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Mercados emergentes

Reformas para volver a crecer
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Aspecto parcial de Kamathipura, el barrio rojo de Bombay, donde ayer se realizaron algunas actividades de concientización a propósito del Día Mundial del Sida. En India se preparan algunas reformas, como la de adquisición de tierras y la de la industria del carbón, así como la adopción de nuevos impuestosFoto Reuters
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Periódico La Jornada
Martes 2 de diciembre de 2014, p. 26

Durante 2014 fueron electos nuevos gobiernos en India, Indonesia y Brasil. Esas tres economías representan 12 por ciento del PIB global, pero pasan trabajos para cumplir expectativas. Indonesia crecerá apenas 5 por ciento este año, Brasil atraviesa una recesión técnica, e India está varios puntos porcentuales debajo de la tasa que solía mostrar de rutina en la década de 2000.

El mandato más claro para una reforma se ha dado en India donde, en la elección de abril-mayo, el partido Bharatiya Janata, encabezado por Narendra Modi, ganó la primera mayoría absoluta en la cámara baja desde que comenzó la liberalización comercial, a principios de la década de 1990. Creemos que la economía de ese país es menos vulnerable que a mediados de 2013, cuando se produjo una gran salida de capitales y la rupia se depreció en forma alarmante. La mano fuerte de un nuevo jefe del banco central ha enderezado la nave y las restricciones a la importación de oro han contribuido a reducir el déficit externo. Pero el crecimiento sólo se ha acelerado levemente.

Ahora Modi tiene una excelente oportunidad de corregir. Su gobierno ha explotado la caída de precios globales del petróleo para desregular el costo del diésel, acción que hizo caer los precios locales y fue calurosamente recibida. Pero para que esta política funcione, el gobierno necesita contenerse cuando los precios inevitablemente vuelvan a subir. Ha sido más cauteloso de lo esperado con los precios del gas, que siguen recibiendo altos subsidios.

¿A toda máquina?

Aparte de los subsidios, hay una serie de reformas en puerta. El gobierno quiere modificar la ley de adquisición de tierras adoptada por el gobierno anterior, encabezado por el Partido del Congreso, que buscaba una compensación justa para campesinos cuya tierra es adquirida por el Estado para proyectos de infraestructura. Sin embargo, ha resultado engorrosa en la práctica y ha frenado proyectos. También gana impulso una sacudida a la industria del carbón; el gobierno desea conceder permiso a firmas locales y extranjeras para extraer y vender ese combustible y hacer más competitivo el sector.

La reforma potencial más significativa será la más difícil de lograr. Los gobiernos favorecen desde hace mucho la adopción de un impuesto nacional a los bienes y servicios (IBS). El gravamen que Modi desea instaurar en 2016 subsumiría varios impuestos centrales y estatales existentes, con lo cual aceleraría el transporte de mercancías entre estados, reduciría incentivos a la evasión y elevaría el ingreso del gobierno. Sin embargo, el proceso legislativo será complicado: se necesita el apoyo de la mayoría de los 29 gobiernos estatales (muchos de ellos preocupados por una potencial pérdida de ingreso) y de ambas cámaras del parlamento.

El nuevo presidente de Indonesia, Joko Widodo, conocido localmente como Jokowi, ya es obstruido por un parlamento desfavorable. Una deslucida campaña en las elecciones legislativas y presidenciales de 2014 diluyó su mandato, pero no ha disminuido la necesidad de reformas económicas y políticas. Al igual que Modi, Jokowi ha aprovechado el petróleo barato para modificar el sistema de combustible subsidiado en Indonesia, más oneroso que el de India. Sin embargo, otras reformas, como la cobertura universal en educación y atención a la salud, serán difíciles. Jokowi y sus partidarios están en minoría en un parlamento cada vez más ruidoso. La oposición ha dejado en claro que el presidente no la tendrá fácil. El candidato derrotado al máximo puesto, Prabowo Subianto, ha capturado las posiciones de liderazgo del parlamento para sus aliados. El descentralizado sistema político indonesio implica que los proyectos requieren aprobación de varias capas de gobierno.

Jokowi debe también fijar el tono de su gobierno en cuanto a inversión extranjera, en especial en el sector energético. Los productos primarios constituyen dos terceras partes de las exportaciones indonesias, y el gobierno anterior estaba decidido a llevar la economía más arriba en la cadena de valor, procurando que más procesos se hicieran a nivel local. Prohibió las exportaciones de mineral de oro a partir de enero de 2014, para disgusto de inversionistas extranjeros. En consecuencia, las exportaciones bajaron en lo que va de 2014. Jokowi no hablado del tema, pero no es probable un aligeramiento importante de las restricciones, dada su debilidad parlamentaria.

La posición de Dilma Rousseff en Brasil es aún más débil que la de Jokowi. Luego de su apretado triunfo en la segunda vuelta presidencial de octubre, la divisa y la bolsa cayeron. Además, su partido obtuvo menos de 15 por ciento de los asientos de la cámara baja en la elección parlamentaria. La lista de problemas económicos que enfrenta Rousseff es formidable. La incontinencia fiscal llevará el déficit del presupuesto a 3.5 por ciento del PIB este año, en tanto el superávit primario caerá probablemente por debajo de uno por ciento del PIB. La economía apenas crece, pero los precios suben 6.5 por ciento al año. El valor de las exportaciones brasileñas baja. El real ha caído 10 por ciento frente al dólar de septiembre a la fecha.

El descenso en la proporción del voto para la presidenta en 2014 fue una advertencia sobre su manejo económico. Luego del anuncio previo a las elecciones de que Guido Mantega sería relevado como ministro de Hacienda, Rousseff ha tardado en designar sucesor. El sector privado está con Joaquim Levy, economista ortodoxo egresado de la Universidad de Chicago. Los rumores de su nombramiento hicieron subir la divisa y la bolsa, pero reconstruir el superávit fiscal primario brasileño será una tarea ardua y requerirá apretarse el cinturón en un periodo de deficiente desempeño económico.

No escasean opciones

Hay mucho que la presidenta puede hacer para impulsar el crecimiento, como un mayor gasto en infraestructura y salud, flexibilizar las leyes laborales y simplificar el régimen impositivo. También un empequeñecimiento del gobierno, que tiene demasiados miembros y ministros y absorbe muchos ingresos fiscales. En dos campos ha hecho algunos avances. En su primer periodo presidencial mantuvo bajos los precios de combustibles para combatir el efecto inflacionario de su política fiscal. En consecuencia, Petrobras tuvo pérdidas millonarias y la prometedora industria del etanol fue minada. En noviembre Petrobras recibió permiso para elevar los precios de la gasolina y el diésel en 3 y 5 por ciento, respectivamente. Luego el banco central elevó las tasas de interés a sus niveles más altos en tres años para tratar de dominar la inflación.

Sería tonto esperar que las reformas estructurales avanzarán sin contratiempos una vez que se consoliden estos gobiernos. México ofrece un ejemplo para tener cautela. Desde su llegada al poder, en 2012, el gobierno de Enrique Peña Nieto ha ganado aprobación legislativa a un ambicioso programa de reformas estructurales, que podrían elevar 1-2 puntos porcentuales el PIB anual. Sin embargo, aún hay que ponerlas en práctica, y las crisis recientes de ilegalidad y corrupción entrañan el peligro de que no cumplan su potencial.

México muestra que legislar y promulgar reformas como las que requieren otros mercados emergentes es un largo proceso. También pueden ser interrumpidas por distracciones y contratiempos. En consecuencia, nuestros pronósticos de crecimiento promedio en India, Indonesia y Brasil son apenas marginalmente más altos en 2017-19, a 5.2 por ciento anual, que en 2015-16, a 4.7. Pero existe la posibilidad de un crecimiento más fuerte si los nuevos gobiernos aprovechan las oportunidades que sus electores les han dado.

Economist Intelligence Unit

Traducción: Jorge Anaya

En asociación con Infoestratégica