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El narrador recibió el Premio Xavier Villaurrutia de Escritores para Escritores 2011

La estética del cuento corto es la belleza del relámpago, sostiene Felipe Garrido

Con el caso de Alatriste vivimos una tragicomedia inédita del galardón: Alicia Zendejas

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Felipe Garrido, con su hija Elisa y su nieta Valentina, en la Sala Manuel M. PonceFoto Carlos Cisneros
 
Periódico La Jornada
Jueves 26 de abril de 2012, p. 8

La estética del cuento corto es la del relámpago, planteó el escritor Felipe Garrido al recibir, la noche del martes en el Palacio de Bellas Artes, el Premio Xavier Villaurrutia de Escritores para Escritores 2011, el cual aumentará su monto este año de 200 mil a 500 mil pesos y precisará las bases de su convocatoria más allá de la buena fe.

Con esa y otras reflexiones sobre el género, Garrido casi logró alejar de la velada las sombras que la rondaron por el escándalo desatado tras las acusaciones de plagio contra Sealtiel Alatriste, quien también había sido designado para ese galardón, al que finalmente renunció.

Alatriste también renunció a su cargo como titular de la Coordinación de Difusión Cultural de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Garrido recibe el premio con un retraso cuasihumorístico, de oscuro color, reconoció Alicia Zendejas, secretaria de la Sociedad Alfonsina Internacional (SAI), que encabeza la organización del galardón, pues la ceremonia debió realizarse en marzo.

Hemos vivido a un rango punto menos que nacional una tragicomedia inédita en este galardón, que finalmente ha enriquecido nuestra ya larga historia en lo bueno y en lo malo, reconoció la hija del fundador del premio en 1955, Francisco Zendejas.

De hoy en adelante, anunció, se revisarán y actualizarán las bases con las que ha funcionado el premio, para evitar en lo futuro toda intención que propicie lo malo, por ejemplo, un desacuerdo que soslaye la razón, dijo Zendejas en una mesa en la que también estuvo Ignacio Solares, quien fue el único que no tomó la palabra.

Jaime Labastida, presidente de la SAI, leyó el acta del jurado de esta edición del premio –integrado por Solares, Silvia Molina y Ernesto de la Peña–, en la que se destaca de Garrido la maestría con que maneja el texto breve en su libro Conjuros, integrado por 303 piezas cortas.

Labastida también leyó la carta que Alatriste envió a la SAI, del 12 de marzo pasado, en la que confirma su renuncia al premio Villaurrutia, anunciada un mes atrás.

Al final de la ceremonia, con reporteros, Labastida adelantó que ahora se seleccionarán al azar a los tres integrantes del jurado, de entre los escritores que han recibido el premio Villaurrutia.

Brevedad e intensidad

Teresa Vicencio, directora del Instituto Nacional de Bellas Artes, hizo la entrega formal del premio a Garrido y anunció el aumento del monto del mismo de 200 mil a 500 mil pesos.

Vicente Quirarte consideró que los textos cortos de Garrido revelan la madurez y lealtad de un autor que apostó a una forma su talento y energía desde el principio. Brevedad, intensidad, efecto, como exigió el maestro.

Quirarte, como otros participantes y el propio Garrido, mencionaron a maestros del galardonado, como Julio Torri, Juan José Arreola o Augusto Monterroso.

Silvia Molina destacó que Garrido es un escritor cuidadoso, de prosa exacta y elegante que, en sus cuentos cortos, cambia la primera intención y, con malicia, sorprende al lector con sus finales.

“Los buenos textos cortos son como un relámpago. El relámpago se lleva bien con el jab que pide Cortázar o con la flecha que pide Quiroga. Un cuento breve es deslumbrante, y mientras más breve, puede ser más deslumbrante.”

Al final, Garrido leyó el largo texto La estética del relámpago y con ello casi exorcizó las sombras cuasihumorísticas de oscuro color, al hacer ingresar a los presentes al mundo de la creación y la reflexión literarias. Dijo, por ejemplo:

“Un cuento corto –esta imagen se la escuché a Quirarte– es apenas la punta de iceberg. El resto no puede ser ignorado, pero no está a la vista. Hay una parte explicable, y otra, hundida en el misterio, que la sostiene. Por esa presencia oculta, un cuento corto va más allá de la anécdota.”

Todo eso que se ignora en el cuento, agregó Garrido, es terreno para la intuición y la complicidad del lector. Y más adelante dijo que los giros imprevistos y los finales cegadores son un requisito. La estética del cuento corto es la estética del relámpago.