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Algunos menores delinquen para lograr respeto, dinero y un supuesto poder, señala

Faltan políticas sociales que inhiban el ingreso de jóvenes al crimen: especialista

Necesarios, estudios criminológicos para atacar las causas que los llevan a esa situación, dice

 
Periódico La Jornada
Domingo 10 de julio de 2011, p. 13

Es necesario que las autoridades realicen estudios criminológicos de cada una de las personas que han sido presuntamente asesinadas por la delincuencia organizada, y como parte de la batalla contra los grupos criminales, a fin de establecer sus relaciones y vínculos, así como las situaciones que los llevaron a delinquir, para poner en marcha estrategias sociales que impidan que, como ahora ocurre, más jóvenes de entre 13 y 18 años sean utilizados como carne de cañón en tareas de sicariato y tráfico de drogas, ya que su promedio de vida es de dos años desde que se unen a esas bandas, señaló el director de la Facultad de Derecho y Criminología de la Universidad Autónoma de Nuevo León, José Luis Prado Maillard.

En entrevista con La Jornada, afirmó que investigaciones realizadas por esa casa de estudios indican que hay niños de 13 años de edad que ingresan al crimen organizado como aventura, y por considerar que allí encuentran la integración y cariño que no tuvieron en su familia, así como una sensación de poder que no les da su vida común.

Vía telefónica, el investigador universitario puntualizó: “Se han conocido casos de menores de 13 años de dad que deciden sumarse a grupos criminales porque los ven como una meta a alcanzar, ya que hay una falsa creencia de que así tendrán dinero, respeto y compañía, pues en muchos casos que conocemos, estos muchachos viven en condiciones precarias y con un futuro incierto.

“Los jóvenes, que cada vez son más, que se integran a estas organizaciones, son mano de obra barata que puede ser desechable, ya que en muchos casos documentados se ha observado que lo que les pagan en promedio –cinco mil pesos al mes–, si consideran que andan a salto de mata, viviendo en tiendas de campaña o casas de seguridad en condiciones, a veces, peores que las que tenían antes de ingresar a ese mundo; sin embargo, suponen que allí tendrán la compañía y confianza que no encuentran en sus familias desintegradas, en las que no hay ingresos que por lo menos cubran las necesidades básicas”.

Prado Maillard apuntó que “es necesario crear políticas sociales porque ha habido desatención en ese rubro por parte de instituciones gubernamentales, pero la solución no es con armas, sino con mejores oportunidades, y si no se realizan los estudios criminológicos será imposible conocer las verdaderas causas que llevaron a los muchachos a delinquir y también encontrar la manera de corregir esa situación.

Siempre ha existido el tráfico de drogas, pero hay que preguntarse por qué ahora hay más violencia, y considero, por los análisis realizados, que se trata de una especie de visualización casi heroica para quienes se suman a las filas del crimen organizado, pues encuentran que con un arma en la mano tienen respeto, dinero y un supuesto poder, pese a que en esa actividad el promedio de vida es de dos años.