Opinión
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México SA

Cero, y van dos

Bienio perdido

Promedio: 1.5%

M

uy cerca ya de concluir 2014, por segundo año consecutivo se confirman las estimaciones sobre el muy bajo crecimiento económico en este México modernizado y en movimiento. Y si el gobierno federal de plano no atinaba en tiempos, diríamos, relativamente estables, mucho menos ahora en medio del tremendo zarandeo político y social que vive el país.

Se va 2014, con lo que el primer bienio de quienes decían saber gobernar se suma al de por sí grueso inventario de años económica y socialmente perdidos para los mexicanos. En más de tres décadas, con seis gobiernos involucrados en el periodo y defensores del camino correcto, el resultado más ostentoso es que el bienestar nacional se mantiene en picada, en vías de empeorar.

Con la atención centrada en los execrables acontecimientos en Iguala, aderezados con los de Tlatlaya y el deplorable ambiente de violencia, el deteriorado curso económico del país ha pasado a un lejano segundo plano, no obstante ser una de las causas concretas y permanentes de la profunda inconformidad y hartazgo de los mexicanos.

Cierra el año, pues, y la economía mexicana sigue con el freno puesto, como bien lo advierte el Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC), que recuerda algo elemental para el resumen de esas tres décadas y sus seis gobiernos: no pueden esperarse resultados diferentes mientras sigan haciendo lo mismo. Y en 2015 el gobierno peñanietista se mantendrá en el camino correcto.

En este sentido, el IDIC subraya que el Inegi volvió a poner el dedo en la llaga, porque en agosto pasado (la información más reciente) el aumento anual del Indicador Global de Actividad Económica (IGAE) a duras penas fue de 1.3 por ciento, “una cifra lapidaria para la prospectiva oficial de crecimiento (2.7 por ciento en 2014). La aseveración tiene su razón de ser en la debilidad reportada en los servicios (aumentó uno por ciento), lo que apenas repone la tasa de natalidad del país. Con ello es evidente que el bienestar y el mercado interno siguen deprimidos, amén de que el ciclo económico del IGAE nuevamente se encuentra a la baja, y su tendencia es clara”.

Las cifras de crecimiento económico de agosto terminan por corroborar que el proceso de transformación del país debe ser a fondo, un cambio productivo que fortalezca a las empresas nacionales para elevar capacidad productiva. El fomento a la inversión es prioritario. Solamente así se podrá elevar el contenido nacional de las exportaciones y al mismo tiempo robustecer la generación de empleo de calidad. Sin esto último difícilmente se podrá alcanzar un mejor desempeño del mercado interno, el motor que sigue sin funcionar en la economía nacional y que debe ser una salvaguarda ante la incertidumbre existente en los mercados internacionales.

Durante los primeros ocho meses de 2014 el crecimiento acumulado de la economía es de 1.8 por ciento, y en lo que va del sexenio no rebasa 1.5 por ciento (un promedio anual inferior, incluso, que el reportado en el calderonato, que fue de 1.8). Sin lugar a dudas el desafío por superar es cada vez mayor, particularmente cuando se observa que una de las fuentes de ingresos para el sector público se debilita: el precio del petróleo”.

Así, durante el primer bienio del actual gobierno se contó con el beneficio de un precio del barril de petróleo que superó lo presupuestado, es decir, dio ingresos excedentes a la administración pública. Esta válvula de oxígeno fue lo que permitió que los dos sexenios previos contaran con los recursos suficientes para su gestión, a pesar de que sus estimaciones de crecimiento económico fueron incumplidas, como ya es costumbre.

Sin embargo, el escenario para el 2015 comienza a generar nubarrones en materia de ingresos petroleros, pues el precio de hoy se encuentra entre 6 y 7 dólares por debajo de lo presupuestado originalmente por el gobierno. Por primera vez en una década el gobierno deberá enfrentar un precio del hidrocarburo que podría ser significativamente inferior a lo esperado.

Y la solución no será fácil, apunta el IDIC: se recorta el gasto público o se eleva el endeudamiento para el año que está por comenzar (más de 60 mil millones de pesos adicionales a lo contemplado en la Ley de Ingresos ya autorizada por la Cámara de Diputados). Esperar un crecimiento económico mayor que genere ingresos fiscales adicionales es poco probable. De no tomarse una decisión adecuada se corre el riesgo de tener que hacer adecuaciones en el transcurso del 2015.

Adicionalmente, señala el IDIC, no debe soslayarse el cada vez más cercano endurecimiento de la política monetaria de la Reserva Federal en Estados Unidos. El fin del dinero barato para el sector financiero especulativo ya ha provocado agitación en los mercados bursátiles y en el tipo de cambio. Ello podría acentuarse en los próximos días y con ello afectar la prospectiva mexicana de crecimiento.

El tipo de cambio se encuentra fuera de lo estimado en el paquete económico para 2015. Si bien ello le reporta un ingreso adicional al gobierno por vía de las exportaciones petroleras, es claro que no termina por compensar la caída en el precio del hidrocarburo. De igual forma podría pensarse que un peso depreciado ayuda a las exportaciones manufactureras mexicanas, pero el problema es que ello no funciona con un modelo exportador de importaciones (es decir se importa para la maquila y se reexporta), por lo que se debe tener una planta productiva nacional que pueda convertirse en proveedor de las empresas exportadoras y que también pueda competir en el mercado interno.

En este sentido, depender de servicios de bajo valor agregado es uno de los errores cometidos en la estrategia económica del país. En los últimos 30 años se privilegió al comercio sobre la industria y el resultado es evidente: productos de baja calidad que llegan a nuestro país a precios reducidos, pero que en el mediano y largo plazos han frenado el incremento de la productividad y la competitividad, y con ello el empleo formal bien remunerado. Las exportaciones del país son insuficientes para generar crecimiento económico, y la razón es simple: su bajo contenido nacional.

Las rebanadas del pastel

Una buena y una mala: la primera, que la viabilidad financiera del IMSS está garantizada; la segunda, que sólo llega a 2017. Por ello, urge fortalecer con todo a esta institución vital para el país y de las pocas que, a pesar de todo, sobreviven a la voraz mancha neoliberal.

Twitter: @cafevega