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Dulce María Granja dictó una conferencia en la Cátedra Religión y Sociedad

La dignidad humana, antítesis del egocentrismo, cada vez es más relegada

Vivimos una crisis de identidad, legitimidad y soberanía del Estado-nación, dijo la investigadora

La debacle de la familia quizá es el primer problema en un escenario de desesperanza, señaló

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Dulce María Granja, académica de la UAM Iztapalapa, durante su disertación en el Centro Universitario CulturalFoto Luis Humberto González
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En la imagen, Miguel Concha (al centro), entre el públicoFoto Luis Humberto González
 
Periódico La Jornada
Sábado 9 de marzo de 2013, p. 4

En este momento vivimos una crisis de identidad, legitimidad y soberanía en el Estado-nación. A esa crisis se suma la económica que ha puesto de manifiesto una crisis moral, y estamos en un momento difuso de inestabilidad que afecta a los sectores culturales, políticos y económicos en el que la filosofía puede ser una herramienta para la comunicación y en el que la religiosidad se convierte en parte fundamental del ser humano, señaló la investigadora Dulce María Granja, durante su conferencia Religión: una civilización desesperanzada, que la noche del jueves ofreció en el contexto de la Cátedra Religión y Sociedad, convocada por el Centro Universitario Cultural (CUC).

En esta crisis moral la relación con el otro y la exigencia de justicia ya no forman parte del sentido de la vida, y no obstante que son diversos los factores que han contribuido a la crisis financiera, en sus raíces hay una crisis moral (...) porque la honradez y transparencia están ausentes de la actividad económica y política. El objetivo del orden económico ya no es el bienestar de la sociedad, este concepto de dignidad humana que es la antítesis del egocentrismo, se ve cada vez más relegado, añadió Granja, quien ha traducido varios de los libros de Immanuel Kant y es investigadora en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) unidad Iztapalapa.

“En contraste con lo que supone el concepto de dignidad humana para el cual hay valores no negociables, hoy todo está permitido, hoy hemos roto todo código moral, hoy todo está justificado por el gusto y deseo de quien realiza algo. Hay un aumento del individualismo que resquebraja diferentes formas de la sociedad, comenzando por la más rudimentaria de las formas sociales: la familia, y los primeros que la resienten, son los que menos tienen, los niños y los jóvenes, la crisis de la familia –ahora parece que tampoco sabemos qué es la familia–, es quizá el primer problema de la sociedad contemporánea.”

El vértigo de la soledad

Hoy el vértigo de la soledad con el culto del yo, liberado de cualquier atadura o vínculo y la desorientación provocada por la globalización, acentúan aún más el ensimismamiento y la tentación de encerrarse en sí mismo, aseveró Dulce María Granja.

Ante las transformaciones, conflictos e incertidumbres de una sociedad cada vez más compleja y globalizada, quizá la filosofía pueda ser una herramienta útil para la comprensión del mundo y del uso público de la razón, para la comunicación razonable, para prevenir a la humanidad de los males que afrontamos en un mundo como el de hoy. Especialmente cuando tienen lugar choques culturales y enfrentamientos religiosos, cuando se promueve la injuria racial o la incitación al odio religioso.

La filosofía debe insistir en promover el diálogo racional y dar prioridad a la denominada emergencia educativa que va acompañada de otras emergencias que afectan a la persona y sus relaciones fundamentales. De no resolverse estas problemáticas de emergencia el futuro del mundo y de la humanidad entera estaría marcado por un empobrecimiento no sólo económico y social, sino también humano y espiritual. Así pues, parece que hay una crisis de la esperanza y que vivimos en una sociedad desesperanzada.

Esa crisis de la esperanza lleva aparejada la crisis de la sociedad, pero ¿puede nuestro mundo tener esperanza?, preguntó Dulce María. “Al repasar la historia vemos que las religiones han sido siempre una constante en la cultura humana, han sido grandes formadoras de cultura de identidad, de sentido, de trascendencia a lo largo de la historia.

Las religiones han sido un elemento de relevancia en la definición del carácter de las civilizaciones. Es decir, en la configuración de su identidad, la religiosidad no es un fenómeno político, aunque sus consecuencias impacten sin duda en el mundo de la política. La religiosidad es un fenómeno cultural, complejo, que incide en la intimidad de cada persona. Pasa por la sociedad y se expande a la cultura y la historia, las religiones han sido una poderosa fuerza civilizadora, en el sentido de que son factores de identidad constante. Se puede tener simpatía o aversión a las religiones, pero no se puede negar su importancia, su peso cultural ni su presencia en la vida individual y social. La diversidad religiosa va ganando terreno en la sociedad civil.

La Cátedra Religión y Sociedad continuará los días 14 y 21 de marzo, con una pausa de dos semanas y se reanudará el 11 de abril en el CUC (Odontología 35, colonia Copilco). Informes e inscripciones en el teléfono 56596797 o el correo electrónico [email protected].