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Ric O’Barry, entrenador de Flipper, logra resolución para la liberación de mamíferos marinos

Los delfines en cautiverio no tienen ninguna función educativa

Tras la muerte de un ejemplar en sus brazos, emprendió la lucha en defensa de esos animales, que en espacios reducidos no pueden apelar a la ecolocación para explorar el medio ambiente

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Maia nada con su cría, Ángel, en un centro recreativo de Panamá.Foto Ap
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Ric O’Barry en su casa de MiamiFoto Ap
 
Periódico La Jornada
Martes 20 de enero de 2015, p. 2

South Miami, Florida.

Supo ser el entrenador del tan querido delfín televisivo Flipper. Ahora, Ric O’Barry es un conocido activista de la causa contra el cautiverio de los delfines y cree que su prédica está finalmente dando resultado.

Funcionarios electos en todo Estados Unidos están asumiendo la defensa de los mamíferos marinos, incluidos los delfines. En noviembre, la junta de supervisores de San Francisco aprobó una resolución que dice que las ballenas y los delfines tienen derecho a no vivir en cautiverio y el concejo municipal de Malibú, en California, emitió una proclama en febrero según la cual tanto ballenas como delfines tienen derecho a su libertad.

¡Se confirma que tenía razón!, expresó recientemente O’Barry, de 75 años, en su búngalo de South Miami. Me tomó 50 años, pero finalmente lo comprendieron.

Luego de entrenar a Flipper, el delfín de la popular serie televisiva del mismo nombre, en la década de 1960, O’Barry se dedicó a la defensa de los delfines en cautiverio y figuró en el documental titulado The Cove, de 2009, que muestra la matanza de esos animales en Japón. Sus métodos y su activismo en general causaron malestar entre las empresas que explotan a esos cetáceos, ya que son un espectáculo popular y lucrativo.

Sin embargo, tras la difusión de The Cove y del documental Blackfish, sobre las orcas en acuarios, da la impresión de que la campaña está ganando adeptos.

El Acuario Nacional de Baltimore anunció en 2014 que exploraba la posibilidad de crear un santuario en el océano en el que puedan vivir sus ocho delfines.

O’Barry, no obstante, sigue siendo considerado por muchos un extremista en una industria que se pregunta por qué delfines saludables, con entrenadores que los atienden, necesitan un santuario.

No estoy tan segura de que cuando alguien dice que hay que retirar a un delfín esté velando por su salud mental y física, expresó Rita Irwin, presidenta electa de la Alianza de Acuarios y Parques de Mamíferos Marinos, que incluye unos 60 parques, zoológicos y acuarios marinos en todo el mundo.

Irwin es además la directora ejecutiva del Centro de Investigaciones de los Delfines con sede en los cayos de la Florida, y que en la década de 1990 asumió la custodia de un delfín que O’Barry liberó. El centro sostuvo que el animal estaba malnutrido, mientras O’Barry afirmó que su salud era buena.

Irwin y O’Barry coinciden, no obstante, en que muchos delfines en cautiverio no deben ser liberados porque están acostumbrados a que sus necesidades sean atendidas por los humanos y no sabrían valerse por sí mismos.

O’Barry no siempre promovió la liberación de los delfines. Alguna vez ayudó a capturarlos y a entrenarlos, cuando trabajaba para el Acuario Marino de Miami, donde se grabó Flipper. Cambió de parecer cuando, una vez concluida la serie, uno de los animales enfermó en un tanque de acero y falleció en sus brazos. Luego de eso se dedicó décadas a acciones de desobediencia civil, campañas de prensa y militancia por medio de su organización independiente DolphinProject.net.

O’Barry afirma que los delfines en cautiverio no tienen valor educativo alguno, porque lo que hacen allí no tiene nada que ver con lo que hacen en el océano. Los visitantes sólo ven a delfines aparentemente juguetones, sin comprender el daño causado al confinar en espacios reducidos a animales que apelan a la ecolocación para experimentar el medio ambiente.

Hay música, es tu día de descanso, llevas a tu familia, el día está soleado, el agua es hermosa, de un rebosante azul mágico, y pareciera que los delfines te sonríen. ¿Cuál es el problema? A menos que le pegues a un delfín con un bate, no ves la ilusión óptica que miro yo, afirmó O’Barry.

La propuesta, reubicar y proteger

O’Barry quiere que los delfines que pueden vivir en su ambiente natural sean liberados y que los que no pueden serlo sean reubicados en sitios cerrados en aguas marinas en los que estarán protegidos de otros animales marinos depredadores y se evitará que se reproduzcan, para que no nazcan más en cautiverio. Se siente alentado porque algunas instituciones que tienen ejemplares en cautiverio han empezado a ver las cosas como él.

El Acuario Nacional suspendió las presentaciones de delfines hace dos años y en su lugar permite a los visitantes ver a los entrenadores trabajando con los animales a lo largo del día. En estos momentos analiza crear un santuario o un centro nacionalcomo parte de profundos cambios en la visión que tiene para la experiencia del visitante.

La generación de posguerra se crió viendo Flipper, otras viendo Free Willy y The Cove. Nuestro auditorio evoluciona mucho y si aspiramos a seguir siendo relevantes, tenemos que evolucionar también, afirmó el director ejecutivo del Acuario Nacional John Racanelli.

Otras instalaciones, en cambio, no se muestran tan dispuestas a cambiar y mucha gente de la industria dice que Blackfish y The Cove eran pura propaganda. O’Barry, no obstante, afirma que ayudaron a cambiar la opinión pública y le permitieron sacarse el sentimiento de culpa que llevaba encima por haber colaborado para que la gente le tomara el gusto a los delfines haciendo piruetas.

Ayudé a generar ese caos, expresó. Estaba haciendo lo que podía para ponerle fin a eso, abrumado por la culpa, pero ya no.