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Mujeres entran al parejo a la lucha
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Foto Guillermo Sologuren
 
Periódico La Jornada
Domingo 5 de octubre de 2014, p. 7

Están muy alerta, cuidan las instalaciones y casi no duermen. Nos quisieron agarrar dormidos, pero se les olvidó que estamos acostumbrados a pasar la noche despiertos, porque siempre tenemos muchas tareas que entregar. Los estudiantes del Instituto Politécnico Nacional (IPN) que mantienen los paros en las escuelas se han organizado en brigadas, en las que participan hombres y mujeres por igual.

En donde las chicas son menos es en la Asamblea General Politécnica, pero lo atribuyen a que en muchas escuelas del instituto las estudiantes siguen siendo la excepción. En la Escuela Superior de Ingeniería Mecánica y Eléctrica las carreras tienen mayor población masculina. Para que tengan una idea, en los cinco edificios con que cuenta, yo sólo conozco dos baños de mujeres, cuenta una estudiante.

Por lo demás, las jóvenes participan activamente en este movimiento estudiantil: son representantes, voceras, se hacen cargo de los víveres o participan en alguna de las distintas brigadas que se han organizado en las escuelas. Hasta de noche la participación femenina es constante. Aceptamos los riesgos; como mujeres, nos da temor, pero estamos todos juntos en esto, sostiene la misma joven.

Hay escuelas donde los víveres empiezan a escasear. Por ello los estudiantes piden donaciones. Necesitan agua, pan, galletas, huevo, frijoles, aceite y algo distinto al atún. Es lo que más han donado. Comemos tortas de atún, sándwich de atún, croquetas de atún, ensalada de atún. Ya hasta han propuesto pastel de atún.

Quien lo desee, puede llevar víveres y cobijas, que también les hacen falta. Eso sí, las donaciones deben hacerse durante el día, porque después de la 10 de la noche nadie entra ni sale de las instalaciones tomadas.

Algunos de los padres de estudiantes son los que les llevan comida. Otros quisieran resguardarlos en sus casas hasta que todo pase: Están en una pelea interna entre dejar que el país siga su avance incierto, y arriesgar a sus hijos, que pelean por evitarlo, comenta una estudiante de la Escuela Superior de Ingeniería Química e Industrias Extractivas (ESIQIE).

En escuelas de Zacatenco y del Casco de Santo Tomás se puede ver a algunos alumnos y alumnas caminando detrás de las rejas. Muchos ayudan sólo de día, pero otros tantos pasan las noches en las instalaciones. Cada tres días o cuando el cuerpo ya no aguanta sin dormir, van a casa a descansar y son relevados.

Algunas escuelas cuentan con laboratorios y oficinas, los cuales son bien resguardados. En la ESIQIE, por ejemplo, que tiene aparatos que emplean uranio, se les ha permitido la entrada a los especialistas que les dan mantenimiento.

Así, cuidando, no durmiendo, protestando, debatiendo, ha pasado poco más de una semana en las escuelas cerradas del Poli.