Opinión
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Desde el Otro Lado

Resurgimiento del racismo

A

menos de una semana de la desafortunada decisión del jurado que en Misuri exoneró a un policía blanco por el homicidio de un joven afroestadunidense, el pasado 4 diciembre se repitió la historia y se escribió un capítulo más de la sistemática violación a los derechos humanos de ese sector de la población en Estados Unidos. Esta vez, en la ciudad de Nueva York otro jurado exoneró al policía que asfixió a Erick Garner, afroestadunidense que vendía cigarros en las calles de esa urbe. El momento fue captado con un teléfono celular por un transeúnte que presenció la forma en que uno de los policías que cercaron a Garner le aplica lo que en el argot policiaco se conoce como la llave china. En el video se advierte cómo Garner, ya en el suelo y totalmente indefenso, grita con desesperación que se está asfixiando por la fuerza con que el policía lo inmoviliza. Garner murió de asfixia minutos más tarde. En todo el país ha habido manifestaciones por lo que se considera un problema sistémico en el uso desmedido de la fuerza policiaca en contra de los afroestadunidenses.

En meses recientes, invariablemente policías blancos han estado involucrados en una docena de homicidios de ciudadanos afroestadunidenses en diversas ciudades de ese país. No es nueva esa brutalidad policiaca, pero sí es grave que la mayoría de los policías que los cometieron hayan sido absueltos como resultado de la deficiente presentación de pruebas condenatorias por los fiscales. La evidente complicidad de éstos con los cuerpos policiacos ha ocasionado la demanda de juristas, legisladores y diversas organizaciones de derechos humanos para que el Departamento de Justicia sea el responsable de presentar las pruebas ante el jurado y no los fiscales locales o estatales.

Pareciera que el racismo que impregnó buena parte de la historia de Estados Unidos ha resurgido de las cavernas a las que la lucha por la igualdad las había soterrado. Esa conclusión se desprende de los eventos en que invariablemente las minorías afroestadunidenses e hispanas son las víctimas y, paradójicamente, también los victimarios. Lo cierto es que el racismo está profundamente inscrito en el código moral de algunos grupos sociales que no se resignan a admitir la igualdad de los seres humanos. En ese sentido, no es descabellado pensar que uno de los componentes del obstruccionismo de ciertos sectores de la sociedad a buena parte de las propuestas del mandatario estadunidense tenga origen no en su contenido, sino en su color.