Ana es una joven e inexperta actriz que sueña con ser extra de alguna película de Alejandro González Iñárritu.

No obstante ese poderoso anhelo, de manera recurrente se sabotea a sí misma e intenta desentrañar las razones de ese bloqueo emocional que le impide tener éxito en los castings a los que acude.

Ana experimenta una serie de desencuentros. Es una muchacha insegura que batalla para tomar decisiones, pues desde niña es fiel a las promesas, lo que de cierta manera no la deja continuar con su vida: “No sé romper promesas –dice–, mi mamá murió antes de contarme cómo se hace”.

Sin embargo, es optimista y tiene la esperanza de recuperarse de todo lo que ha tenido que vivir.

Ana es la protagonista de la obra Fractales, del dramaturgo Alejandro Ricaño, ganadora del Premio Nacional de Dramaturgia Víctor Hugo Rascón Banda 2011, la cual comenzó ayer temporada en el teatro del Centro Cultural Helénico.

Humor ácido e irreverencia

Fractales es interpretada a tres voces por las actrices Ana Lucía Garcés, Estefanía Ahumada y Luna Beltrán. Conforme transcurre la historia, a manera de flashback, se evoca la infancia de Ana, el cambio en su persona que supuso la adolescencia, el entusiasmo que sintió al ingresar a la carrera de teatro y sus divertidas relaciones amorosas, periplo durante el cual irá soltando sus miedos e inseguridades hasta desbloquearse emocionalmente.

Fractales es una comedia que con humor ácido e irreverente plantea una crítica a las normas de convivencia y a las estructuras sociales.

Para Garcés la obra toca temas que no sólo implican a las mujeres, sino también permea en los hombres, pues habla de la pérdida, el amor, la entrega, la lucha, el sacrificio, y cómo ese personaje pasa por varias etapas, como la derrota y la decepción, pero jamás pierde el ímpetu de seguir adelante.

Para Adrián Vázquez, director, escenógrafo e iluminador del montaje, la obra habla sobre la feminidad desde una voz inocente, pero también muy potente que viene desde la raíz misma de esa feminidad. En la puesta en escena hay una burla del papel de los actores, de las derrotas de la vida, de la noción del amor ideal, de la inocencia que raya en la estupidez, de las relaciones amorosas, de la manera de enseñar de los maestros, de la idea que sólo en una facultad de enseñanza artística encuentra uno su vocación profesional.

Ana es una especie de fractal, quien, al escuchar por vez primera la definición de ese vocablo en boca de su maestro de matemáticas en la secundaria, sintió que era una descripción de sí misma, y cuando es estudiante de actuación piensa que los papeles pequeños en las películas son como los fractales; por ello sueña con ser extra, pero no de cualquier cinta, sino de alguna de González Iñárritu.

De acuerdo con los creadores escénicos, Fractales es una obra tierna, impregnada de dolor y alegría por la vida.

Con sólo 12 funciones, se presenta martes y miércoles a las 20:30 horas en el teatro Helénico (Revolución 1500, colonia Guadalupe Inn).