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Se cumple el primer aniversario luctuoso del narrador, traductor y periodista

Relatan la cotidianidad de Campbell en su natal Tijuana

La ciudad fronteriza no sólo fue su Ítaca, sino que figura en sus libros

Mañana, homenaje al autor de Pretexta en el Palacio de Bellas Artes

Foto
Federico Campbell (1941-2014), en el centro de Tijuana, ciudad natal del escritor y traductor, donde compraba sus cuadernos tamaño palma de la manoFoto cortesía de Eduardo Flores Campbell
La Jornada Baja California
Periódico La Jornada
Sábado 14 de febrero de 2015, p. 3

Tijuana, BC.

El narrador, traductor y periodista Federico Campbell era un hombre de costumbres y una de ellas fue visitar su natal Tijuana, ciudad a la que volvía con más frecuencia cada año al final de su vida; la última la hizo días antes de regresar al Distrito Federal, donde falleció el 15 de febrero del año pasado.

La ciudad fronteriza, su Ítaca, no sólo está presente en sus narraciones, sino también en sus rutinas de viaje. Sus amigos y familiares en Tijuana recuerdan hábitos del autor de Regreso a casa, a un año de su muerte como consecuencia del virus de la influenza AH1N1, con motivo del homenaje que le rendirán este domingo en el Palacio de Bellas Artes, en la ciudad de México, Juan Villoro, Margo Glantz, Vicente Alfonso y el neurólogo Ranulfo Romo.

Nostalgia

Eduardo Flores Campbell, sobrino de Federico Campbell, y Jacinto Astiazarán, su amigo, comparten con La Jornada la cotidianidad de Campbell en Tijuana, marcada por sus nostalgias.

La primera parada del escritor desde el aeropuerto, relatan, era la mítica librería El Día, en el bulevar General Rodolfo Sánchez Taboada; ahí se abastecía de las novedades de escritores tijuanenses, charlaba con el propietario Alfonso López Camacho o con viejos amigos. Óscar Soto, trabajador del local, durante dos décadas atestiguó esa rutina de su coterráneo.

Campbell disfrutaba desayunar en el Pancake House, en la calle Brasil de la colonia Cacho, lugar que llamó El Templo de los Pancakes. A su sobrino le dejó incluso un mensaje en el refrigerador la última vez que visitó la ciudad: Pancakes very good!!!

A Tijuana venía a vestirse, pues la ropa era importante para él. Usaba conjuntos que incluían sombreros Panamá, camisas de lino y zapatos de gamuza que compraba en J Crew y Dockers.

Sus libretas de notas las adquiría en su ciudad natal. Campbell iba con su sobrino Eduardo a la papelería del bulevar Agua Caliente, en la colonia Cacho, a comprar al mayoreo esos pequeños cuadernos negros con manchas blancas, tamaño palma de la mano y de marca Libreta Universitaria, que usaba u obsequiaba.

Terminé por llevarlo a la fábrica para que le salieran más baratas, refiere su sobrino, cuya cercanía con el autor de Transpeninsular está llena de anécdotas filiales.

“Yo tenía 14 años y cada mes me llegaba un papelito para avisarme de que tenía un paquete en el correo. Gracias a él, leí Adiós a las armas, de Hemingway, y muchas obras más. Después supe que no era al único al que enviaba libros, a muchos amigos suyos también”, dice Flores Campbell, quien acompañó a su tío en sus últimos momentos en Tijuana y en el hospital Mocel del DF, con Carmen Gaitán, su viuda.

Viajar a Italia, determinante

Federico Campbell dejó Tijuana a los 14 años, narra Jacinto Astiazarán, su amigo desde la infancia. “Su madre lo despidió en el tren, le había regalado unos zapatos y con éstos se fue. En esos tiempos no había prepas en Tijuana y fuimos a estudiarla a Hermosillo”, refiere. Federico jugaba en el equipo de basquetbol, donde nos hicimos amigos; desde entonces ya tenía inquietudes literarias.

Astiazarán y Campbell se conocieron en la Asociación Católica de la Juventud Mexicana, en Tijuana, que construyó una cancha de basquetbol al lado de la escuela Lázaro Cárdenas, junto a la cual había una cárcel. Los presos salían a ver nuestros partidos, relata Astiazarán.

Después de vivir en Hermosillo, Campbell llegó a la ciudad de México para completar sus estudios. Al salir de la carrera de derecho, dice Astiazarán, se fue de mochilazo a Italia.

Ese viaje fue determinante para él como escritor y como hombre, pues el ingrediente Italia lo marca, ahí conoce la música de Lucio Dalla y Luca Carboni; en particular, Francesco de Gregori fue uno de sus favoritos y hasta sus últimos días escuchó sus canciones, refiere su sobrino Eduardo Flores Campbell.

Vida y muerte son un misterio, dijo en público

Natalia Rivera Lugo / La Jornada Baja California

Tijuana, BC.

A Federico Campbell (1941-2014), de quien se cumple su primer aniversario luctuoso, le dolía cuando en Tijuana lo consideraban escritor chilango, afirma su sobrino Eduardo Flores Campbell.

“Alguna vez me tocó escuchar en una reunión de escritores en Tijuana que mencionaron el nombre de Federico Campbell, y dijeron que él era chilango. Yo estaba en 2011 en la casa de mi tío cuando leyó la columna ‘Tijuana: amor-odio por Campbell’, publicada por Heriberto Yépez, donde se describe este rechazo de la comunidad literaria de su ciudad natal. Cuando terminó la lectura, mi tío nada comentó, pero pude observar por su lenguaje corporal que le había llegado profundamente ese texto.”

Esa visión amor-odio hacia el escritor en Tijuana puede verse en librerías y bibliotecas. En dos de ellas, dentro del Centro Cultural Tijuana (Cecut), administrado por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, sólo puede encontrarse su libro póstumo de relatos Regreso a casa. En la librería Gandhi sólo están Pretexta y en El Día nada más aquél y Padre y memoria.

La biblioteca municipal Ignacio Zaragoza, ubicada en el parque Teniente Guerrero, incluye en su acervo sólo la edición del Fondo de Cultura Económica de Pretexta. La Universidad de Tijuana, en su acervo bibliográfico, sólo cuenta con La clave Morse, publicado por Alfaguara en 2001. En contraste, la Universidad Autónoma de Baja California reúne 41 ejemplares de diversas obras de Federico Campbell; el Colegio de la Frontera Norte, 18, y la Universidad Iberoamericana de Tijuana, 11.

Charla sobre Rulfo y premonición

En una entrevista con la periodista Rocío Galván, efectuada en 2009, Campbell declaró: Tijuana es una jovencita.

En esa jovencita trascurrieron sus últimas actividades públicas. Estuvo en 2014 en el palacio municipal con el comité de la Feria del Libro de Tijuana, que lo nombró presidente honorario, y en una conferencia sobre Juan Rulfo en el Cecut, institución que todavía no define si rendirá homenaje al escritor. Al final, la Feria del Libro estuvo dedicada a Federico Campbell.

Fueron dos semanas de andar de arriba para abajo, y tres días después Federico cae en coma, dice Flores Campbell, quien grabó la última presentación pública de Campbell, durante la conferencia sobre Rulfo en el Cecut, que concluyó con una referencia premonitoria alusiva a la muerte.

“La vida humana es muy misteriosa, la vida misma y la muerte son un misterio. Para personas no creyentes, no sabemos muy bien qué andamos haciendo en este mundo, a qué venimos a esta tierra y adónde nos vamos a ir. Esencialmente la vida humana es un misterio, yo creo que dentro de este gran misterio hay otros dos grandes misterios más: uno es la sexualidad humana; nunca alcanzaremos a comprender del todo por qué la sexualidad es como es y se manifiesta como se manifiesta; y el otro gran misterio –según yo– es el de la creación artística. No sabemos por qué un muchachito que quedó huérfano a los seis años en un pueblo del sur de Jalisco, de San Gabriel, de pronto a lo largo de la vida va armando un mundo que plasma con un lápiz y un cuaderno y llega a realizar una de las grandes obras de la literatura universal. Hay muchas teorías acerca de por qué Rulfo dejó de escribir, pero ninguna es convincente. Nunca lo sabremos, se llevó su secreto a la tumba. Muchas gracias.”