Opinión
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Jazz

Édgar Dorantes

S

i el compañero Descartes anduviera por acá, seguramente incluiría la solvencia pianística de Édgar Dorantes entre sus verdades absolutas (aunque René haya muerto en 1650, medio siglo antes de que se inventara el piano). En fin, no alucinemos. Digamos sencillamente que el maestro Dorantes es uno de los mejores pianistas en la historia de nuestro jazz (aunque eventualmente incursione con el mismo talento en la música académica).

El año pasado, el trío de Édgar Dorantes (Córdoba, Veracruz, 1971) presentó dos nuevos discos: Espontáneo y Encuentros. Emiliano Coronel al contraba-jo y Vlamidir Coronel en la batería, hermanos veinteañeros –igualmente radicados en Xalapa– que además de poseer cada cual su propio proyecto grupal, evidencian ampliamente el potencial de la nueva generación de músicos alrededor de la síncopa y la fusión.

Para armar el contenido de ambos compactos, el pianista recorrió indiscriminadamente la historia misma del jazz, pues igual encontramos temas de Duke Ellington (1899-1974), Richard Rodgers (1902-1979) y Jimmy van Heusen (1913-1990) que de Kenny Barron (1943) y Mulgrew Miller (1955-2013), pasando por las leyendas de Charlie Parker, John Coltrane, Sonny Rollins y más.

Hasta llegar al mismísimo Alfredo El Güero Gil (1915-1999), el célebre y empistolado líder de Los Panchos, y sorprendernos con el poder y la elegancia y la relajada contundencia de Sin un amor, que en realidad nunca fue de los mejores boleros de este trío, pero que en la versión de Dorantes adquiere nuevas aristas, una belleza muy especial que la ubica automáticamente entre el acervo histórico de standards selectos. Así de sencillo nacen los standards.

“Desde hace tiempo he decidido, mientras pueda, tocar y grabar la música que a mí me gusta –nos comenta el maestro–, de ahí parto. Me gusta mucho todo lo que es la tradición de los músicos de jazz; para mí es igual de bello escuchar a Jelly Roll Morton que escuchar ahora a Kenny Garrett, veo el mismo tipo de proceso musical y lo disfruto mucho. En el caso del repertorio para mis discos. Generalmente, los standards son canciones que no fueron creadas como música de jazz; es música creada para otros fines, como comedias musicales. La mayoría fue creada en la época en que se estaba construyendo la música estadunidense, que después impactó en todo el mundo.

“La intención de Richard Rodgers, por ejemplo, no fue crear temas de jazz para que los músicos improvisaran; sin embargo, en toda esta evolución de la música, los jazzistas toman esas canciones que les gustan mucho, y por razones musicales o extramusicales, ellos transforman esa música. Para que una pieza sea un standard de jazz, es cuando ésta pasa por el filtro de un jazzista como Billie Holiday o Louis Armstrong.”

Y aunque el pianista cordobés no es particularmente prolífico como compositor, entre los dos discos aparecen tres temas propios de primer nivel: A Mulgrew Miller, Qué tal Mr. Barron y Tema para Ben; esta última, dedicada a Benjamin Willis, un notable contrabajista que vivió mucho tiempo en Xalapa y que ahora regresó a Chicago.

La factura estética de Édgar Dorantes es innegablemente particular y su forma de decir las cosas resulta insuperable. Desde hace mucho apuntábamos que su piano es tan portentoso como discreto, tan sutil como exuberante, que pocas veces un teclado se acerca tanto a los terrenos de la plenitud y la contundencia sin recurrir a vuelos de abejorro o plétoras de cirquero.

Y hay más, porque apenas el pasado 15 de mayo el maestro Dorantes fue invitado a dirigir la Orquesta Sinfónica de Xalapa en un concierto de gala que se llevó a cabo en una sala Tlaqná totalmente llena, con un público aplaudiendo de pie y con un ensamble de jazz y una orquesta que se retroalimentaban tocando igual temas de Rachmaninoff, Armengol, Thelonious Monk o Édgar Dorantes, entre muchos más.

Y habrá más, pues Édgar prepara ya un disco a piano solo y una nueva propuesta con los hermanos Coronel. Lamentablemente, ya no lo podemos encontrar en Jazzuv, la escuela de jazz de la Universidad Veracruzana que el propio Dorantes creó en 2008, pues él mismo decididó trasladarse ahora a la Facultad de Música de la misma universidad. Después de Édgar, la dirección de Jazzuv estuvo a cargo de Miguel Cruz, después llegó Jordi Albert y a partir de marzo de este año Enrique Velasco del Valle es el nuevo titular. Salud.

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