Deportes
Ver día anteriorMartes 4 de noviembre de 2014Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio

El boxeador, consciente que por su cantinfleo es odiado y amado

Pantera Saguilán emplea el humor como arma sicológica

Seguiré bailando en el cuadrilátero para animar a la porra, dice

 
Periódico La Jornada
Martes 4 de noviembre de 2014, p. a15

Nery Pantera Saguilán es un peleador que se desdobla en comediante y mártir, divierte a los ávidos del boxeo irreverente y es víctima de sus excesos humorísticos sobre el cuadrilátero ante los que exigen seriedad por este deporte. Sabe que lo aman y lo odian por las mismas razones.

El sábado, en la Arena Coliseo, Saguilán venció por decisión unánime en 12 asaltos al japonés Shoki Sakai; la pelea fue por momentos fuerte, técnica, pero también una rutina de comedia.

Soy un peleador diferente que llena el corazón de algunos, pero que a otros no les gusta, dice el boxeador, quien sube al cuadrilátero enmascarado como luchador, un acto que provoca ovaciones y abucheos de manera simultánea. Sé que me aman y me odian, pero yo seguiré bailando en el cuadrilátero y animando a la porra.

Nery baila en todo momento. Cuando sube al cuadrilátero con las edecanes, al empezar cada asalto, al terminarlo, mientras esquiva golpes y mientras los propina, cantinflea con el boxeo y hace muecas que retumban en carcajadas de la gente.

Foto
Una vez casi me noquean, tuve que bajarle a la payasada y demostrar que también soy un boxeador estilista, dice Nery SaguilánFoto Jam Media

Nery dice que no está ensayado, que todo es parte de una personalidad que proviene de sus raíces familiares en la Costa Chica oaxaqueña.

El humor es un arma sicológica en el boxeo, expone. Cuando un rival es débil sicológicamente, cae en la provocación. Si se desespera entonces demuestro que yo soy más fuerte; así puedo vencerlos.

No siempre le funciona la rutina. Cuenta que en un par de ocasiones los excesos le han costado golpes que casi lo dejan noqueado. Uno de los juegos que más risa provocan, pero que irritan a los aficionados ortodoxos y al rival, es cuando expone de manera temeraria el rostro sin guardia y hace gestos bufonescos.

Una vez me conectaron un par de buenos golpes que me mandaron a la lona, casi noqueado; esa vez tuve que reponerme y bajarle de intensidad a la payasada, reconoce Saguilán.

Ahí he demostrado que soy también un boxeador estilista, que conozco el arte de golpear y evitar ser golpeado, no sólo soy un payaso o un mamón, refiere.