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Reúnen en un libro, publicado por Era, las charlas entre el historiador y el antropólogo

Friedrich Katz trascendía la gloria de su propia interpretación: Claudio Lomnitz
 
Periódico La Jornada
Miércoles 14 de septiembre de 2011, p. 4

Las charlas entre el historiador Friedrich Katz y el antropólogo Claudio Lomnitz –divididas en nueve programas de media hora cada uno y difundidas por el Instituto Mexicano de la Radio (Imer)– se recogen en el volumen El porfiriato y la revolución en la historia de México: una conversación, publicado por Ediciones Era.

El libro se concretó a instancias del Imer, con motivo de su amplia programación del año pasado relativa al centenario de la Revolución y el bicentenario de la Independencia.

Unos meses antes de fallecer, Friedrich Katz (1927-2010) conversó con su amigo y colega. Incluso, cuando comenzaron a grabar, el autor de La guerra secreta en México recibió el diagnóstico del cáncer del que murió.

Katz, sin embargo, decidió que quería hacer las grabaciones, que duraron tres o cuatro días. Para Lomnitz, el catedrático de la Universidad de Chicago aprovechó “para hablar en términos generales de la Revolución y el porfiriato –material presente en toda su obra–, pero de manera sintética y en una conversación larga”.

Aunque las charlas no tuvieron una estructura estricta, e incluso hay un elemento de improvisación, Lomnitz expresa que Katz era por naturaleza un pensador y un historiador mentalmente muy riguroso (característica) que se nota mucho en la entrevista. Además, teníamos un largo hábito de hablar de historia.

En la Universidad de Chicago, Lomnitz trabajó puerta con puerta durante una década con el también autor de Pancho Villa. De hecho, cuando el primero se fue de Chicago hablaban de historia por teléfono, cosa que según Lomnitz no era normal porque ni Katz ni yo éramos afectos al teléfono.

Profesor actualmente de la Universidad de Columbia, Lomnitz juzga la colaboración entre amigos, colegas, entre profesores y estudiantes, muy relevante cuando se da en algo como la historia, porque se trata finalmente de un ejercicio de reinterpretación sobre documentos y lectura. Uno puede con frecuencia volver a algún tema, texto, problema, e inspeccionar de nuevo la lectura que uno le dio a raíz de la mirada del otro.

Friedrich Katz, afirma Lomnitz, “pertenece a un tipo de historiador que le importaba mucho llegar a la verdad aun cuando reconocía que ésta podía ser inestable; podía haber perspectivas sobre la verdad y podía haber verdades múltiples. Como era una persona con una historia personal muy, digamos, del centro del siglo XX, una persona de padres comunistas –él también lo fue–, que fueron desplazados de Europa, exiliados en México y Estados Unidos –Katz vivió asimismo en Alemania Oriental–, es una historia de mucho desplazamiento creado por los grandes procesos históricos del siglo pasado.

“Le importaba mucho no fallar demasiado, tenía cierta lealtad con lo sucedido, y no sólo, digamos, la gloria de su propia interpretación. Tenía convicciones respecto de sus interpretaciones y, desde luego, su trabajo le costaron, pero no era una persona casada ante todo con lo que él había dicho.

Katz tenía algo que siempre admiré mucho: hacía un esfuerzo por llegar a los puntos nodulares que en un momento dado podían ser el eje de una valoración.

Tenía la capacidad de trabajar los materiales históricos a una gran profundidad, con rigor analítico, y eso se nota en la entrevista.