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Postulada al Óscar y con exitosa presencia en festivales, se estrenará en México el viernes

Blancanieves, experiencia sensorial que pretende hacer soñar: Pablo Berger

La película, que ya ha sido vendida en todo el mundo para su exhibición, no es una copia del cine mudo; se mueve con mirada al pasado, pero está hecha para el público de hoy, afirma el director, un bilbaíno arriesgado y loco

Se trata sólo de una cinta musical sin diálogos

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Maribel Verdú en fotograma del largometraje
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Daniel Giménez Cacho en fotograma del largometraje
 
Periódico La Jornada
Lunes 19 de agosto de 2013, p. a13

Blancanieves, obra literaria de los hermanos Grimm que ha sido contada un sinfín de ocasiones, llega de nuevo a la pantalla grande. Ahora es la versión de un bilbaíno arriesgado y loco, al que algunos productores llamaron así luego de que les comentaba el guión: película muda, es decir, sin diálogos, en el contexto de la tauromaquia y ubicada en España de finales de los años 20.

La historia era de una bella joven con una triste infancia, marcada por su terrible madrastra, la cual decide alejarse de su pasado burgués en compañía de una tropa de enanos toreros.

Sólo con narración sonora y con una estética del cine de los años 20, del expresionismo alemán, del cine de Abel Gance o Theodor Dreyer, pero rodada con la misma pasión que en su primer cortometraje en formato súper 8, Pablo Berger filmó Blancanieves, película que se estrenará comercialmente en México el próximo 23 de agosto.

Blancanieves tardó ocho años en hacerse, pero ahora es una de las cintas españolas más exitosas: consiguió 10 premios Goya –que entrega la academia de cine de España–, fue nominada a mejor cinta extranjera en los Óscar y tuvo éxito en festivales como el de San Sebastián. Además, ahora ya está vendida para su exhibición en todo el mundo.

Mezcla de géneros

“Blancanieves no es una copia del llamado cine mudo; tiene otros ritmos y códigos; se mueve con una mirada al pasado, pero está hecha para el público de hoy. Ofrece mucha información y una mezcla de géneros: melodrama, humor negro, terror, fantasía... Está planteada como una experiencia sensorial que pretende hacer soñar. Si el espectador no sale satisfecho, les devolvemos su dinero”, bromea Berger en entrevista con La Jornada.

Originario del País Vasco, Berger dirige en Blancaniueves a sus actores de forma realista para que pudieran transmitir todas las emociones a través de la mirada. Cuando ensayaba con Maribel Verdú, Daniel Giménez Cacho, Angela Molina o Macarena García, aproximábamos las secuencias como si fuera una película con diálogos, como un drama contemporáneo. La razón es que a finales de los años 20, los grandes directores como Murnau, Dreyer o Sjostrom, comenzaron a alejarse de la sobreactuación.

Considera: Al espectador no le tiene que asustar la palabra muda, que no me gusta, porque se trata de una cinta musical, sin diálogos. El público le tiene que dar una oportunidad porque una cinta como esta exige mayor participación, pero es una exigencia que vale porque sí se entra en el viaje.

Berger explica el origen de su largometraje: “Fue una foto que en los años 90 descubrí en el libro España oculta, de Cristina García Rodero. En esa imagen aparecen unos enanos toreros. Entonces me pregunté qué pasaría si colocaba al personaje de Blancanieves, pero vestida de torera. Como amo al cine mudo, la ubiqué a principios del siglo XX, y en los años 20, porque en España en ese tiempo los toreros eran los reyes, los únicos que podían congrerar a 20 mil personas”.

Agrega: Pensaban los productores que me había vuelto loco por querer hacer una cinta como esta. Ahora llegar a la meta y encontrarme con un montón de medallas ha sido grandioso. No puedo promoverla en todos lados, pero me he tomado un año de mi vida acompañarla y coger el megáfono para decir: pasen, veánla.

Pablo Berger asegura que el viaje ha sido largo, pero maravilloso. Ocho años de obstáculos, pero sigo con la misma ilusión que cuando rodé mi primer película en súper 8 y escuché el correr de la cinta. Es una necesidad: yo tengo que hacer películas aunque tarde años. Cogí el camino más largo, pero todo me salió desde las vísceras. Talento no sé si tengo, pero tesón sí. Tienes que creer en tus guiones, porque si no, cómo te levantas en ocho años y sigues creyendo que puede funcionar. Hay momentos de flaqueza pero, por ejemplo, tengo a mi lado a una mujer que también es mi colaboradora.

Asegura que antes que director soy espectador. Me encanta el expresionismo alemán, el cine de Gance o Murnau. Por eso quise hacer algo partiendo de lo que habían hecho estos grandes, pero con algo más novedoso para el público de hoy.

En cuanto al contexto del filme, en la tauromaquia, afirma: No estoy en contra de la fiesta taurina, pero no soy taurino. Crecí en un momento en el que esta fiesta era parte de nuestra vida, porque incluso la proyectaba la televisión abierta. No tengo complejos sobre mis orígenes, sobre quién soy y qué representa a España, pero lo que me interesa mostrar de la tauromaquia es la iconografía, lo que representa: la vida y la muerte. En eso me he centrado, y he ubicado a Blancanieves en los años 20 porque los toros eran parte de la sociedad. Además, para muchos directores su sueño es hacer una cinta en blanco y negro, y yo ya la hice. Ese formato es poético; es abstracción, lo más cercano al mundo de los sueños, porque para mí el cine es soñar despierto. El blanco y negro presenta miles de tonalidades y el auditorio siempre busca algo original.

La película cuenta con actores de primer nivel. El productor es Berger e Ibón Cormenzanan y Jérôme Vidal. La música extraordinaria es de Alfonso Vilallonga. La foto es de Kiko de la Rica y el montaje de Fernando Franco.

Los directores somos como el seleccionador nacional de futbol. Además, un director es tan bueno, como la suma de su equipo, asegura Berger para quien la dirección de actores es, junto con el guion, el proceso más delicado de una película para que resulte creíble de cara al espectador. El cine trata de transmitir emociones, pero quien las transmite no son otros que los propios actores. A través de sus acciones, lo que dicen, su lenguaje corporal y por encima de todo su mirada. El encargado de que estas emociones traspasen la pantalla es el director.

Blancanieves es una película cara, pero Pablo Berger es optimista, aunque sabe que en España, como en muchas partes del mundo, la situación es dura y una especie de tendencia, pero el cine y la cultura son artículos de primera necesidad, como la salubridad y la educación. El cine no es sólo entretenimiento, sino es medicina para el alma, algo necesario. No podemos ser derrotistas, los directores tenemos que mirar hacia adelante, porque el espectador nos necesita y nosotros a él, hay que luchar y estar indignados, para que la cultura no pierda importancia en la vida contemporánea.