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Peña Nieto da ejemplos rápidos de sus logros y avisa de amenazas a la democracia

El Chapo y el dólar eclipsaron el acto de unidad tricolor con el Presidente

Priístas de todos niveles batallaron para llegar a sus lugares debido a los filtros de seguridad

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Ivonne Ortega, secretaria general del PRI, platica con Emilio Gamboa, coordinador de la bancada en el SenadoFoto Francisco Olvera
 
Periódico La Jornada
Domingo 26 de julio de 2015, p. 8

Como había prometido, el presidente Enrique Peña Nieto se trepa a las gradas para dejarse querer por los jóvenes que asisten a los cursos del Instituto de Capacitación y Desarrollo Político, 500 muchachos que son orgullo de César Camacho Quiroz, encargados de ponerle entusiasmo a un acto más bien desangelado, una fiesta de la victoria devenida en protocolario cierre de filas.

Los jóvenes son gritones, pero no hay en sus consignas ningún tema de los que enuncian los únicos dos oradores. Los lemas políticos de los jóvenes priístas se limitan a: ¡Escuela de cuadros, ra, ra, ra! y otros gritos dedicados a los gobernadores que trajeron porra: los de Veracruz, Chihuahua y el estado de México.

El acto se llama Unidad para Continuar la Transformación de México y sería la gran fiesta de la victoria, la ocasión para celebrar que el PRI refrendó su mayoría legislativa, que está mejor que nunca la maquinaria que acompaña al Presidente en la transformación más profunda en décadas.

Pero no. El acto de unidad –en torno al Presidente, claro– es más bien tibio. La pieza oratoria de Peña Nieto gana muchos aplausos, pero de corta duración y en general cumplidores.

Será que El Chapo es un aguafiestas. O que los 2 millones de nuevos pobres –fabricados en los dos primeros años de este gobierno– merecen algo de consideración. O que el dólar a 16.50 ya no dejó para el confeti.

La clase política priísta se reúne toda. Secretarios de Estado, legisladores de ayer y hoy, ex presidentes del tricolor, dirigentes de todos los niveles y funcionarios electos batallan para llegar a sus lugares porque su partido está obsesionado con la seguridad. Vallas y más vallas, filtros y más filtros.

En los arcos detectores, diligentes empleados revisan bolsos y mochilas. Sacan los cuadernos y los libros y los hojean: Para que no vayan a meter carteles, dice una muchacha de seguridad privada.

Hasta importantes figuras del partido tienen que saltar una jardinera para llegar al sillerío bajo las carpas. Ahí, todos los poderosos reunidos se dedican a dar cumplimiento al ritual: esperar al Presidente y elogiarlo mientras llega.

Una y otra vez las pantallas muestran un corto publicitario que presume, en ese orden: el Pacto por México, la reforma educativa, la de telecomunicaciones y la energética, transformaciones que pasan, naturalmente, por la unidad en torno a y bajo las órdenes del primer priísta del país.

El Presidente arriba pasadas las 11 y tarda 15 minutos en subir al escenario. Saluda aquí y allá, recibe peticiones y abrazos. Un ujier carga un banquito al que, cada tanto, se sube Peña Nieto para saludar a sus correligionarios.

Enterrada la sana distancia, la página oficial de la Presidencia de la República subirá más tarde un montón de las fotos que Peña Nieto se toma con sus compañeros de partido.

No busquen en Almoloya lo que tenemos en Caracas

La pieza oratoria de Peña Nieto arranca con la historia. El PRI que acabó con los caudillos y construyó prácticamente todas las instituciones del país.

Los grandes problemas nacionales pasan de largo, atadas sus soluciones a un plazo indefinido (aunque a la hora de las reformas se haya hablado de beneficios inmediatos): No obstante su reciente aprobación y que sus efectos positivos se verán gradualmente en el tiempo, las reformas y políticas públicas que estamos aplicando ya están mejorando la vida diaria y la economía familiar de los mexicanos.

No de los 2 millones de nuevos pobres, ciertamente.

En el recuento de los logros, Peña Nieto no define prioridades, sino que da ejemplos rápidos: más mujeres en cargos públicos, que ya no se paga larga distancia telefónica, las tablets de los niños de primaria, los exámenes a los maestros, luz más barata y fin de los gasolinazos.

También presume que la violencia se ha ido reduciendo y que en lo que va de su administración tenemos cifras históricas de inversión y empleo.

Sabedor de que el nuevo PRI sólo entiende los códigos del viejo PRI, Peña Nieto subraya que el suyo no es un sexenio corto: No obstante que algunos se adelantan al calendario electoral de 2018, para nosotros, los priístas, estos son tiempos de trabajar y de cumplirle a México. Hoy no hay espacios para proyectos personales. Hoy es momento de un proyecto de nación.

Claro que con este gobierno no hay lugar para proyectos personales, ironizan en las redes sociales, porque aquí se trata de un proyecto inmobiliario.

A pesar de las buenas cuentas que entrega a su partido, y de que extiende el reconocimiento a sus aliados (con ellos somos, dice, la primera fuerza política del país), Peña Nieto advierte a los priístas: No debemos confiarnos.

¿El país es frágil frente al crimen organizado, los vaivenes de la economía estadunidense o el desplome de los precios del petróleo?

Nada de eso. Es otro el fantasma que recorre el mundo: Hoy la sombra del populismo y la demagogia amenaza a las sociedades democráticas del mundo. En varias naciones están surgiendo opciones políticas que en su ambición de poder prometen soluciones mágicas, que en realidad terminan por empobrecer a las familias y restringir la libertades ciudadanas, advierte el guión, muy a la Aguilar Camín, del Presidente.

Democracias consolidadas, con sociedad civil y medios fuertes, sigue, “hoy han dejado de serlo a causa de liderazgos irresponsables… Las decisiones populistas, demagógicas e irresponsables, destruyen en sólo unos días lo que llevó décadas de esfuerzo institucional construir”.

Dicho de otro modo, no busquen en Almoloya lo que tenemos en Caracas.

Advertidos estamos.

Beltrones y el futuro que brilla

El acto de unidad es también la despedida del emergente César Camacho como presidente del PRI. De aquí, de la primera fila de la ceremonia de la unidad, saldrá su remplazo.

Si por los aplausos fuera… A la hora de las presentaciones, tres son los personajes que merecen más ruido: Manlio Fabio Beltrones, Miguel Ángel Osorio Chong y Eruviel Ávila.

Lo quieren parar en el entorno de Peña Nieto, dicen en el círculo cercano de Beltrones, pero se han quedado sin argumentos. Primero, ataron su posible llegada a la dirigencia del PRI al resultado electoral de Sonora. La candidata del diputado se impuso. Luego, condicionaron su llegada al compromiso de no entrar al juego de la sucesión. Entonces vino la fuga de El Chapo. Y en los cuartos de guerra vieron con preocupación las encuestas que mostraban que un amplio sector de la población, más allá del voto duro tricolor, consideraba al sonorense el más idóneo para relevar a Osorio Chong. Ese hecho lo volvió a poner en la carrera por el partido.

A saber. Lo que es un hecho es que al finalizar el evento Beltrones es el segundo más solicitado para las fotos, mientras Peña Nieto trepa a las gradas para dejarse querer por los jóvenes cuadros.

En la despedida, una musiquita pegajosa a todo volumen recuerda que: Estamos ganando,/ transformando a México,/ el futuro brillando/ la, la, la.