Sociedad y Justicia
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Ante investigadores, acusan a arzobispo de no actuar por cuidar la reputación católica

Iglesia australiana admite periodo de delitos al encubrir casos de pederastia

Testifican que en Doveton cura armado obligaba a los niños a arrodillarse entre sus piernas

 
Periódico La Jornada
Jueves 3 de marzo de 2016, p. 42

Sidney.

La Comisión Real para una Respuesta Institucional al Abuso Sexual de Menores de Australia escuchó ayer cómo un sacerdote armado obligaba a niños a arrodillarse entre sus piernas durante la confesión, mientras el tesorero del Vaticano, el cardenal australiano George Pell, reconoció que la Iglesia vivió un periodo de delitos y ocultaciones.

En el tercer día de audiencia, Pell acusó ante la comisión de investigación a su predecesor, el arzobispo de Melbourne, Frank Little –muerto en 2008–, de haber encubierto los casos de abusos sexuales de curas contra menores de edad, y de no haber actuado como debería ante las denuncias.

Por sus problemas cardiacos, el ex obispo de Melbourne y luego de Sidney, de 74 años, declaró por tercer día por videoconferencia desde un hotel de Roma.

La comisión centra su investigación en las ciudades de Ballarat y Melbourne, en el estado de Victoria, donde Pell creció y trabajó. Se interesa por la respuesta que la Iglesia australiana dio a las acusaciones de pederastia contra el clero católico, sobre todo en los años 70.

Sobre el caso de Peter Searson, sacerdote de la parroquia de Doveton, un denunciante contó que el párroco empuñaba un arma de fuego y obligaba a los niños a arrodillarse entre sus piernas para confesarse.

A pesar de las pruebas acumuladas sobre su comportamiento, la Iglesia no hizo nada por destituirlo. Searson, fallecido en 2009, sólo fue condenado una vez en 1997 por agresión física a un niño de 12 años.

El cardenal Pell tachó de detestable el comportamiento del sacerdote, pero negó haber estado al tanto de los sucedido y acusó que el arzobispo Little parecía incapaz de afrontar al padre Searson, o incluso proporcionar información adecuada sobre la situación. Dio a entender que aparentemente decidió no hacer nada, para proteger así la reputación de la Iglesia católica.

En la audiencia también fue tratado el caso del sacerdote Edward Dowlan, condenado a seis años y seis meses de reclusión por los abusos a 11 estudiantes de cuatro escuelas diferentes.

Dowlan, como muchos otros curas pederastas, fue cambiado de parroquia en parroquia en vez de ser destituido y denunciado ante la policía. No sabía exactamente de lo que era acusado, pero hace 40 años o más creí que con su transferencia se habrían tomado medidas adecuadas, se defendió Pell, que es sospechoso de haber actuado con pasividad frente a los sacerdotes pederastas en su país.

En otro orden, el papa Francisco criticó a algunos benefactores de la Iglesia cuyo dinero es fruto de la sangre de los trabajadores maltratados y los instó a quemar sus cheques porque el pueblo de Dios no necesita recursos sucios.