La pelea parecía resuelta. Hugo Cuatito Ruiz ya se sentía campeón del orbe en aquel combate de agosto de 2015. Había derribado en dos ocasiones al rival, Julio Pollito Ceja. Ni siquiera le había dado su mejor golpe y lo dejó descompuesto; eso le dio confianza de que nada podía cambiar el resultado.

Recuerda que se vio con el cinturón de los supergallos del Consejo Mundial de Boxeo (CMB) ya colocado. Tuvo tiempo para pensar quiénes serían sus próximos rivales y cuánto dinero podría ganar en los siguientes combates.

“De pronto Pollito sacó su mejor golpe”, cuenta Ruiz sobre un sorpresivo impacto que lo noqueó en el quinto asalto para acabar con las expectativas de ese momento. Quedé desconcertado. Sentía que podía seguir, pero el réferi consideró que ya no y paró la pelea.

El boxeo es imprevisible, lo sabe Ruiz, quien en un parpadeo perdió lo que daba por conquistado. Horas después se preguntaba qué había hecho mal y trataba de no hundirse en la depresión.

Tuve que aceptar la derrota. Pensé que me iba a pegar más, pero pude no decaer tanto. Aunque hubo gente que me preguntó si me retiraría por eso.

Aprendió a no vivir amargado por el éxito ajeno. Yo ya fui campeón mundial (peso gallo AMB) y sé que debe disfrutarse al máximo, dice Ruiz.

No siento envidia de algo que pudo ser mío, porque ese título pudo terminar en cualquiera de los dos, afirma.

La apuesta fue la paciencia y con ella llega la oportunidad de una revancha. A un mes de volver a enfrentarse al campeón Pollito Ceja, pasa horas de trabajo no sólo físico, sino también estratégico. Mira videos de su rival. Lo analiza, busca fallas, tics, deficiencias que pueden servirle cuando lo tenga enfrente.

La noche del 20 de febrero en Los Ángeles tendrá la oportunidad de ser visto en una función importante. Estarán de respaldo en la pelea de la estrella mexicana Leo Santa Cruz.

No sé cómo va terminar ese combate, reconoce. Pero sí todo lo que me estaré jugando esa noche. No sé cómo, pero ese título me lo quedo a como dé lugar.