En África el hambre te hace correr, por eso me estreso bastante cuando veo las imágenes y las noticias de los niños que se están muriendo de inanición, por eso me esfuerzo más para entrenar y ganar, para ayudar a mi país, señaló el keniano Julius Keter, quien afirmó que la mitad del dinero que gana en carreras de 5, 10 y 21 kilómetros y maratones lo manda a su familia, y el resto a una escuela de 400 niños con problemas de alimentación.

Desde su llegada a México, hace tres años y medio, un país que conoció y cuyo nombre fue la primera palabra en español que aprendió al escuchar los relatos de su abuelo Kipchoge Keino, campeón olímpico en mil 500 metros en la justa de 1968, Julius sólo tiene en mente una sola idea: ganar.

Alto, delgado y sonriente, el keniano se siente afortunado de estar en un país que le ha abierto los brazos por la calidez de su gente, como lo platicaba su abuelo, un policía que se hizo leyenda del atletismo y actualmente dirige el Comité Olímpico de Kenia.

México es mi pueblo, mi país. Doy gracias por el amor que me da, refirió el fondista, quien tuvo sus inicios en las competencias del continente africano, en las que cientos de jóvenes siempre estamos corriendo para ir por un pedazo de alimento y a las escuelas más cercanas de niños huérfanos que fundó su abuelo.

Julius o Julio, como gusta que le digan, forma parte del centenar de atletas kenianos que emigraron por cuestión de dinero y se han convertido en una veta de oro del atletismo mundial, aunque los mejores corredores prefieren radicar en Estados Unidos o Europa, para luego adoptar la nacionalidad.

Keter negó que los kenianos trabajen en equipo cuando corren y que se pongan de acuerdo para ver a quién le toca ganar.

Tan sólo en los ocho meses del presente año, el joven ha ganado buen dinero en las carreras, la más reciente la del Día del Padre. Ha triunfado en República Dominicana, Chile, Venezuela y su mejor marca de 2.11 horas la hizo en el maratón de Baltimore, en 2008.

Hace 12 meses, Keter anunció su deseo de representar al país en los Juegos Olímpicos de Londres 2012, pero no cumplía con la residencia de cuatro años, como dicta la carta olímpica. Ahora asegura que sí competirá con la bandera mexicana en el siguiente ciclo, para estar en Río de Janeiro 2016.

Pero antes seguirá compitiendo y buscando las mejores bolsas en premios para que el dinero que envíe a la Academy Koisegem ayude a comprar arroz y frijoles a los niños de su país.

Prometió que este domingo tendrá de nuevo un buen agarrón con Hillary Kipchirehir Kimaiyo, porque ya se cansó de ser el eterno segundo en el maratón de la ciudad de México, que su compatriota ha ganado tres veces.