Opinión
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Nuevo curso de desarrollo y globalización
U

n nuevo curso de desa­rrollo global exige cambios profundos en la co­rrelación de fuerzas in­ternas en un número creciente de Estados-nación, por más alianzas que en todo momento puedan hacerse internacionalmente entre asociaciones, partidos o grupos organizados nacionalmente. Sólo Estados nacionales orientados al crecimiento, el empleo y al abatimiento de la desigualdad, pueden mediante una ruta crítica compleja, seguramente dilatada, dar origen a un acuerdo político internacional para instituir un nuevo gobierno de la economía mundial; bajo otras orientaciones y otras instituciones, y en condiciones distintas de las que gestó Bretton Woods en 1944-1945. Hace ya décadas que ese acuerdo-imposición de Estados Unidos está agotado y el mundo hoy no cuenta con ninguna institucionalidad internacional económica producto de un acuerdo político mundial. Sólo los imperativos dictatoriales de la Reserva Federal, el FMI, el Banco Mundial, la troika en Europa, y pare usted de contar.

No está a la vista, según Perogrullo, la posibilidad de crear un gobierno mundial, pero sí es imaginable, en el largo pazo, generar un gran acuerdo político mundial para el gobierno de la economía que procure el desarrollo efectivo de todos los países, que abata la desigualdad, que mantenga procedimientos democráticos, y que cuide con ahínco al planeta.

Conceptualmente el objetivo para un nuevo curso de desarrollo se alcanza primero frente al Estado nacional. En los hechos pueden surgir espacios y coyunturas internacionales que favorezcan el cambio, pero la organización de las alianzas por un nuevo curso de desarrollo exige una lucha interna para transformar al Estado nacional.

Las debilidades del crecimiento económico de China y el aumento del músculo militar de Rusia parecen haber alebrestado la tentación de Estados Unidos de continuar siendo el factor dominante absoluto en el futuro del mundo, pero… “Desde 1990 o aún mucho antes de la desintegración de la Unión Soviética, la expansión militar de Estados Unidos en Europa del este es una amenaza directa y evidente para Rusia [...] Es el Drang nach Osten de Hitler (empuje hacia el este) con otro disfraz”, declaró el ex senador por Illinois Daniel Patrick Welch en una entrevista para Press Tv.

Rusia lleva a cabo acciones defensivas en Siria y en Ucrania, y parecen estar echando hacia atrás el objetivo de asestar un golpe de Estado encabezado por Estados Unidos en ambos lugares, aunque las acciones estadunidenses se presentan como una táctica defensiva, siendo que se trata de pasos para rodear a China y a Rusia. El mismo sentido último tienen sus acciones frente al Estado Islámico y frente a Siria. Aunque Daniel Patrick agrega: Rusia sí ve todo ello como es: un ataque a su soberanía. “De ahí los acuerdos [de Rusia] con China y cada vez más con otros líderes y los pueblos y las naciones del sur global. “Y mi predicción –dice Patrick– es que este es el principio del fin para el imperio estadunidense. Este aumento de concierto entre las otras dos grandes potencias y luego sus aliados en todo el sur global es un cambio muy importante en el equilibrio de poder geopolítico.

“La única cuestión pendiente es cómo será el caos y la destrucción del imperio de Estados Unidos que hará en su camino hacia abajo, porque los imperios moribundos puede ser una cosa muy peligrosa… La máscara se está cayendo, y el retroceso ha ­comenzado.”

Si este momento de crispación no cesa, aunque en su caso tardará en llegar, no habrá un nuevo curso de desarrollo para nadie en el tiempo previsible.

Pero justamente la forma de contribuir a frenar el encontronazo que ve con alta posibilidad Daniel Patrick es que las fuerzas civilizatorias de todos los países avancen en el desplazamiento de los gobiernos neoliberales que predominan en el planeta, entre las que no nos encontramos por ahora: en 2002 el general Gerardo Clemente Ricardo Vega, a la sazón secretario de la Defensa Nacional, dijo casi indignado, a la pregunta sobre la idea de que México participara en misiones de mantenimiento de la paz, bajo el mando de un general extranjero: Ni soñando. Trece años después nuestro país cambió: el presidente Peña ha dado la anuencia para la participación militar de México en misiones de mantenimiento de paz. Ello representa la más radical transformación de mentalidad que las fuerzas armadas de México hayan tenido que encarar en décadas. Tanto el Ejército como la Marina tendrán que pasar de generaciones de abierto rechazo a servir, por primera vez en 65 años, bajo la bandera de la ONU como cascos azules.

Un nuevo curso de desarrollo es una idea-fuerza que puede contribuir a unir mentes y mujeres y hombres alrededor de una idea de gobierno que sea la otra cara del presupuesto que este año aprobarán todos los partidos menos uno. Un presupuesto pro cíclico, por supuesto.

Pero dibujemos por un momento el sueño de una utopía. Un proceso político desplaza a los partidos neoliberales que nos gobiernan; los actores habrían trazado entonces ya una ruta para la transformación de un no-ciudadano o de un ciudadano a medias, en un nuevo ciudadano, que pueda ser soporte de un nuevo Estado socialista democrático o, quizá antes, un nuevo Estado de bienestar. En ningún caso puede tratarse de una vuelta a estructuras que han sido denominadas con esas palabras en el pasado. Las mismas palabras pueden estar dotadas de verderamente nuevos contenidos.