Opinión
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Infancia y Sociedad

Pelotas de trapo

U

na. En 1948 se estrenó con gran éxito en el cine Metropolitan de Buenos Aires la película Pelota de trapo, protagonizada por Armando Bó, un joven actor quien después se desarrolló como director de renombre en su país. Hace poco su nieto, llamado también Armando Bó, fue uno de los guionistas de la galardonada película Birdman, del director mexicano Alejandro González Iñárritu.

Pelota de trapo es la historia de un niño pobre apodado Comeúñas, quien tiene el sueño de ser astro de futbol. Con sus amigos del barrio y una pelota de trapo crean un equipo al que llaman Sacachispas. El sueño de estos chicos es comprar una pelota de cuero, de las de verdad. Ya de grande el niño logra realmente ser una estrella del futbol, pero cuando juega en primera división, en un equipo muy importante, sufre desmayos; el médico descubre una enfermedad cardiaca que puede ser fatal si no abandona el juego. Ante la desesperación de Comeúñas, el médico acepta guardar silencio hasta que termine el campeonato en el cual su equipo va en primer lugar. Pero en el partido final, Comeúñas muere en la cancha después de anotar el gol que lo consagra. La película fue un gran éxito, porque además actuaron en ella famosos futbolistas de la época.

Dos. Pelota de Trapo se llamó también, en honor de la película, la casa refugio de niños de la calle que fundó en 1982, en Buenos Aires, el sociólogo cordobés Alberto Morlachetti: a ese proyecto dedicó los años más importantes de su vida, salvando y empujando a miles de chicos de la calle hacia sus sueños. Nuestro colega falleció la semana pasada y hoy lo recordamos aquí con cariño y admiración por su heroico esfuerzo. Con Morlachetti organizamos en los años 90 el primer encuentro latinoamericano de chicos de la calle, al que llevamos niños de varios países, incluido México. En esa reunión nos asombró mucho la inmediata identificación entre ellos y el modo en que pudieron comunicarse y expresar su dolor y sueños comunes, marcados por la pobreza. A Morlachetti se le recordará también en Argentina como uno de los padres de la asignación universal por cada hijo (apoyo económico del gobierno) y por su lema el hambre es un crimen.

Tres. ¡Pelotas de trapo! le dicen los argentinos a aquellos con falta de bravura y de hombría, las mismas que en países como México se necesitan para eliminar la pobreza de los niños que, forzados a trabajar en vez de ir a la escuela, viven expuestos a la violación de sus derechos. Aquí están haciendo falta pelotas de cuero, para que todos los niños tengan un padre y un Estado viril que se responsabilicen y se comprometan con sus hijos.