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Alucinante fantasía ecuestre
 
Periódico La Jornada
Sábado 15 de febrero de 2014, p. 9

Una sucesión de fantasías visuales y auditivas conforman la liturgia ecuestre del espectáculo Calacas, que hasta el 24 de marzo atraerá a buena cantidad de público a la Carpa Santa Fe.

Basado en los personajes de José Guadalupe Posada, esta alegoría mortuoria de difícil descripción, pues como el mismo Bartabas –genio-coreógrafo-entrenador-generador del espectáculo– a lomos de espléndidos corceles señala, hay que presenciarlo para tener una idea de lo que se trata. Pero puede decirse, finalmente, que es una poética fusión de baile, música y hasta magia para los sentidos.

En los límites del centenario de cuando a Posada se lo llevó la parca, la tropa de Zíngaro –así se llama la compañía, y que, dato aparte, tal era el nombre del caballo preferido de Bartabas, fallecido hace unos años en Nueva York a causa de un cólico– rinde homenaje al caricaturista mexicano con la caracterización de sus singulares calacas.

Si bien en una competencia ecuestre el jinete controla a la bestia, aquí el caballo lleva libremente el ritmo, hace las cosas podría decirse que a su antojo, mas no en forma desordenada, sino en una secuencia de fluidez de movimientos.

Aunque no tan sólo es de admirarse el desempeño de los caballos, que trotan y corren a galope tendido en las dos pistas que conforman el escenario, también es de resaltarse la actuación de los músicos chilenos, excelentes tamborileros que abren y ponen el punto de cierre a la función.

Los cuadros que componen la hora y 40 minutos del espectáculo se suceden con cambios de ritmo cómo el que ejecutan los entrenados cheveaux, que como detalle adicional ni se zurran ni se orinan.

No hay palabras, no hacen falta: el alucine está a la vista con lo que se presencia y al oído con la música, ya en vivo, ya grabada.

Del rítmico trotecito al elegante dressage de los amos del espectáculo, que en veces en el redondel superior del rústico graderío de madera jalan las pintorescas carretas.

El entendimiento del binomio humano-cuadrúpedo se da, de acuerdo con Bartabas, de la estrecha convivencia que tienen entre sí tanto en el fuerte de Aubervillies, al norte de París, donde está la base principal de operaciones, como en las giras que ya los han llevado por medio mundo.

Unos mexicanísimos guajolotes complementan el cuadro inicial, para sorpresa de la galería; la perrita Lily sale a escena con un caballo y las nostálgicas notas de un cilindrero y luego un cisne ingresan también a la escena.

Bartabas, quien entre otras actividades de su gitana existencia ha sido bailarín, relata que Posada es referencia común entre los caricaturistas europeos, y que de ahí le nació la curiosidad de algún día elaborar un guión sobre él. Hoy lo disfruta con gran satisfacción en el suelo mismo del dibujante, y bien que lo demuestra en el baile final rodeado por toda la compañía.