Opinión
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Oaxaca: el costo de ser diferentes
E

n las comunidades indígenas del país avanza la construcción de la diversidad en distintos terrenos. Son los habitantes de los propios pueblos originarios los principales actores del proceso. En la mayoría de los casos las comunidades han encontrado formas de asimilar cambios culturales, a la vez que preservan determinados elementos identitarios, y/o los van adecuando a la adquisición de conductas antes ajenas.

Una de las diversidades realmente existentes en los pueblos indígenas del país es la pluralidad de credos religiosos. En sentido contrario a la creencia más o menos generalizada de que existe en los pueblos indios de México cierto monolitismo religioso, mezcla de catolicismo romano con expresiones religiosas prehispánicas, sumamente reacio a otros credos, lo cierto es que desde inicios del último tercio del siglo XIX en distintas partes del país el cristianismo evangélico ha sido bien recibido por una parte de la población indígena.

De los muchos casos que podríamos citar sobre la afirmación anterior, nada más menciono dos documentados por Ignacio Manuel Altamirano en 1870. A él le llamó la atención que indígenas de Xalostoc y Chimalhuacán adoptaran con entusiasmo el protestantismo. Cuando fueron hostigados, perseguidos y encarcelados por haber optado por la mencionada creencia, Altamirano decididamente defendió a los indígenas protestantes y arguyó en favor de las leyes de Reforma juaristas que protegían su libertad de elegir uno u otro credo religioso.

A casi ciento cincuenta años de los casos referidos por Ignacio Manuel Altamirano tiene lugar en San Francisco Tutepetongo, población que pertenece al municipio de San Juan Bautista Cuicatlán, Oaxaca, un episodio de opresión contra indígenas cuicatecos evangélicos. En una nota informativa del reportero Huguet Cuevas para el portal www.noticiasnet.mx se consigna que 12 familias fueron amenazadas de que les van a cortar el agua de no cooperar económicamente para las festividades del santo patrono de San Francisco Tutepetongo. Obviamente el santo patrono de la localidad es parte del santoral católico romano, y los evangélicos argumentan que no desean cooperar para una festividad cuyo significado no comparten.

La nota agrega que los amenazados pertenecen al templo cristiano Roca de Salvación, que forma parte de la asociación religiosa Más que vencedores, con presencia tanto en la etnia cuicateca como en la capital del estado y la región de Tuxtepec, quienes aseguraron que aceptan colaborar en cualquier otra actividad benéfica para el pueblo, pero no para la Iglesia católica del lugar. El director de la asociación religiosa, Samuel Sánchez Mazas, ha explicado que el sistema de riego con que cuenta San Francisco Tutepetongo fue construido con la participación de todos los habitantes de la comunidad, incluidos los evangélicos, por lo que suspenderles sus derechos es a todas luces una flagrante violación a sus garantías individuales.

La decisión de sancionar a los evangélicos fue tomada el 4 de agosto por la asamblea de Tutepetongo, decisión con la que estuvo en contra la autoridad municipal. De todas maneras hay un grupo que busca a toda costa implementar el corte de agua y otros servicios a los protestantes. Ante la posibilidad de que esto acontezca, el representante de los cuicatecos evangélicos acudió a la dirección de Asuntos Religiosos de la Secretaría General de Gobierno de Oaxaca, a cargo de Francisco Zavaleta Rojas. El funcionario en cuestión aseguró, de acuerdo con la nota de Huguet Cuevas, que es imposible resolver este tipo de conflictos y nada más dio evasivas al requerimiento del director de la asociación religiosa a la que pertenecen los amenazados para que implementara medidas precautorias con el fin de evitar el ataque a los renuentes a cooperar con la festividad católica.

El director de Asuntos Religiosos se condujo como lo hacen sus similares en otros estados del país en que hay casos parecidos al de Tutepetongo. En lugar de actuar para proteger los derechos de los hostigados, evade su responsabilidad constitucional y favorece a quienes buscan imponer a toda costa una identidad social y religiosa que debería ser apropiada voluntariamente.

El caso de Tutepetongo pone de nueva cuenta en el escenario que la pluralización tiene lugar en las comunidades indígenas porque un segmento de ellas se identifica con alternativas de vida distintas a las tradicionales. Unas y otras pueden articularse y convivir para fortalecer el sentido comunitario, solamente que sobre nuevas bases, ya no con el común denominador de una religiosidad compartida por todos y todas los habitantes del poblado. Puede haber coincidencia en unir esfuerzos para la realización de obras benéficas para el conjunto de la población, sin distingos de religión y/o militancia política, como mejoramiento de los caminos, ampliación de espacios escolares, forja de cooperativas de producción y consumo, etcétera; pero no imponer participación generalizada en festividades religiosas que se relacionan directamente con una identidad particular, en este caso el catolicismo.

Los cuicatecos evangélicos están pagando un costo por ser diferentes, por no ceñirse a una identidad religiosa que permaneció inalterada por mucho tiempo. Por todas partes inicialmente la diferencia agita las aguas, corresponde a varias instancias, las autoridades gubernamentales entre ellas, darle cauce y entrada en el espacio social y cultural que no debe ser coto particular de nadie.