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Alejandro Fernández ofreció el primero de nueve conciertos que dará en el recinto de Reforma

De crooner a charro, El Potrillo dio alma y corazón en el Auditorio

Vamos a desnudarnos... musicalmente hablando, aclaró ante los gritos de ¡Quiero! y ¡Yo me encuero!

Se despidió con Las llaves de mi alma, Por tu maldito amor, Mujeres divinas, Me voy a quitar de en medio y De qué manera te olvido, popurrí que multiplicó los aplausos

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El Potrillo Alejandro Fernández en el Auditorio NacionalFoto Fernando Aceves
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Momentos cimeros del primero de los nueve conciertos de Alejandro Fernández, que se prevé reúnan un total de 90 mil espectadoresFoto Fernando Aceves
 
Periódico La Jornada
Viernes 16 de mayo de 2014, p. 8

La noche del pasado miércoles, El Potrillo Alejandro Fernández convirtió el Auditorio Nacional en una sala de conciertos, donde brilló como crooner, y en un palenque, en el cual fue un charro de estampa, en el primero de nueve conciertos que ofrecerá y en el que se prevé concitará 90 mil espectadores.

Las presentaciones forman parte de su Confidencias World Tour, que ha registrado llenos totales, basado ahora en su nuevo disco, Confidencias, que ocupa el primer lugar de venta en 19 países.

Desde la salida de la estación Auditorio del Metro se sentía el imán de taquilla de Álex, como le llaman sus admiradoras, pues la reventa ofrecía boletos de abajo, de las primeras filas. Grupos de mujeres jóvenes y de presencia agradable se dirigían a su encuentro con el charro metrosexual, quien recientemente dio una arreglada a la crin; es decir, se hizo cirugía. Damas de 50 años para arriba también fueron a ver al joven con 22 años de carrera, a lo largo de la cual ha cosechado éxitos con apoyo de su padre, El Jilguero de Huentitán, Chente Fernández.

El grueso del público de AF (así imprime su sello en sus caballos) tiene coche, pero el estacionamiento que está a un costado del coloso de Reforma está clausurado, por lo que se complica la llegada. Ante eso, una voz en off informó que para dar tiempo a que llegaran los atrasados el recital comenzaría en unos minutos. Se comunicó que varios estacionamientos cercanos son la opción.

A las nueve de la noche se apagaron las luces y unos cuanrtos haces siguieron a Alejandro hasta el centro del escenario, de traje y camisa negros. De inmediato surgieron los chiflidos para chulear al muchacho, que sin más preámbulo interpretó Cóncavo y convexo, de Roberto Carlos, y Se me va la voz. Habló por primera vez: Gracias por estar aquí. Estoy con mis familiares, amigos y ustedes, mis confidentes. Aquí estamos para darles alma, corazón y vida.

Cantó Cuando digo tu nombre, Estuve y Qué voy a hacer sin mi amor, con la que el público se entregó, rendido ante el vozarrón. En lo subsecuente, el pop se convierte en jazz, sobre todo en Hoy tengo ganas de ti. Puro dolor en el mismo lugar al interpretar Procuro olvidarte, otrora cañonazo de Hernaldo Zúñiga.

Vamos a desnudarnos... musicalmente hablando, aclaró, ante los gritos de ¡Quiero!, ¡Yo me encuero! ¡Ah! Se refería realmente a que se escucharían cuatro de sus grandes temas con arreglos nuevos. Con la condición de que ustedes, mis confidentes, canten. Y lo que siguió pegó en alma, pecho y madre: Me dediqué a perderte, “para los profesionales, los que tienen licenciatura en pérdidas; No sé olvidar, No lo beses y Si tú supieras.

Dando unas zancadotas salió del escenario unos minutos. Entró un mariachi que ejecutó unas melodías para hacer tiempo. El Potrillo regresó vestido de charro. Los gritos inundaron toda la rosa de los vientos y uno cimbró a más de uno: ¡Chulo!

La palabra se escuchó nítida y los aplausos se multiplicaron. Álex se arrancó con Dónde vas tan sola, rola cosquilleante no apta para chiveados o pusilánimes.

El momento vernáculo creció con un consejo de oro: Maten a las mujeres, pero con besos. Se oyó Mátalas, para bailarla muy de punta y tacón. Yo sí traigo a México en la piel. Lo tengo tatuado, de verdad. Para él, la ranchera es la música que identifica al mexicano, al igual que el tequila. Qué lastima y Cascos ligeros las dedicó a las mancornadoras que abusan del hombre.

Pero el instante socarrón dio paso a un clímax: Abrázame, donde un solo de trompeta mereció un aplauso.

Es la mujer; No, la inmortal de Armando Manzanero, que Carlos Lico hizo un clásico; Que digan misa, muy del estilo de las de Chente; Nube viajera, metáfora dedicada a una fémina inasible; Tantita pena, en la mitad de la cual Álex se fajó los pantalones ante la emoción de más de una, ademán que copió a Chente.

Mención aparte para Como quien pierde una estrella, que provocó un coro de miles. Ya a esa hora El Potrillo estaba despeinado y procuraba arreglarse el cabello que le caía en la cara. Fue el momento cimero que se alargó a voluntad del intérprete, quien remató con Tu amor me hace tanto bien.

Se despidió, se fue, la hizo de emoción y regresó para complacer con una selección de temas de la voz de su papá, a quien dijo le debe la profesión de entretener a lo ranchero. Cualquier parecido con una cantina es más que coincidencia. Un popurrí de lujo con Las llaves de mi alma, Por tu maldito amor, Mujeres divinas, Me voy a quitar de en medio... hasta De qué manera te olvido.

La gente se retiró y a unos se les fue el Metro. Los siguientes conciertos serán en mayo 16, 17, 18, 23 y 25, así como en junio 6, 7 y 8.