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Presentaron libro publicado por la Fundación Miguel Alemán AC y el INAH

Logran el primer estudio antropológico de habitantes de la Villa de Guadalupe

Luego de seis años de investigaciones, recuperan el osario hallado en la Capilla de Indios

Documentan la morfología de personas que vivieron entre el 1200 y el 1700

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Algunos de los rostros de habitantes de la Villa de Guadalupe, reconstruidos por los antropólogos mediante el uso de tecnología avanzada de investigaciónFoto Héctor Montaño/ INAH
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Aspecto de la sede de la Fundación Miguel Alemán, donde se difundió el rescate de los restos de un grupo que vivió antes y después de la conquista. Al acto asistió Miguel Alemán VelascoFoto Francisco Olvera
 
Periódico La Jornada
Sábado 8 de febrero de 2014, p. 4

Producto de seis años de investigación de campo, el libro La población antigua de la Villa de Guadalupe Ciudad de México (1200-1700 dC) representa una valiosa contribución para el conocimiento de la diversidad biológica de los habitantes de esa zona y los cambios sufridos por los antiguos pobladores de la ciudad de México que se asentaron en los alrededores de ese importante santuario.

De ello se dio cuenta durante la presentación del volumen realizado por los antropólogos físicos Arturo Romano Pacheco, María Teresa Jaén y Josefina Bautista, la cual tuvo lugar el jueves en la Fundación Miguel Alemán AC.

Publicada por esa asociación civil y el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), esta obra científica contiene los resultados del proyecto de recuperación del osario ubicado en la Capilla de Indios de la Villa de Guadalupe, trabajo de rescate basado en las más avanzadas tecnologías de investigación.

Colaboración de la UNAM

De acuerdo con Alejandro Antuñano Maurer, director de la Biblioteca de la Fundación Miguel Alemán, se trata de un importante estudio de antropología física que, como han señalado sus autores, es la primera oportunidad que ha tenido esta disciplina para estudiar un amplio conjunto de restos óseos de la población de la ciudad de México fechado en el rango de 1200-1700 dC.

Destacó que el proyecto encabezado por el antropólogo Arturo Romano, quien en 1968 identificó los restos de Sor Juana Inés de la Cruz, requirió de una planeación, recuperación, registro fotográfico y análisis osteológico pormenorizado, así como de la realización del inventario y restauración de objetos asociados encontrados en esa población que habitó una de las áreas más emblemáticas de la ciudad de México.

Entre los hallazgos efectuados, mencionó que se encontraron 59 cráneos con deformación cefálica intencional, gran indicio de que esa práctica no terminó, como bien dicen los autores, con la conquista.

Antuñano Maurer reconoció la colaboración del Laboratorio de Antropología Forense del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) para las reconstrucciones faciales de algunos de los individuos hallados, así como para la datación por carbono 14 de los restos, lo cual facilitó el conocimiento de su fisonomía y la antigüedad.

Por su parte, el médico cirujano y antropólogo Luis Alberto Vargas calificó a ese libro, desde el punto de vista científico, como una contribución valiosa para conocer los datos métricos y morfológicos de un grupo humano de los tiempos previos a la conquista y los primeros siglos posteriores a ella.

Apuntó que los restos fueron encontrados en el osario dentro de una cripta de la Capilla de Indios de la Villa de Guadalupe, cuya construcción se ubica en 1547, la cual fue ampliada luego en 1649 y, de nuevo, en 1932 y 1957.

Allí se encontraban representados cuando menos 305 adultos, de los que 155 eran hombres, 124 mujeres y en 26 no se pudo determinar el sexo. Además, había 13 subadultos, 12 adolescentes y 99 niños. Las fechas de carbono de las muestras estudiadas los ubican en promedio entre los años 1236 y 1716, aunque la mayoría son de finales del siglo XVI y XVII, indicó.

“El estudio –prosiguió Luis Alberto Vargas– indicó que la muestra podía dividirse de acuerdo con la característica de los cráneos en 19 indígenas. Es decir, aquí la habilidad de los especialistas les permitió identificar a través de la morfología de la cara que eran indígenas poco mestizados o no mestizados. Había 33 mestizos en los cuales predominaban los rasgos europeos, 34 europeos, una mujer negroide y tres que no pudieron ser clasificados”.

Esto permite constatar que se trata de una población diversa que con gran posibilidad vivió al menos llegó a morir en el entorno de la Villa de Guadalupe.

Según el investigador, la población novohispana, recién terminada la conquista, realizó un pronto e intenso mestizaje biológico en el que, a pesar de lo que suele pensarse, no sólo participaron los indígenas y los españoles.

También  lo hicieron los africanos, traídos inicialmente como esclavos; orientales, sobre todo filipinos, que llegaron en los viajes de los llamados galeones de Manila; otros europeos no españoles, sin olvidar otra contribución que se ha soslayado, que son indígenas de Sudamérica que llegaban con los viajes que circulaban por el Pacífico, agregó.

Homenaje a María Teresa Jaén

En opinión del antropólogo, uno de los grandes logros de este estudio ha sido la reconstrucción de la apariencia de varias de las personas cuyos restos se encontraban en dicho osario, algunas de ellas anteriores a la conquista, otros del siglo XVI y principios del XVII y una mujer de origen africano.

En la presentación el libro La población antigua de la Villa de Guadalupe Ciudad de México (1200-1700 dC), a la cual asistieron como invitados de honor el ex gobernador de Veracruz Miguel Alemán Velasco y el cardenal Norberto Rivera, participaron las antropólogas María Eugenia Peña Reyes y Josefina Bautista Martínez, esta última participó en la investigación.

En sus respectivas intervenciones, las especialistas reconocieron la invaluable aportación de Arturo Romano Pacheco al desarrollo de la antropología física en México, y rindieron homenaje póstumo a la maestra María Teresa Jaén, fallecida a finales de enero pasado, a los 81 años.