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Toros

La novena corrida de la temporada grande en la Plaza México rompe récord de inasistencia

Alfredo Gutiérrez y Fabián Barba apenas fueron aquilatados por el escaso público

Manso e indefinido pero interesante, encierro de la renovada La Punta

Sonoro petardo del español Leandro

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El matador hidrocálido, Fabián Barba, durante una corrida en la Plaza de Toros México, en diciembre de 2012Foto Cuartoscuro.com
 
Periódico La Jornada
Lunes 22 de diciembre de 2014, p. a43

Luego de la más reciente bofetada a la fiesta de los toros, al público y a la inteligencia en la octava corrida, propinada por el Cecetla (Centro de Capacitación para Empresarios Taurinos de Lento Aprendizaje, antes Plaza México, no olvidarlo, por favor) y sus empleados, uno pensaría que ya no habría margen para nuevas marcas de ineptitud por parte de tan contumaces promotores pero, ¡oh sorpresa!, lograron superar su hazaña, ahora con otra desalmada combinación en un cartel irrespetuoso para los alternantes y para el público que, claro, no rebasó las 3 mil entradas en una plazota con 42 mil localidades ¡Ah! que la autorregulación.

Hicieron el paseíllo el capitalino Alfredo Gutiérrez (36 años de edad, 17 de alternativa y cuatro corridas toreadas este año); el vallisoletano Leandro Marcos (33 años, 12 de matador y seis tardes en España), sin ningún merecimiento para desbancar a una docena de diestros mexicanos sobrados de cualidades, y el hidrocálido Fabián Barba (35, 11 y 20 tardes en lo que va de 2014), tesonero triunfador en varias temporadas anteriores pero sin una administración que lo haga valer en carteles de más compromiso... para los que se dicen figuras.

Se lidió una corrida de la renovada ganadería jalisciense de La Punta, antes de los hermanos Francisco y José Madrazo y hoy de los hermanos Pedro y José Vaca y asociados, en la que los encastes Parladé, Gamero Cívico y Campos-Varela, entre otros, fueron sustituidos por vacas y sementales de Teófilo Gómez, San Martín y Javier Bernaldo, entre otros. Pero renovación no mata decepción.

Toros decorosamente presentados, algunos pobres de cabeza y otros de bella estampa, estos neopunteños acusaron la característica de moda: acudir al piquero por un ojal o un puyazo o, si en el encuentro se les ocurría empujar, con la carioca de por medio, tapándoles la salida hacia los medios, como fue el caso del tercero y cuarto. No así con el cierraplaza Pepillo, que tras ser muy bien bregado por su matador Fabián Barba, acudió con fuerza al caballo y recibió certero y firme puyazo del magnífico varilarguero César Morales, quien hace ocho días escuchó sonora ovación en el tercio.

Alfredo Gutiérrez, con uno de los mejores capotes de México, dejó lucido remate tras la vara a su reservón y deslucido primero e instrumentó meritorias tandas con ambas manos no obstante su escaso rodaje. Con su segundo, que recibió dos puyazos en medio de un herradero y fue deficientemente banderilleado, Alfredo, sin desmonterarse, toreó de muleta muy bien colocado a otro pasador y claro, sobre todo por derechazos largos y templados y naturales menos buenos. Luego de ceñidas manoletinas dejó una estocada entera trasera y tendida que tardó en hacer efecto. Cierto que el público no lo hizo dar la vuelta pero Alfredo se la debió haber dado con sobrada razón. Ah, si toreara más seguido.

Fabián Barba es de esos toreros que han sido inexplicablemente relegados por el criterio empresarial en boga: carteles redondos-cómodos para los importados y carteles cuadrados para los nacionales. Con imaginación y sentimiento toreó de capa a su primero, débil de manos, y quitó por tafalleras lentas, se echó el percal a la espalda y remató con cadenciosa revolera. Menudo y vertical, con una cabeza torera que merece otro trato, estructuró una faena muy seria a un astado que terminó con la cabeza a media altura. A su segundo, el fuerte cierraplaza, pronto y con transmisión, le ligó en los medios cuatro firmes gaoneras, brindó a Luis Marco, modélico empresario del coso Cinco Villas, en Texcoco, y le hizo un sólido trasteo con la diestra, siempre muy bien rematado. Dejó primero tres cuartos y luego una entera. Merecía dar la vuelta.

¿Quién les ordena a los cecetlos importar toreros sin sitio? Hay una docena de magníficos toreros en España que aquí deberíamos estar aplaudiendo, pero la tauromafia no se anda con cuentos.