Joaquín El Chapo Guzmán planeó su fuga durante un año. En el Centro Federal de Readaptación Social (Cedereso) número 2, Puente Grande, formaba parte del grupo de capos que controlaba la prisión: podía tener mujeres en su dormitorio varias semanas; le enviaban un menú para que escogiera que quería comer o mandaba llamar al responsable de la cocina para darle indicaciones; lo dotaban de bebidas alcohólicas y Viagra; tenía aparatos eléctricos y teléfonos celulares, informó en enero de 2001 la Procuraduría General de la República (PGR).

Las anomalías que se vivían en la prisión y las quejas presentadas por varios custodios seis meses antes de que se fugara Guzmán Loera –por el abuso de que eran objeto por los narcotraficantes– no fueron atendidas por las autoridades penitenciarias federales ni por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH).

La descomposición de los mecanismos de control del Cefereso número 2 comenzaron en 1999, cuando Dámaso López Núñez, El Lic (considerado hoy uno de los hombres más cercanos a Guzmán Loera), se convirtió en subdirector de seguridad del centro penitenciario y eso permitió que El Chapo Guzmán, Héctor El Güero Palma Salazar y Arturo Martínez, El Texas, controlaran la cárcel.

En el año 2000, Guadalupe Morfín Otero, entonces presidenta de la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Jalisco, informó que recibieron quejas de varios custodios del centro penitenciario que afirmaron ser hostigados para dar trato de privilegio a algunos narcotraficantes. El organismo informó a la CNDH, pero esta institución se negó a intervenir, con el argumento que se trataba de una situación de acoso laboral.

Asimismo, Guadalupe Morfín narró a La Jornada, el 18 de enero de 2001 (sin saber que un día después se fugaría Guzmán Loera), que tenía programada una reunión con Jorge Tello Peón para reportar la situación que prevalecía en el Cefereso número 2; pero cuando el entonces subsecretario de Seguridad Pública Federal se dirigía al encuentro, informó a la ombusdman que iba acompañado de Leonardo Beltrán Santa, director de Puente Grande. Entonces ella decidió cancelar la cita porque su seguridad se puso en riesgo.

Beltrán Santana fue uno de los 71 servidores públicos acusados de haber protegido la fuga de Guzmán Loera y de garantizar que éste diera indicaciones (de cómo) se elaboraba el rol de vigilancia y custodia para que personal de su confianza pudiera servirlo.

Según las investigaciones de la PGR, Guzmán Loera inventó una historia para huir de la prisión. El 13 de enero “llamó a su celda a Miguel Ángel Amador, a Jaime Sánchez Flores y a otros miembros del personal de vigilancia. Les dijo que deseaba ayudar al maestro del taller para sacar un kilo de oro que había reunido con los residuos que recuperaba de los trabajos que realizaban los internos, pero que no tenía confianza en el personal de seguridad y por eso acudió a él (El Chapo), porque sabía que tenía mucho dinero y no le robaría”.

En la averiguación previa PGR/UEDO/ 001/2001, se menciona que el 19 de enero de 2001, Guzmán Loera fue informado que por orden de Tello Peón sería trasladado a otra prisión. La orden no fue cumplida por el director del Cefereso, y a las cuatro de la tarde comenzó la fuga con la frase: Van a sacar la basura que tú ya sabes.

A las ocho y media de la noche El Chapo fue sacado del penal –según la versión oficial– en un carrito de lavandería.

En noviembre de 2001, Dámaso López renunció a su cargo, pero dejó las condiciones para la fuga. Se convirtió en compadre de El Chapo, y su hijo Dámaso López, El Mini Lic, líder de un grupo de sicarios conocidos como Los Antráx, ha sido considerado por la agencia antidrogas de Estados Unidos como el posible sucesor de El Chapo Guzmán, tras la reaprehensión del capo el pasado 22 de febrero.