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En entrevista, el nuevo coordinador nacional de recintos del INAH bosquejó su agenda

Marco Barrera propone analizar el significado actual de los museos

Destacó la necesidad de elaborar un diagnóstico de los recintos que el instituto tiene a su cargo en el país

Lograr la descentralización operativa y evitar el uso personal de los sitios, entre las prioridades

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Barrera es museógrafo e historiador egresado de la Escuela Nacional de Antropología e Historia, con tres décadas de experiencia profesionalFoto María Luisa Severiano
 
Periódico La Jornada
Lunes 18 de febrero de 2013, p. 8

Museos que despierten la imaginación y el interés de nuevos públicos; implementar un programa para impulsar y fortalecer los museos comunitarios; la descentralización operativa de los 129 recintos a cargo del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH); el uso de nuevas tecnologías, sobre todo para difundir los acervos, así como el firme rechazo a utilizar el patrimonio para usos personales, son algunas de las primeras propuestas del nuevo coordinador nacional de Museos del INAH, Marco Barrera Bassols.

Se trata, reconoce el funcionario en entrevista con La Jornada, de apenas un bosquejo entre la multitud de asuntos bajo su responsabilidad.

¿Se puede hoy atender centralmente, desde la ciudad de México, las necesidades de 129 recintos museísticos (los que están bajo la responsabilidad del INAH) en un país tan grande, habitado por más de 100 millones de personas, con tan sólo 120 especialistas (adscritos a esa coordinación)? Ni siquiera nos toca atender un museo por persona, sin contar los más de 170 museos comunitarios existentes y, perdón que responda con preguntas, pero en eso estamos, señala.

Barrera es museógrafo e historiador egresado de la Escuela Nacional de Antropología e Historia, con tres décadas de experiencia profesional. Fue presidente fundador de la Asociación Mexicana de Profesionales de Museos y asesor del Instituto Internacional de Museos. Trabajó en el Museo Nacional de Arte (Munal) durante su fundación, en el área de servicios educativos, y de 1995 a 1997 fue subdirector del Museo Nacional de Culturas Populares, donde coordinó 64 exposiciones. En el INAH, en la Coordinación Nacional de Museos de la que ahora se hará cargo, fue jefe de planeación en administraciones pasadas.

De entrada, añade, es urgente elaborar un diagnóstico nacional acerca de las condiciones en las que se encuentran los museos del INAH, pues hay recintos de la estatura y complejidad del Nacional de Antropología, del Nacional de Historia, ubicado en el Castillo de Chapultepec, o del comunitario de Santa Ana del Valle, en Tlacolula, Oaxaca, donde se realizan importantes labores de investigación, conservación y difusión del patrimonio. Pero existen otros espacios donde sólo hay un director y algunos custodios, con exhibiciones, buenas o malas, de colecciones interesantes, pero también de réplicas, donde lo único que hacen es abrir y cerrar las puertas, y nada más. Entonces, ¿qué significa un museo hoy día? Hay que formular un proyecto o una política al respecto.

Comenta que este año, por decreto, todas las áreas del instituto deben elaborar un diagnóstico, así que en unos meses podremos responder con mayor precisión lo que nos proponemos hacer en seis años, aunque de entrada trataré que esta coordinación sea una instancia más normativa y menos ejecutiva, en el sentido de querer resolver todo, es decir, más descentralizada y menos abarcadora; veremos si es factible crear unidades regionales de servicios que solucionen los problemas de gestión y operación de los recintos.

Barrera también considera que hace falta un trabajo de difusión que evite que sucedan cosas como las que me han pasado, que visito una zona arqueológica y encuentro la guía del museo, pero del de al lado, no del que estoy visitando. Hay problemas de comunicación en torno a los bienes culturales que estamos generando.

Otro reto, continúa, “es el que nos plantea la comunidad yoreme de Sinaloa, la cual quiere contar su propia historia, sin intermediarios. Nos buscan para que les ayudemos a hablar museográficamente de sus orígenes, pero su discurso difiere de otros que se reclaman ‘oficiales’ o ‘académicos’, e igual que ellos, ‘verdaderos’.

“Nuestra diversidad nos enseña que no puede haber una sola solución, y menos que ésta responda a una visión personal, como si se tratara de un hacendado o de un cacique nacional que hace suyo lo que es público. Deben convivir ambos discursos. Pensaremos, por ejemplo, cómo podemos hacer una visita a un museo, narrada por un huichol, interpretando sus propios objetos, pero conviviendo con la visión, quizá distinta, de un etnólogo. Espero que en el futuro nos llevemos muchas sorpresas al recibir información que los museos hoy no están dando.

Esperamos la apertura de todos los trabajadores para el redescubrimiento de esos espacios; tenemos que buscar una manera distinta de mirarlos, organizarlos y gestionarlos. No será de la noche a la mañana, pero hay que plantear ya las bases, y eso significa realinear cosas que en el instituto, por inercia, sucedían.

El funcionario hizo hincapié en que no se hará un uso personal de los museos del INAH, en referencia a las protestas que durante los dos sexenios pasados se dieron por la utilización de recintos como el Castillo de Chapultepec para conciertos y cenas de gala, entre otras actividades de carácter privado.

Los museos están hechos para un fin y hay que remitirnos a la ley; debe haber claridad. Existen muchos espacios, incluso más adecuados, para esas actividades. Las personas a veces no se ponen a pensar que hay cosas tan elementales como que los altos decibeles dañan estructuras y acervos.

Asimismo, dijo que se buscará entablar una relación sana con la iniciativa privada para la obtención de recursos que apoyen el funcionamiento de los museos, la mayoría de los recintos no tiene recursos para su mantenimiento, por eso vamos a analizar experiencias exitosas de otros países, para ver cuál podemos aplicar. Es cierto que es obligación del Estado invertir en cultura, pero también conozco de cerca las carencias que padecen los recintos. Todavía no sabemos cómo solucionar este punto, es muy complicado, pero pensaremos respuestas.

Marco Barrera dice que cuando se dio a conocer su nombramiento, el 25 de enero pasado, en la prensa se difundió que prestó en el año 2000, cuando era director del Museo de Historia Natural de la Ciudad de México, 15 animales disecados para ser exhibidos en una tienda de artículos de piel Casa Aries, propiedad de su padre, Alfredo Barrera, y que éstos fueron devueltos, meses después, sucios y con quebraduras.

Al respecto, el historiador comenta: “Sólo tengo que decir que mi padre murió hace 32 años y era una persona honorable, biólogo, entomólogo, etnobotánico, fundador de un museo. Murió en Yucatán, donde creó el Centro de Recursos Bióticos. El único animal que le he llevado fue a su tumba, hace dos años: un jaguar de 10 centímetros, hecho por un artesano chiapaneco, como homenaje, para recordar que con él vi por primera vez un jaguar en la selva. Fuera de eso, él no tuvo ningún negocio.

El préstamo a esa tienda fue parte de un proyecto de actividades extramuros, con el fin de difundir el museo. Gracias a ese intercambio, la empresa donde se exhibieron los animales dio dinero para traer una exposición acerca de la mariposa monarca. A los animales no les pasó gran cosa, incluso los rescatamos del deterioro, porque estaban a punto de darse de baja, luego de varios años de formar parte de un programa para invidentes, concluyó.