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Inmobiliarias descarnan casonas o las hacen departamentos, en la Juárez

Las constructoras imponen un estilo de los 80, sin relación con la arquitectura del área: residente

En unos casos los dueños las abandonan para venderlas; no hay acciones de rescate

 
Periódico La Jornada
Domingo 17 de mayo de 2015, p. 32

Las viejas casonas porfirianas de la colonia Juárez, ubicada en la delegación Cuauhtémoc, se han convertido en un botín para las desarrolladoras inmobiliarias, que las arreglan y las convierten en departamentos, oficinas o negocios hipster, que atraen a un nuevo tipo de población y desplazan, de manera paulatina, a sus pobladores originales.

Durante un recorrido, el arquitecto Sergio Gonsales, habitante de esta zona, indicó que en fechas recientes se ha dado por importar un estilo de los años 80, que se impuso en Nueva York y Londres, en el que los comercios fashion: peluquerías, gimnasios, panaderías, cafeterías y restaurantes, entre otros, descarnan los muros y dejan expuestos los tabiques, lo que nada tiene que ver con la arquitectura que distingue al barrio.

En esta zona, agregó, una empresa dedicada a la renovación de inmuebles tiene como modus operandi identificar predios intestados o con alguna irregularidad jurídica.

Compran el pleito, aparecen y desaparecen papeles, llevan juicios y cuando los inquilinos se enteran de que tienen un problema encima, es porque llegaron los granaderos a desalojarlos, refirió.

En esta situación, detalló Gonsales, hay por lo menos una docena de casos. Uno de ellos es el inmueble de la ex embajada de la República Española, ubicado en la calle Roma, en la que fue sacado un grupo de indígenas otomíes, que durante algunos días hicieron su campamento en la calle, pero después retomaron el predio.

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Con la llegada de los inmuebles modernos, la colonia Juárez pierde su arquitectura clásica y el arraigo de sus habitantes originales, lamentan residentesFoto La Jornada

Explicó que después de los sismos de 1985, muchos de los primeros residentes de la colonia se mudaron a otras zonas de la ciudad y abandonaron sus casonas, las cuales ahora están en la mira de estas empresas renovadoras, que vienen a rescatar el barrio con una arquitectura moderna y contemporánea que trae consigo un nuevo tipo de habitantes.

Quitan ese arraigo al barrio, que es tan importante para la creación de comunidad, porque a los que llegan no les interesa y ganan ocho veces lo que invirtieron en los predios, porque te encuentras departamentos de 80 metros cuadrados a precios de 4 o 5 millones de pesos, apuntó.

José Alba de Santos, vecino de la zona, destacó que el único rescate de un inmueble histórico es el que realiza la Escuela Bancaria Comercial (EBC) en lo que será la nueva sede de rectoría, pues en el resto, las casonas prácticamente se destruyen, debido a que la norma impuesta por el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) sólo pide respetar la primera crujía.

“En algunos casos –añadió– son los propios dueños los que dejan en el abandono sus propiedades para venderlas al mejor postor, ante la burbuja inmobiliaria que se ha desatado por la construcción de torres de oficinas en Paseo de la Reforma, que ha llevado a las nubes el precio del suelo”.