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Ver día anteriorLunes 13 de enero de 2014Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Desigualdad y pobreza 50 años después
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mediados de los años 60 el presidente Lyndon Johnson, siguiendo los principios de John F. Kennedy, lanzó su programa para superar la pobreza de buena parte de la sociedad estadunidense. Cincuenta años después, la pobreza y la desigualdad continúan siendo motivo de decenas de artículos en torno a lo que parece ser parte del panorama cotidiano en el país.

Recientemente, el presidente Obama pronunció un discurso que dimensiona su preocupación por el aumento de la desigualdad y la pobreza. No sólo sus simpatizantes, sino también sus más acérrimos enemigos, han suscrito las preocupaciones del mandatario, aunque con un diagnóstico diferente. Varios legisladores republicanos han declarado su sorpresa por la falta de efectividad en el apoyo económico a los que más lo necesitan. Tal vez la declaración más estruendosa provino del representante Paul Ryan, responsable de la elaboración del presupuesto, quien declaró que las redes de protección social del gobierno han fallado miserablemente. Lo irónico es que él y sus colegas republicanos han sido quienes con más fuerza y convicción se han opuesto al gasto social.

En uno de los análisis más pesimistas sobre la inequitativa distribución del ingreso, el economista Bradfor DeLong, quien fue secretario adjunto del Tesoro durante la administración del presidente Clinton, concluye, entre otras cosas importantes, que en 2014 el ingreso per cápita de los estadunidenses decrecerá en 9 mil dólares. Eso se traducirá en un menor consumo de bienes, menos gasto en vacaciones, menor ahorro e inversión, y, por tanto, en un deterioro del nivel de vida para 90 por ciento de estadunidenses. El otro 10 por ciento continuará acrecentando su ingreso y, con ello, la desigualdad.

Vale recordar lo que Dwight Macdonald escribió en New Yorker (1963) en referencia a uno de los libros clásicos sobre la pobreza en EU: The Other America, de Michael Harrington. Macdonald nos recuerda que la desigualdad en sí no es un problema mayor. La pobreza, en cambio, sí. La cita viene al caso porque actualmente, en EU, la polémica sobre la desigualdad se empata con la discusión sobre el aumento de la pobreza. De acuerdo con cifras recientes del censo, aproximadamente 15 por ciento de estadunidenses tuvieron ingresos por debajo del nivel de sobrevivencia en 2011. Eso revela una desigualdad abismal, en la que 10 por ciento recibe dos terceras partes del ingreso que produce la sociedad en su conjunto. La consecuencia más evidente de esa inequitativa distribución es un nivel de pobreza inimaginable en el país más poderoso del orbe.

DeLong concluye algo que debería llamar la atención a los mexicanos, tan preocupados por los avatares de nuestra democracia: Los estadunidenses deberían estar tan preocupados hoy por la calidad de su democracia, como lo están por la inequidad en sus ingresos. Tal vez es tiempo de que el combate a la pobreza en México también pase a un primer término.