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Ver día anteriorSábado 27 de septiembre de 2014Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Apuntes postsoviéticos

Los otros rusos

A

la luz del decisivo apoyo que brinda Rusia a los separatistas de Donietsk y Lugansk en Ucrania, no es ocioso recordar que, al disolverse la Unión Soviética hace 23 años, millones de rusos despertaron de pronto en otro país diferente al suyo.

Dos décadas más tarde, descontando los pocos que optaron por retornar a la patria, estos son los datos de la presencia de rusos o personas de origen ruso en las antiguas repúblicas soviéticas, expresados en porcentaje en relación con el total de habitantes: Letonia, 27; Estonia, 24; Kazajstán, 20; Ucrania, 17.3; Bielorrusia, 11.4; Moldavia, 9.4; Kirguistán, 9; Lituania, 6; Uzbekistán, 5.5; Turkmenistán, 4; Georgia, 1.5; Azerbaiyán, 1.4; Tayikistán, 1.1, y Armenia, 0.5.

En términos comparativos, los rusos fuera de Rusia que residen en el espacio postsoviético son más o menos 20 millones, el doble de la población de países europeos como Bélgica, Grecia, República Checa o Portugal, por no hablar de los Estados que tienen menos de 10 millones de habitantes.

Vivir fuera de las fronteras de Rusia, inmersa ésta a comienzos de los años 90 del siglo pasado en la caótica transición del socialismo real al capitalismo salvaje encabezada por Boris Yeltsin, supuso para ellos la pérdida de derechos fundamentales y, al cabo del tiempo, en muchos casos los volvió ciudadanos de segunda.

Paradójicamente, en el contexto de la actual guerra fratricida, Ucrania –el país con mayor número de habitantes de origen ruso– era una de las ex repúblicas soviéticas en que más se respetaban sus derechos, al tiempo que los gobiernos pro occidentales o pro rusos que se alternaban en el poder saqueaban por igual a la población tanto en el este como en el oeste. Así sucedió hasta que la desafortunada decisión del Parlamento de prohibir el idioma ruso como oficial, luego revocada, sirvió de detonante para comenzar a dirimir las diferencias con las armas.

En un país de la Unión Europea como Letonia, por ejemplo, quienes no han querido o podido pasar los exámenes para naturalizarse –cerca de 100 mil rusos ya lo hicieron– son ahí nepilso_i (en letón, no ciudadanos), europeos con pasaporte especial para extranjeros sin derechos políticos, la mayoría de origen ruso, pero también ucranio, polaco y bielorruso.

No están mejor –marginados en todo: idioma, religión, trabajo– los rusos que viven en los Estados musulmanes de Asia central. Incluso Kazajstán, uno de los países que se considera más firme aliado de Rusia, expresó preocupación por boca de su presidente, Nursultan Nazarbayev, de que Moscú quiera convertir el norte de Kazajstán, donde se concentran los rusos, en el sur de Rusia.

Por ahora queda sin respuesta qué va a emprender Rusia una vez que se resuelva la crisis de Ucrania, sobre los territorios con población de origen ruso en los países vecinos, a obvia excepción de los que son miembros de la OTAN.