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El director de orquesta estrenó y dirige en Madrid la ópera I due Figaro, de Mercadante

Recortar presupuesto a la cultura es mutilar la identidad: Muti

Es una obra nihilista, acorde con los tiempos de zozobra que vivimos, dice

En Calabria, uno de los bastiones de la mafia, impulsa con éxito la formación de bandas de músicos jóvenes

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Riccardo Muti (Nápoles, 1941), en la capital españolaFoto Javier del Real/ Teatro Real de Madrid
Corresponsal
Periódico La Jornada
Sábado 7 de abril de 2012, p. 2

Madrid. El maestro Riccardo Muti (Nápoles, 1941), uno de los músicos más influyentes y admirados del planeta, se mostró muy crítico con la tendencia de los gobiernos que ante la adversidad económica y para cuadrar las cuentas lo primero que se mutila es el presupuesto destinado a la cultura. Es un error gravísimo, porque recortar en cultura es golpear, mutilar la identidad de un país.

El director de orquesta italiano estrenó hace unos días en Madrid la ópera I due Figaro, del compositor Saverio Mercadante, una pieza cínica, casi nihilista, que –a juicio de Muti– resultará de enorme interés en esta época de zozobra y pesadumbre.

Riccardo Muti, quien se define como un “músico outsider”, se convirtió en celebridad casi a su pesar, de repente, por azares del destino y, también, por su enorme talento que no fue ajeno a la mirada y el oído de los grandes maestros de su juventud.

De hecho, según relató él mismo en una masiva rueda de prensa efectuada en el Teatro Real, de Madrid, llegó a las clases de música como exigencia de sus padres para dotarlo de una cultura general suficiente para enfrentarse a las adversidades de la vida.

Riccardo Muti iba a la escuela de música, pero sobre todo dedicaba su tiempo a estudiar matemáticas, inglés, gramática, etcétera.

En contraste con los jóvenes virtuosos –que se centran desde pequeños en desarrollar su talento musical–, el director de orquesta llevaba una vida similar a la de sus amigos del barrio.

Un día Nino Rota, el mítico músico –quien además de componer varias óperas se convirtió en el músico de una de las épocas de oro del cine italiano, musicalizando los filmes de Fellini, Visconti y Zeffirelli, entre otros– le dijo que debía dedicarse a la música, que su talento era enorme y que su oído un prodigio. “Por eso me considero un músico outsider. También porque nunca me he sentido parte ni me gusta mucho lo que rodea a la música”, explicó Muti.

El maestro se mostró abiertamente crítico y preocupado por la situación que vive nuestra era. Por la crisis económica y financiera internacional, por la incertidumbre que vive Europa, por las consecuencias de este derrumbamiento del sistema y, también y con especial énfasis, en la tendencia de los gobiernos de prácticamente todos los países de recortar siempre en primer lugar a la cultura, ya de por sí maltratada en los presupuestos de los gobiernos, sean del color que sean. “Recortar en cultura es golpear la identidad de un país. Y así Europa está perdiendo su identidad. Los gobiernos –y hablo en general, no de España, porque aquí estoy de huésped–, cuando necesitan cuadrar las cuentas, cortan de ahí. Es un error gravísimo. Recortar en cultura es golpear, mutilar la identidad de un país, y para ser prácticos, invertir en ella trae retornos económicos importantes y yo diría que casi de inmediato. No hay más que ver por qué se conoce a España o a Italia en el mundo. Y la respuesta es: por la cultura”.

Pero el músico italiano explicó que además de los beneficios económicos hay otros que, aunque menos concretos, son igual o más importantes. Y para eso puso como ejemplo un proyecto que él impulsó y en el que participaron diversas empresas privadas en Calabria, una de las zonas más violentas y conflictivas de Italia, por la fuerte presencia de la mafia y sus turbios negocios.

Ahí –en uno de los centros neurálgicos de la mafia italiana– Muti decidió poner en marcha un proyecto para formar bandas de músicos jóvenes, consiguiéndoles desde instrumentos adecuados hasta una mínima educación musical que les permita desarrollar sus inquietudes artísticas.

El proyecto ha sido un éxito y en poco tiempo va a dar un concierto con una banda de 400 músicos jóvenes provenientes de los bajos fondos de la Calabria más violenta y conflictiva. Todos estos jóvenes van aprendiendo belleza y armonía. Por eso cuando pienso en ellos me acuerdo de una máxima de la antigua Grecia: lo que es bello, también es bueno y justo.

Muti fundó en 2004 la Orquesta Giovanile Luigi Cherubini, una formación que va a dirigir estos días en el Teatro Real y que está integrada por jóvenes seleccionados por un comité internacional, también en sintonía con sembrar en las nuevas generaciones esa vocación por lo bello, lo bueno y lo justo.