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Penultimátum

Falsificador de arte

E

s un documental muy polémico pero con él mostró que, pese a su edad, seguía siendo un genio. Nos referimos a Fake (Falso), que Orson Wells rodó en España en 1973, en el que recrea parte de la vida de uno de los más famosos falsificadores de arte, especialmente de los siglos XIX y XX. Poseedor de enorme talento, que no de originalidad, desde muy joven el húngaro Elmyr de Hory (1906-1976) comenzó su carrera de pintor en París. Hijo de familia aristócrata, no pasó privaciones al no poder vender lo que pintaba. La invasión del ejército alemán a Francia en 1940 lo obligó a regresar a su tierra natal.

Una vez derrotado el nazismo, regresó a París para iniciar la que sería su etapa más fascinante: dedicarse a pintar como los grandes maestros con gran cotización en el mercado del arte: Degas, Monet, Derain, Modigliani, Matisse. Fue de Picasso el primer cuadro que vendió haciendo creer que era obra del malagueño. Luego vendrían muchos más que, decía a los compradores, eran parte de su herencia familiar y su colección particular. Hasta el Museo de Arte Moderno de Nueva York adquirió algunas de sus falsificaciones.

Pero el negocio se le vino abajo por ambicioso: las sospechas de que era imposible que tuviera en su colección particular tanta obra de los consagrados (unas mil) se esparció en el selecto mundo del arte. Para su mala suerte, otro estafador, que vendía a museos y familias ricas sus falisificaciones, fue quien cavó su tumba. Descubiertas sus pillerías buscó refugio en la isla española de Ibiza, donde se dio la gran vida. Antes, un magnate petrolero estadunidense al que vendió dos de sus falsificaciones, logró mandarlo dos meses a la cárcel acusado de homosexualidad, vagancia y modos incomprobables de ingresos.

Mientras su carrera de estafador se hacía del conocimiento público gracias al libro Fake (1969), de Clifford Irving, y al documental de Wells, se convirtió en personaje de leyenda para propios y extraños en Ibiza. En tanto, se acumulaban las denuncias en su contra por estafa en Estados Unidos y Europa. Tres procesos entablados por la justicia francesa lo pusieron ante la inminente extradición. Prefirió suicidarse hace justo cuatro décadas antes que terminar sus días en una cárcel parisina.

Se molestó siempre que lo calificaran con el injusto término de estafador. Alegó ser víctima de las costumbres y las leyes del mundo de la pintura. En defensa de lo que hacía preguntó: ¿el verdadero escándalo no es acaso el propio mercado? Hace tres años en Madrid hubo una concurrida exposición con 30 de sus falsificaciones. Las demás están en museos y salas de coleccionistas de Europa y Estados Unidos.

A Elmyr de Hory lo acompañan otros notables en el oficio de falsificar obras de arte. Merecen ocuparse de ellos en otra ocasión.