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Pat Metheny: el relámpago como obra maestra
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Pat Metheny y el grupo The Way up Live, en febrero de 2008
 
Periódico La Jornada
Sábado 12 de abril de 2014, p. a16

Estamos ante una obra maestra: KIN, el nuevo disco de Pat Metheny (Misuri, 1954) es un parteaguas en el concepto jazz, en la manera de entender la instrumentación, la sintaxis, el vocabulario, la suma de vertientes que caen en cascada a lo largo de nueve piezas de vario linaje cuya vertebración, recia, se extiende a la manera de un relámpago sobre el paisaje nocturno y le otorga una luminosidad, un relieve semejante al hallazgo de lo cotidiano, pues todo en este álbum es hallazgo y al mismo tiempo territorio andado, conocido. Un parpadeo.

He aquí una obra de madurez, luego de una trayectoria luenga donde distintos rumbos han dejado huellas hondas pero ha llegado el momento, consideró Metheny, de desandar los pasos, recorrer las huellas y en el retorno trazar caminos novedosos.

Todo es innovación y todo es constante. El título, por cierto, es una palabra primordial, KIN, seguida de un icono, una suerte de logo: dos flechas en sentido contrario encerradas en un paréntesis.

También la banda es nueva: Pat Metheny Unity Group, en sustitución de la ya tradicional, familiar, constante Pat Metheny Group, que dejó discos memorables en su transitar.

Quien sigue junto a Metheny es, desde hace 12 años, es el baterista mexicano Antonio Sánchez. La adición notable es, un anhelo de Metheny postergado, el alientista Chris Potter, maestro del sax tenor y aquí hace lucir también un clarinete bajo, un sax soprano, un clarinete y dos flautas: una bajo y otra contralto.

Completan la banda Ben Williams en bajo acústico y eléctrico y otro gran alientista: Giulio Carmassi, quien se reparte también en piano, trompeta, trombón, corno francés, violonchelo, vibráfono, clarinete, flauta, flauta dulce, sax alto, piano eléctrico wurlitzer, canto y chiflidos. Sí: chiflidos, esa antigua y noble manera de hacer música que por momentos se ha perdido.

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El músico Pat Metheny, durante una entrevista con La Jornada, el 25 de marzo de 2011Foto Guillermo Sologuren

Nombrada esta parte del instrumental utilizado en este álbum, sólo faltaría el arsenal tras el cual se atrinchera el maestro Metheny: guitarras acústicas y eléctricas, guitarra-sintetizador, sonidos electrónicos, sintetizadores y el fabuloso artefacto de su genial invención: el orchestrion (http://i.like.it/QaIHH) esa orquesta de robots que él dirige desde las cuerdas de su guitarra.

Todo eso conduce al espíritu que alumbra el nuevo disco de Pat Metheny: la orquestación, el tejido de armonías, la estructura de invenciones donde 11 instrumentos convierten la antigua palabra banda de jazz en orquesta, en la más amplia de las acepciones, pues una orquesta es una suma armonizada de voluntades, individualidades, labor de equipo y eso es lo que se escucha en KIN: una riqueza de sonidos, texturas, propuestas, experimentos.

Eso, experimentación. El disco es opulento en audacias, conjunciones eclécticas, sorpresas y re-encuentros, como el track segundo, que rinde homenaje a Paco de Lucía (el disco se concibió y grabó cuando el maestro aún vivía) y así en distintos episodios de las obras, engarzadas en lógica orquestal, encontramos a Antonio Carlos Jobim, por igual que Steve Reich, Thelonious Monk, John Coltrane, Erik Satie, Igor Stravinsky, entre otros hallazgos insospechados.

El nuevo disco de Metheny es uno de esos trabajos de digestión lenta. Al paso de los días, cuando ya lo hemos escuchado más de 15 veces, empieza a desgranarse, en claridad de relámpago en cámara lenta, la suma de géiseres, volcanes, ríos y manantiales que fluyen clamorosante en esta obra maestra.

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