Sociedad y Justicia
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Como en el deporte, genera condiciones de desigualdad: experto

Polémica por el doping cerebral para mantener ritmo de trabajo

Cuestionan en Alemania la ética sobre el uso de ritalin y modafilino

 
Periódico La Jornada
Martes 9 de agosto de 2011, p. 43

Berlín, 8 de agosto. Cada vez más alemanes están recurriendo a las drogas para mantener el duro ritmo laboral o luchar por un puesto mejor, algo que tiene consecuencias fatales, según explicó a la prensa el doctor Claus Normann.

El director ejecutivo del Departamento de Siquiatría y Sicoterapia de la uniclínica de Freiburgo afirmó que la tendencia a ese doping cerebral para aumentar el rendimiento y la concentración y mejorar las funciones cerebrales viene de Estados Unidos.

El experto, añadió que esta práctica empieza desde la universidad, donde al parecer hay sustancias que se consiguen sin dificultad alguna.

En Alemania no es común y se estima que lo utiliza entre 1 y 2 por ciento de la población económicamente activa. Sin embargo, hay grupos de riesgo que lo utilizan por encima de ese porcentaje, como el sector científico o médico.

Ellos están muchas veces bajo una presión equiparable a la de estudiantes que viven bajo un examen continuo. Pero es muy difícil que la gente reconozca que las toma. Por ello, la cifra negra podría ser muy alta, consideró el experto.

Esos medicamentos contienen modafilino, un principio activo neuroestimulante prescrito en principio para tratar determinados trastornos del sueño, como la narcolepsia o el exceso de sueño. La sustancia combate el cansancio y mantiene despierto al individuo, permitiendo trabajar más horas.

El ritalin, otro medio, mejora la concentración y la capacidad de pensar y está prescrito contra los trastornos relacionados con la hiperactividad y la falta de atención.

El gran peligro de estas sustancias, según Normann, es que no se conocen los efectos secundarios a largo plazo: los medicamentos están probados y permitidos para determinadas enfermedades, pero no en personas sanas, advirtió el experto.

En principio, el peligro de la adicción no es inminente, porque las píldoras se consumen en determinadas situaciones y no continuamente, pero sí lo sería el de una dependencia sicológica, haciendo que las personas tengan la sensación de que ya no son capaces de llevar a cabo acciones de lo más simple sin esas sustancias.

Pero para el experto, el mayor problema de consumir estos fámacos no son tanto las consecuencias físicas, sino una cuestión ética de naturaleza social: la justicia con la que se actúa en sociedad.

Para él, no hay diferencia con el doping del deporte, cuyo rechazo está extendido y lo mismo debería ser en el trabajo y los estudios. Algunos argumentan que esas sustancias están a disposición pública y que cualquiera tiene derecho de tomarlas. Sin embargo, Normann cree que esa libertad es un aspecto cuestionable y puso un ejemplo.

Si una sociedad invierte miles de millones en formar a un cirujano cerebral. Y éste puede operar con mayor rapidez y puede eliminar más tumores, debería tomar un medicamento que aumente su rendimiento y, con ello, salvar más vidas. Algo así se aplica en el Ejército estadunidense, donde se obliga a los pilotos en combate a tomar modafinilo. Pero poner límites es muy difícil.

Dormir es necesario para aprender

Advirtió que si se invierten las normas y para estar a la altura de la competencia, que toma esas sustancias, hay que tomarlas también, la decisión entonces deja de ser voluntaria.

Para el especialista, tomar sustancias anabolizantes para el cuerpo no es lo mismo que dopar el cerebro: aún no se ha comprendido en su totalidad cómo funciona la memoria o el aprendizaje, y con esas sustancias se ven afectadas funciones centrales del cerebro sin saber exactamente qué ocurrirá.

Además, hay otros motivos para oponerse al doping cerebral: quien consigue las cosas por esfuerzo propio se alegra más que quien lo hace por haber tomado esas sustancias ya que según el médico, ello roba un poco del desarrollo humano.