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Pink Floyd con oídos nuevos
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Periódico La Jornada
Sábado 15 de octubre de 2011, p. a20

La música de Pink Floyd conecta de inmediato con el cosmos, el receptáculo infinito donde reside nuestra divinidad, la de cada uno de nosotros.

Suena Ummagumma: las aves sobrevuelan la habitación, salen de sus nidos: las bocinas, para realizar figuras espaciales con arpegios electrónicos, riffs de guitarra ensimismada, elfos abrazados con hadas bailan en medio del bosque umbroso: sucesión de solfas hamacadas en los teclados, y percusiones emergen desde el fondo de la Tierra. Ellos, como otros personajes sonoros, han cobrado vida.

Lo que suena conlleva en su portamento su contexto: cuando esta música fue concebida, nacían al mismo tiempo partituras de Karlheinz Stockhausen, György Ligeti, Iannis Xenakis y otros contemporáneos de los Floyd.

Todos ellos concibieron, revolucionaron y elevaron aún más el arte de la música con la conciencia de la espacialidad en sus sonares. Eso es lo que los hermana, pues hay quienes creen que la cultura rock consiste en rolitas y no alcanza la condición de una de las bellas artes.

Ahora suena Atom Heart Mother. En el núcleo del umbral sinfónico, una poderosa sección de alientos-metales pone densidad a un discurso catedralicio que conecta ahora con Bruckner, ese campesino austriaco gestor seminal de cetáceos sonoros.

El cosmos, el paraíso, el nirvana.

Nombrar la música de Pink Floyd amerita metafísica, metáforas. Poesía.

Ese nombrar ocurre en el interior de cada uno de nosotros cuando escuchamos la música de Pink Floyd. Si lo escribimos, si lo decimos, si podemos articularlo en palabras o no, es otro asunto. Pero ocurre, eso es un hecho.

Why Pink Floyd?

El título de este movimiento cultural no podía ser mejor y tiene nombre de pregunta; ¿Por qué Pink Floyd?

Las respuestas pueden ser muchas: la más importante consiste en reflexionar sobre esa pregunta: ¿por qué Pink Floyd constituye uno de los movimientos culturales más importantes del siglo XX?

La pregunta también tiene variantes de consumo cultural: ¿por qué tengo que comprar otra vez tooooodos los discos de Pink Floyd, si ya los tengo?

La respuesta está en los bafles.

Why Pink Floyd? Se llama la estrategia que consiste en lanzar al mercado toda la obra de los Floyd, remasterizada, incluyendo inéditos y ediciones especiales.

El resultado supera todo lo conocido hasta el momento en el tema de la mejora de sonido en la industria del disco. Es semejante a la decisión de Glenn Gould, el mejor pianista de la historia, cuando decidió dejar de dar conciertos públicos y encerrarse en los estudios de grabación, para legarnos discos, y volvió a grabar las Variaciones Goldberg de Bach, porque la tecnología había avanzado lo suficiente como para volver a sumergirse/elevarse en ese cosmos. Y rendir frutos nuevos.

Puesto así, ya no resulta un cliché decir que escuchar los discos remasterizados de Pink Floyd es oírlos por primera vez. O mejor: con oídos nuevos.

Si lo hicimos cuando Los Bítles (comandados por Lenin y BigMac) remasterizaron los discos que ya teníamos en sus formatos de acetato, caset, cd y blue-ray, ahora con Pink Floyd amerita endeudarse, dar tarjetazo (término que suplanta al tradicional portazo en los conciertos caros) y recurrir a las distintas modalidades de la campaña Why Pink Floyd?

Porque es, literalmente, una locura: hay una caja con los 14 discos de estudio, pero hay otras cajitas, cajetitas y cajotas con títulos diversos: Discovery, Experience, Immersion, Best of, Vynil...

Pero también los hay por separado.

Y por eso puse aquí como ejemplo Ummagumma y Atom Heart Mother, porque es obvio que escuchar la nueva versión de Wish you were here implica una manera de relectura de un poema de sonidos y palabras (“we’re just two lost souls/ swimming in a fish bowl/ year after year”) y el otro de los álbumes más populares de los Floyd, Dark Side of the Moon, es una verdadera alucinación remasterizada, pues ahí está el trabajo genial del ingeniero Alan Parsons en lo que neciamente se acuñó como efectos de sonido, o peor: efectos especiales, cuando en realidad lo de los Floyd es algo grandioso: esos muchachos que se conocieron en la Facultad de Arquitectura y decidieron Re-Construir el planeta entero, lo que hicieron fue crear un nuevo concepto de espacialidad sonora, por eso su música nos conecta de inmediato con el cosmos, con la divinidad.

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