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¿La Fiesta en Paz?

Papa, neoliberalismo y toros

Piedras Negras, prestigio desaprovechado

Claroscuros zacatecanos

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El hecho de que hierros como Piedras Negras, con seis generaciones de mantener la bravura por delante, apenas sean solicitados, habla de una fiesta tergiversadaFoto archivo
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n su alarmado discurso del viernes 25 ante la Asamblea General de Naciones Unidas, pronunciado por cierto en español para contrariedad de la mafia religiosa de Roma, el papa Francisco tuvo a bien citar una frase del gaucho Martín Fierro, protagonista de la intensa obra del argentino Jo- sé Hernández (1834-1886), en la que advierte: Los hermanos sean unidos, porque esa es la ley primera. Tengan unión verdadera en cualquier tiempo que sea, porque si entre ellos pelean los devoran los de afuera.

Si bien Francisco recordó que sin la unión de los de dentro se es fácil presa de los de afuera, en su reciente encíclica Laudato si, el jerarca incurrió en generalizaciones al afirmar que La indiferencia o la crueldad ante las otras criaturas de este mundo siempre acaban trasladándose de alguna manera al trato que damos a los demás seres humanos. El corazón es uno solo, y la misma miseria que lleva a maltratar a un animal no tarda en manifestarse con las otras personas. Todo ensañamiento con cualquier criatura es contrario a la dignidad humana. Chale, mi buen, pero si Hitler acariciaba a sus perros y daba de comer a los cervatillos, ¿dónde queda la relación?

En la década de los ochenta se consolidó en México el neoliberalismo, nefasto modelo económico que ha determinado no sólo el curso del capitalismo, sino de la economía mundial, en una apuesta demencial por los mercados, las privatizaciones, las inversiones directas, la desregulación y el remate de empresas estatales, en detrimento de una vigilante y eficaz intervención estatal.

En este sentido, la creciente dependencia de los de fuera por parte del país ha ido paralela a las dificultades y desviaciones de su fiesta de toros. Si como mandatario el último que pisó un coso taurino fue José López Portillo, en 33 años, de Miguel de la Madrid a lo que va de Enrique Peña Nieto, ningu-no ha incurrido en tamaña transgresión a los dictados del pensamiento único y de lo políticamente correcto…, según Washington y sus socios, los de fuera pues.

Este neoliberalismo taurino en México y en el resto de los países sólo ha favorecido a la tauromafia internacional, no a la fiesta de los toros de los respectivos estados como expresión cultural e identitaria. La globalización taurina detentada por España no sólo no tiene visos de modificarse, sino que día a día se acentúa en sus obedientes colonias, en otra vertiente del denominado cártel español. Volveremos sobre el tema.

Con un entradón hasta la bandera en la Casa de Coahuila –entidad por ahora despojada de su fiesta de toros por el revanchismo de Moreira II y las imprevisiones de dos taurinos– el pasado viernes se llevó a cabo un emotivo reconocimiento a la ganadería tlaxcalteca de Piedras Negras por el 145 aniversario de su venturosa fundación. En una animada mesa participaron el propietario del prestigiado hierro, Marco Antonio González Villa, los aficionados Pedro Vargas hijo y José Inocencio Rodríguez, el cronista Mauricio Locken, y el que esto escribe.

Se evocó la rica personalidad de Raúl González, anterior propietario; se insistió que sin el toro bravo, no sólo repetidor, la tauromaquia carece de emoción; que las numerosas tardes memorables de Piedras Negras no han sido con catedrales con cuernos sino con reses con edad, trapío y sus astas íntegras; que es paradójico que sea la ganadería de la que más libros se han escrito –cuatro– y la menos solicitada por empresas y figuras, no obstante la capacidad de convocatoria que conserva; que la dignidad y convicción ganadera de su dueño actual –sexta generación que mantiene la bravura por delante– no ha sido ejemplo para otros criadores, y que el toro dócil y sin picar sólo sirve para faenas predecibles de toreros pegapases.

Rubén Salazar III, aficionado coahuilense e investigador de apasionantes temas que iremos ventilando, me decía que más allá de las empresas la Feria Nacional de Zacatecas constituye una esperanza para la fiesta en México; que el navarro Pepe Moral cayó de pie en aquella plaza cortado merecida oreja en su primera tarde; que no hubo necesidad de Ponces, Hermosos, Julis, Morantes ni Tomases y mucho menos de Zotolucos; que más allá de figurines e imposiciones de ganado y alternantes, la fiesta en ese estado ha sido blindada como patrimonio cultural intangible; que la seriedad se mantiene incluso negando el permiso a los vendedores de realizar su labor durante la faena, tanto en carteles de postín como en los festivales taurinos de la escuela de Arte y Cultura Taurina Municipal y que, para variar, tampoco en la feria de Zacatecas empresa y diestros quisieron ver ni de lejos la divisa rojo y negro de Piedras Negras.