzó con el corte y arrastre del palo, que en esta ocasión mide 20 metros y alcanzó una edad de 50 años.

Una grúa transportó el palo hasta la entrada del Parque Takilhsukut (que significa principio), donde se realiza anualmente la Cumbre Tajín y es espacio de la escuela de voladores, así como de talleres de artes y oficios, como la alfarería.

Unos 80 totonacas jalan el pesado tronco; van poniendo troncos de tamaño pequeño para facilitar el arrastre. A los que jalan les llaman palanqueros. Uno de ellos va como capataz, gritando ¡despacio, pero fuerte! ¡A paso de tortuga! ¡Sí se puede! Todo a 40 grados de temperatura. Llevan el palo hasta un montículo con un hoyo de dos metros de profundidad, donde se introduce el palo erguido. Antes se invitó a los palanqueros a comer para hacer fuerza. Luego de una barbacoa se reúne la fuerza para levantar el palo. Todo queda listo y cinco jóvenes voladores  estrenan el palo y dan una muestra de lo que es volar.

En entrevista, Salomón Bazbaz Lapidus, director del parque y de la Cumbre Tajín, expresó que este encuentro es una invitación a todos los voladores de las diferentes regiones para que compartan los rituales.

“El programa incluye conferencias en las que se analizará el plan de salvaguarda de la ceremonia ritual de voladores. Esto en el contexto de la obligación de hacer una revisión del ritual luego de que la Unesco lo declaró en 2008  patrimonio cultural e inmaterial de la humanidad. También para que los voladores conozcan sus derechos.

Tenemos un censo que indica que a la fecha hay unos 800 voladores, de los cuales 600 son de la zona de Totonacapan, poblano y veracruzano, y los demás son de otras comunidades de otros estados del país. Ahora vinieron mazahuas, a los cuales no los conocíamos, de Michoacán.

Aplicar el plan de conservación, añadió, es urgente, porque en algunos sitios la tradición se ha perdido; en otros casos, como en la cultura tének, sólo queda una familia que practica el ritual de volar.

Queremos conservar la tradición, pero ahora con apoyos económicos, para darles un sueldo; es justo y necesario. No viven económicamente del vuelo. La mayoría trabajan en el campo, pero éste sufre un proceso de pulverización que los obliga a emigrar o volverse taxistas. Algunos voladores ya tienen título académico y eso ayudará a mantener la tradición, pero no es suficiente.

Luis Ramírez, instructor de vuelo, dijo que sus alumnos deben aprender, primero, disciplina. Primero les hablo del respeto que deben tener a su papá, a su mamá, a los abuelos, a los padrinos. Nos ayudan los abuelos, a los que llamamos chamanes, curanderos, abuelos con sabiduría. Si ellos me dicen que estoy mal, lo corrijo. Llevo 30 años de volador. Ya tenemos 50 alumnos y eso me da orgullo, pero no es una herencia de dinero. Les enseñamos a hacer una reverencia a la madre tierra. La sangre de la gallina es la fertilidad.

El encuentro concluirá hoy.