Sociedad y Justicia
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Yo agradezco, porque no aguantamos hambre, dice salvadoreña

La sociedad mexicana sí discrimina, expresa refugiada en encuentro
 
Periódico La Jornada
Viernes 7 de marzo de 2014, p. 43

Una sociedad como la mexicana, que se caracteriza históricamente por migrar, no siempre muestra su cara más amable con los viajeros de otros países que buscan su destino en esta tierra o se ven forzados a vivir un tiempo en ella.

Dicha contradicción ha sido vivida por mujeres solicitantes de asilo en México, quienes durante un encuentro organizado ayer por colectivos de derechos humanos y apoyo a los migrantes, contaron las experiencias que han vivido al tratar de adaptarse a una nueva vida en este país.

Elda, originaria de Venezuela, llegó hace poco más de un año con su hija menor de edad, y aunque la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar) le otorgó en unos cuantos meses ese estatus legal, los problemas para ella comenzaron al momento de buscar trabajo, debido a la falta de documentos que se lo permitieran.

Aunque sus experiencias en el tiempo que lleva viviendo en México no han sido del todo negativas, la mujer todavía mantiene muy fresco el recuerdo de cuando alguien le preguntó ¿por qué no te regresas a tu país?, con un tono agresivo y hostil.

Me quedó la molestia. ¿Cómo es posible que la sociedad mexicana, que por naturaleza está formada por migrantes, sea tan cerrada con los extranjeros? Podría ser más fácil la adaptación si la gente no fuera tan cerrada o si expresara su curiosidad por los otros de una forma más sutil, consideró.

De igual forma, Elda tuvo que soportar que los compañeros de escuela de su hija le hicieran bullying por su acento. La sociedad mexicana sí es discriminatoria y eso es muy feo. Cuando vivimos aquí ya es diferente, pero poniéndolo en perspectiva no son tan abiertos.

Fue muy duro estar recién llegada

Para Ledia, de Honduras, la experiencia de la adaptación tampoco fue sencilla. Desde la comida hasta la negación de servicios básicos de salud para su hijo de brazos, la hicieron sentir desesperada y con ganas de volver a su lugar de origen.

Fue muy duro estar recién llegada, pero me fui adaptando poco a poco. Algunas personas nos han ayudado, pero no he podido conseguir trabajo por no tener documentos. Mi esposo también ha luchado bastante desde que llegó a México para conseguir trabajo y a veces me dice que se quiere ir a otro país, contó Ledia, para quien la parte más difícil de este proceso ha sido el estar lejos del resto de su familia.

Tal vez el caso menos dramático es el de Eva, salvadoreña de origen de 80 años de edad, quien desde hace más de tres décadas vive en México junto con sus hijos.

En circunstancias que no siempre se repiten con muchos de sus compatriotas, ella pudo salir adelante dando clases de costura, cultivando hortalizas y criando algunos animales de granja, además de con los ingresos de uno de sus hijos, dedicado a la mecánica.

De esta forma pudo superar poco a poco la incertidumbre y el miedo que le produjo el asesinato de su hijo por el ejército de El Salvador. Así ha sido mi vida: puro trabajar. Pero le agradezco a México porque no aguantamos hambre.