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La doble vida de Jesús, es la obra más reciente del narrador con el sello Alfaguara

El matrimonio crimen-política convierte la vida en un horror, opina Enrique Serna
 
Periódico La Jornada
Miércoles 17 de diciembre de 2014, p. 6

El libro más reciente de Enrique Serna (DF, 1959), La doble vida de Jesús, cabalga entre las novelas política y negra.

El autor de Señorita México y Amor a los animales dice no haber llegado a esa combinación por un capricho, sino por “fidelidad al mundo en que vivo, porque desde hace varios años en México la nota roja y la sección política son indiferenciables.

En muchas regiones del país estamos sometidos a estados delincuenciales, porque el matrimonio entre el crimen y la política ha convertido la vida en un horror. Entonces, quise plasmar esto con las armas de la novela, porque ésta se ocupa sobre todo de la vida privada, no tanto de la pública.

Serna, entrevistado por La Jornada, expresa que La doble vida de Jesús (Alfaguara) no es una denuncia periodística, pero “por haber vivido en Cuernavaca –donde ocurre esta historia– 15 años he notado este clima de terror y siento que cuando durante mucho tiempo uno se acostumbra a vivir con miedo, éste puede resultar envilecedor”.

Por tanto, al escritor se le ocurrió la idea de crear un personaje que intenta sobreponerse a ese clima de terror al impulsar un movimiento político para implantar la legalidad en la ciudad donde vive.

“Es un personaje con características contradictorias, porque Jesús Pastrana es un místico de la ley, un funcionario modelo, un hombre que cree que lo único que puede salvar a México es la vigencia verdadera del estado de derecho.

Sin embargo, en su ámbito privado es un transgresor que tiene que llevar una doble vida durante su campaña política que narro a través de la novela, ya que tiene una relación escandalosa que podría ser su ruina ante la opinión pública.

Enrique Serna subraya que se trata de una novela de ficción ciento por ciento, aunque reconoce que a la llamada ciudad de la eterna primavera José Emilio Pacheco poco antes de morir la bautizó como la eterna balacera.

Prosigue: “Obviamente, la denuncia periodística y la novela son campos distintos. Creo que soy bastante verosímil en cuanto a mi retrato de la clase política y de sus vínculos con el hampa. La realidad continuamente rebasa a los escritores en cuanto a la podredumbre a la que se ha llegado en este sentido. Terminada esta novela vino la matanza de Iguala, se revelaron muchas atrocidades que no conocía y que afectan directamente también al estado de Morelos, porque ese es otro de los territorios de los Guerreros Unidos, ese cártel que estaba apoderado de Iguala”.

El caso Iguala

–¿Cree que el caso de Iguala afecta a la literatura mexicana?

–Más bien, creo que es una confirmación de este horror que muchos intuíamos sin poder precisar muy bien cómo estaban articuladas estas mafias con el poder político, ¿no? En mi novela planteo que en Morelos se va a llegar dentro de poco a las autodefensas. Eso ha ocurrido hasta ahora sólo en algunas poblaciones rurales.

–¿En otros estados también?

–En Guerrero, lo que puede venir es una guerrilla. En ese estado hay una tradición de que cada vez que ocurre una matanza de militantes o activistas, viene un movimiento guerrillero. Es impredecible realmente cuáles sean las consecuencias de esto en la literatura. Ya desde antes la narco-política era un tema que inquietaba a muchos escritores. No me siento muy capacitado para retratar el mundo del narcotráfico, porque no lo conozco bien. En la novela aparece como un telón de fondo, porque es una parte consustancial de la realidad que vivimos.

–¿Se quiere leer lo mismo en un diario que en una novela?

–No lo sé. Es evidente que la literatura persigue fines muy diferentes a los del periodismo de denuncia, que es muy necesario. En la novela rindo homenaje a Felipe Meneses, un periodista limpio, que no acepta chayotes, y que trata de revelar estos contubernios ocultos del poder con el hampa.

La literatura lo que busca es mostrar más bien cómo se articula la conducta privada con la vida pública. Por algo decía Balzac que la novela es la historia de la vida privada de las naciones. Entonces, más bien lo que traté de hacer es ver a lo que los estragos de la cobardía pueden conducir a alguien, y la necesidad de sobreponerse a esa cobardía para salir de la pesadilla que vivimos en México. Pero esto a través de la exploración sicológica de mis personajes, principalmente mi protagonista.