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Paraguay: ¿quinta columna del Mercosur?
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s posible que el torpedeado Mercado Común del Sur (Mercosur) haya tenido uno de sus momentos más dinámicos en agosto de 2010, durante la 39 cumbre celebrada en San Juan, capital de la provincia argentina homónima, ubicada a mil 100 kilómetros de Buenos Aires. Nosotros no queremos guerra. Si alguien quiere conocer un lugar tranquilo ese es América del Sur, dijo entonces Lula da Silva al asumir la presidencia temporal del bloque.

Luego, in crescendo, el organismo subregional volvió a replegarse. ¿Fue a partir de la desaparición de Néstor Kirchner y Hugo Chávez, en 2010 y 2013, o con el juicio político al presidente de Paraguay Fernando Lugo, en junio de 2012? ¿Fue a raíz de las sostenidas ofensivas golpistas contra Dilma Rousseff y Cristina Fernández de Kirchner, en 2014 y 2015, o con la puesta en cuestión del Mercosur por el nuevo gobierno de Tabaré Vásquez en Uruguay?

El primer golpe al espíritu del Mercosur fue dado por el Congreso de Paraguay, poco antes de que en noviembre de 2005 la cuarta Cumbre de presidentes de Mar del Plata América Latina dijo no al ALCA. Las tropas del Pentágono consiguieron inmunidad, el primer contingente de 500 soldados yanquis ingresó al país guaraní mientras el vicepresidente Luis Castiglioni se reunía en Washington con el vice de W. Bush, Dick Cheney, y en agosto del mismo año el secretario de Defensa Donald Rumsfeld desembarcaba en Asunción.

En 2008, las fuerzas armadas de Paraguay adoptaron el estándar de la OTAN en sus compras de material bélico, descartándose adquisiciones de dudosa calidad en países asiáticos, y en julio llegaron 400 marines más con el propósito de instalar la base Mariscal Estigarribia, enclavada en la provincia occidental de Boqueronen, a 250 kilómetros de Bolivia, y cercana a las provincias argentinas de Salta y Formosa.

La base cuenta con capacidad para albergar 16 mil efectivos y tiene una pista de aterrizaje para los aviones de mayor tamaño del parque militar de Estados Unidos, los Galaxy y los B52. Desde allí se pueden controlar las reservas gasíferas y petrolíferas de Bolivia, se pueden desplazar efectivos a la zona de la triple frontera (con Argentina y Brasil), donde reside una importante comunidad de origen árabe, y a más de los importantes yacimientos de hierro del Mutún, se puede monitorear el Acuífero Guaraní, la segunda reserva de agua dulce del planeta.

A finales de 2012, mientras se realizaba el juicio político contra el presidente Lugo, un grupo de diputados se reunía con militares estadunidenses para negociar la instalación de otra base en el Chaco paraguayo. Más tarde, la CIA inauguró el Centro de Entrenamiento para personal de operaciones en zonas urbanas. En noviembre tuvo lugar un curso sobre “aspectos técnicos en gestión y manejo de incidentes de seguridad cibernética, inaugurado por el presidente de facto Federico Franco, el embajador de Estados Unidos James Thessin y el Comité Interamericano contra el Terrorismo (Cicte), dependiente de la OEA, en el que participaron los gobiernos de Panamá, Uruguay y Chile.

En 2014, 77 militares paraguayos recibieron entrenamiento en Colombia y, a los pocos días de su retorno, atacaron por vía aérea a la desconocida Agrupación Campesina Armada, donde resultaron muertos cuatro jóvenes acusados de pertenecer a un grupo criminal. Y en enero de 2015, el secretario de la Armada de Estados Unidos, Ray Mabus, y la embajadora Leslie Anne Basset se reunieron con el ministro de Defensa del presidente Horacio Cartes para alabar el proyecto Pyraweb, que pretende controlar los movimientos de todos los usuarios dentro de Paraguay para la supuesta lucha contra el narcotráfico.

En mayo pasado, el Senado de Paraguay aprobó el ingreso de instructores militares pertenecientes al Grupo de Fuerzas Especiales de la Guardia Nacional de Carolina del Norte. Con uniformes de combate, las tropas yanquis desfilaron frente al presidente Cartes y su gabinete, haciendo flamear la bandera de Estados Unidos. Movimientos que, ritualmente, se escudan en el pretexto de “ayudar a la población ante eventos de emergencia o desastres naturales que se pudieran presentar en el territorio…”

Paraguay, en suma, empieza a convertirse en una cabeza de playa del Pentágono en el corazón del Mercosur. Suerte de quinta columna en la que un sector minoritario y poderoso de la sociedad consiente en mantener ciertas lealtades (reales o percibidas) hacia el bando enemigo. Y siendo uno de los mayores países latinoamericanos que violan los derechos humanos, envía comisiones de parlamentarios para evaluar la situación en Venezuela.

Por otro lado, resulta llamativo que por ser miembro del Mercosur, Paraguay es firmante del Tratado Penal Internacional y del Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, que es subsidiaria de los países firmantes.

Hace unos años, el senador brasileño Jefferson Pe­res sugirió que, así como en el Mercosur hay cláusulas democráticas que suponen que una dictadura no puede formar parte del bloque, se torna necesario otra cláusula que establezca que terceros países no pueden instalar bases militares permanentes en ninguno de los estados miembros.