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La escritora Elena Poniatowska disertó sobre el México del artista, en el MoMA

Rivera creía que podía exportar la revolución a EU y el mundo

El museo neoyorquino presenta una muestra especial sobre los murales que Diego creó para ese recinto

La deshonestidad y la desigualdad han hecho gran daño a nuestro país, dice

Foto
El levantamiento, 1931, uno de los murales que Diego Rivera pintó para el Museo de Arte Moderno de Nueva York, en imagen incluida en la página electrónica del MoMA
Corresponsal
Periódico La Jornada
Sábado 24 de marzo de 2012, p. 2

Nueva York, 23 de marzo. ¿Por qué tienes los dientes tan chiquitos? ¿Son los de leche?, le preguntó la reportera al maestro, quien respondió: sí, con éstos me como a periodistas chaparras y chiquitas.

Así recordó Elena Poniatowska su primera entrevista con Diego Rivera, al ofrecer un mosaico cultural, político, y social del México que vivió Rivera en una conferencia en el Museo de Arte Moderno (MoMA) con motivo de una exhibición especial del maestro mexicano llamada Diego Rivera: murales para el Museo de Arte Moderno.

Ante un auditorio repleto, Poniatowska pintó el México de Rivera con sus apasionadas corrientes políticas, sus esencias culturales y sus encuentros con creadores y rebeldes de todo el mundo.

Rivera, Orozco y Siqueiros, afirmó, eran gigantes, y se parecían a los murales que pintaban: violentos, masivos e indignados. Se volvieron historiadores, añadió, pintando kilómetros de muros en el país. “Su objetivo no era sólo pintar México, sino toda la humanidad… alzaron sus pinceles rojos para que sus imágenes quedaran grabadas en las mentes de todos”. Agregó que también se volvieron biógrafos, científicos, políticos y filósofos, y también enemigos de la Iglesia.

Indicó que fue la Unión Soviética el punto de referencia fundamental para los artistas y la izquierda mexicanas, que compartían esto con todo su entorno, pero a la vez, ellos y sus colegas estaban enraizados en la esencia nacional, explorando lo más profundamente mexicano para alcanzar lo más universal.

Cuando Rivera regresó de Europa a México descubrió su musa –su país, lo suyo–. Pinté tan naturalmente como respirar (...) Mi estilo nació como nace un niño, en un instante (...) aunque mi embarazo duró unos agotadores 35 años, le dijo Rivera al gran periodista y escritor ruso Ilya Ehrenburg.

El arte necesita algo de barbarie

Poniatowska comentó sobre cómo los artistas se nutrieron desde lo más elemental de México, hasta lo más bruto. El arte necesita tomar un sorbo de la barbarie. Un tantito de salvajez es esencial, citó a Rivera.

Pero a la vez, ese México de Diego también se nutrió de corrientes de todo el mundo, ya que muchos creadores percibían el país como un tipo de Meca, dijo Poniatowska. Rivera afirmaba que el espíritu humano es más fuerte que cualquier frontera. Invitó al mundo a su país, afirmando que México es una salvación para toda la humanidad, un remedio para todos los males. A ese México llegó una amplia gama de creadores e intelectuales de todas partes. Algunos eran refugiados españoles, otros huían de otras partes de Europa, otros eran latinoamericanos y otros más eran estadunidenses que buscaban algo vital que no encontraban en su país o que también habían sido exiliados por el macartismo, todos encontrándose entre sí y con sus contrapartes mexicanas en diferentes momentos y ámbitos durante los tiempos de Rivera.

Poniatowska enriqueció su plática con los nombres de estas figuras extraordinarias que llegaban del exterior para juntarse con mexicanos extraordinarios. Modotti y Weston, Buñuel y Eisenstein, John Reed, Trotsky, Breton, Dalton Trumbo, los beats Ginsberg, Ferlinghetti y Kerouac, Paul Strand, Pablo O’Higgins, Graham Greene, el poeta Langston Hughes, Andre Malraux, Victor Serge, Lowry, Aldous Huxley, Cartier Bresson, Ambrose Bierce, entre muchos más. Aquí se encontraban los tres grandes muralistas, además de Leopoldo Méndez, los Kahlo, los Revueltas, Rulfo, Dolores del Río, Juan O’Gorman y Octavio Paz entre tantos más.

Poniatowska afirmó que el país de hoy es inferior al México del pasado. Agregó que “los genios ya no vienen a México porque parece que hemos perdido nuestras ideas y las hemos sustituido con violencia y corrupción.

México siempre está tomando un tipo de venganza simbólica, indicó Poniatowska. De hecho, Weston había comentado los extremos de México, desde su extraordinario amor humano a su opuesto, a su potencial brutalidad fría, y dijo que es la inestabilidad de México lo que lo hace tan enloquecedor.

Al responder a preguntas del público, Poniatowska afirmó que nada le ha hecho mayor daño a México que la deshonestidad y la desigualdad entre las clases sociales. Agregó que México tiene a los peores ricos del mundo, es injusto con sus mejores gentes, las que están en las calles. Y dónde ve esperanza, le preguntaron, justo con la gente común, donde siempre está la esperanza, con los trabajadores y los campesinos, contestó. E informó que trabaja en el ámbito de la cultura con el candidato de la izquierda, Andrés Manuel López Obrador.

Como siempre, Poniatowska mostró su mágico talento de ilustrar a titanes y a la vez darles sus dimensiones de tamaño humano, de mostrar sus cualidades extraordinarias (igual que lo hace al revés con los anónimos). A la vez sabe burlarse un poco, a veces con un tinte de malicia suficientemente disfrazado de ingenuidad de manera que no se le puede acusar de nada.

Contó que Diego Rivera estaba prohibido en mi casa porque había pintado a mi tía, Pita Amor, desnuda. La madre de Poniatowska insistió en acompañarla a su primera entrevista con el maestro para asegurar que no me desvistiera a mí también. Dijo que esa tarde entrevistó al hombre más encantador, después de Buñuel, y de su marido.

Al preguntarle porqué pintaba a mujeres ricas, contestó que odiaba a los ricos, pero amaba a las mujeres ricas, siempre y cuando no las tuviera que ver en un coctel o en una cena, y que conocía a muchas como Adán conoció a Eva. Agregó que él se describió como un tipo de hedonista, pero siempre dentro del ámbito del marxismo. Cuando Poniatowska le preguntó por qué había aceptado dinero de ricos para realizar murales en Nueva York y Detroit (de Rockefeller y Ford, respectivamente), criticó a la reportera por no estar luchando en Polonia, donde estaban todos los polacos reales, y no aquí en México haciendo preguntas tontas.

Nunca abandonó su sueño de crear un mundo socialista; Rivera estaba convencido de que podía exportar la revolución a Estados Unidos o a cualquier parte del mundo, afirmó Elena Poniatowska.

La exhibición especial en el MoMA reúne, por primera vez en casi 80 años, obras, dibujos y bocetos del maestro producidos para su histórica muestra a finales de 1931 y principios de 1932, donde también diseñó el famoso mural para el Rockefeller Center que subsecuentemente fue destruido por su entonces patrón (para ver una selección de las obras de la exhibición actual, ver: www.moma.org/interactives/exhibitions/2011/rivera/intro.php).