Opinión
Ver día anteriorMartes 20 de noviembre de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Ciudad Perdida

Fósiles en la UACM

Mismo discurso rector

La ley del garrote

V

aya cinismo. Ahora resulta que la mejor ofensiva que se encontró para desacreditar a los estudiantes de la UACM que buscan impedir que la idea original con la que se creó ese centro de estudios no se deforme, es que son un grupo de estudiantes fósiles, dice el discurso sin memoria que no se atreve a recordar que la rectora de esa universidad tampoco tiene título, o cuando menos no lo ha presentado.

El ataque pretende, al parecer, confirmar el diagnóstico con el que la señora Orozco quiso argumentar un rediseño de la escuela, en el que no tienen cabida aquellos por los que se erigió ese centro de estudios y donde, pese a condiciones desfavorables, por decirlo de algún modo, también se ha educado a estudiantes de excelencia.

La UACM no se creó con la consigna de hacer licenciados como chorizo que se tienen que emplear, al finalizar el periodo de estudios, como choferes de taxi o meseros en algún bar, o algo peor, entre otras cosas porque resultan ineptos para ejercer el título que les otorgó alguna de esas universidades de excelencia que cumplen con los requisitos, en número, de lo que exigen las agencias internacionales.

Y vaya cara dura de las autoridades, las que se van y las que llegan, que amenazan con el uso de la fuerza pública como si ese siempre hubiera sido el remedio que se tenía para solucionar el conflicto, y eso de las mesas de diálogo y las declaraciones en busca de acuerdos sólo hubiera sido una estrategia para marear la perdiz, y para darse tiempo de construir el discurso –que se repite letra por letra y micrófono por micrófono– desde donde pretenden se les exculpe por el uso del escudo y el garrote.

Además, todo parece decirnos que a las mismas autoridades les resulta más rentable soltar a los policías en contra de los estudiantes que hacer a un lado a la señora Orozco, lo que parece lógico si nos damos cuenta de que les es de mayor importancia mantenerla en la rectoría que dejar sin clases a los estudiantes de la UACM.

A esto se debe sumar el temor –ese sí legítimo– de que la escuela quede, a la salida de la señora Orozco, en manos de algún grupo de los que hoy caminan juntos, pero que son ideológicamente distantes, y que no tardaría en crear nuevos problemas que derivarán en la falta o la ausencia de clases, como sucede hoy.

Pero ese no debería ser un punto de preocupación para las autoridades; en la ciudad hay mujeres y hombres muy capaces de encabezar el esfuerzo educativo, y hasta de modificarlo para bien del proyecto original, si ese fuera el caso. Entonces, la solución no parece tan difícil, pero si de lo que se trata es de usar la fuerza pública, será la población del Distrito Federal la que juzgue.

Eso es lo que debería tener en mente Miguel Ángel Mancera cuando habla de reprimir. Sí, es verdad, el apoyo que la gente de la ciudad le otorgó con el voto masivo puede respaldar casi cualquier acción que de su parte venga, pero el sonar de las botas sobre las calles del DF sólo recuerda años negros, tragedias no justificadas, y pone de relieve el olvido que hacen los políticos de quienes lo llevaron al poder. Eso ni a Mancera se le perdona.

De pasadita

El tema ya lo habíamos tocado en este espacio. La única posibilidad que tiene el PRD de seguir como organización con cierta fuerza es llevar a Marcelo Ebrard a su presidencia. Cualquier otra opción salida de las tribus dominantes sería el suicidio para ese partido, que carga con el desprestigio que le han impuesto tanto el grupo de René Bejarano como la Nueva Izquierda de los chuchos. Así parece haberlo entendido el secretario de Transportes y Vialidad, Armando Quintero, que el domingo pasado, frente a los liderazgos del PRD, lanzó la propuesta.

Para Ebrard tal vez esa sea la puerta de salida para no comprometerse con ninguna de las tribus, porque cargar con los desprestigios de bejaranos y chuchos sería un despropósito. Así que el PRD necesita a Ebrard y este requiere de esa organización para conseguir una candidatura a la Presidencia, pero sin las rémoras que le significan esos grupos, aunque siempre requerirá de quien conozca a fondo a ese complicadísimo partido para poderlo tripular sin intereses que entorpezcan su desarrollo. En esas debe andar.