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Nosotros ya no somos los mismos

Punto final al asuntito de la CDMX

El latinajo del cardenal Suárez Inda

Girolamo Prigione y Muhammad Ali, pesos pesados

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En estos días murieron dos grandes supergolpeadores: Girolamo Prigione, uno, y Muhammad Ali, el otro [...] Las comparaciones que, dicen, son odiosas, también son muy útiles. Aprovechémoslas para entender las razones por las que cada uno golpeó a los demásFoto Ap y La Jornada
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e dice Isabel Alatriste, desde el extranjero (Mérida): “¿Para qué derramas tanta bilis por el absurdo logotipo adjudicado a la Ciudad de México? Tú bien sabes que, a menos que el señor Mancera sea candidato presidencial triunfador, o contribuya decisivamente a que otro con su ayuda lo sea, el alias, sobrenombre, mote, apodo, abreviatura o acrónimo tiene fecha de caducidad pasando la elección. ¿No te acuerdas de: ‘La ciudad con ángel’? Cambió el señor y el ángel voló. Así sucede, así sucederá”.

Contesto otro correo. A don Jorge Corzo: le desconcierta mi insistencia en el tema de la marca CDMX. Acepta que en este país no se nos toma en cuenta para deliberar sobre nada. Piensa que mi necedad es de otra índole y me pregunta ¿No tienes otra cosa de que escribir? Finalmente, encaja el bisturí: yo antes te leía con más vehemencia… Arrgghhh?” Luego corrige, pero se va al fondo: “Debí haber escrito: ‘Yo antes te leía cuando escribías con más vehemencia…’” Don Jorge: touché. En verdad agradezco la lectura y la derechura del comentario.

Don Venancio Márquez, intento contestar su pregunta: aunque la Real Academia Española (RAE) ya se permitió, por sus… panderetas, opinar sobre los correctos gentilicios que nos corresponden a los siempre chilangos y, en la vigésima segunda edición de su diccionario consideró que éstos eran mexiqueño y mexiqueña, la verdad es que la propia antigualla (la RAE), en gesto nada usual, aceptó que es el uso generalizado y frecuente, lo que da existencia real y vigencia a las palabras. (Según la propia RAE, por antigualla entendemos: mueble, traje, adorno u otro objeto que ya no está de moda o carece de utilidad. Uso o estilo anticuado.) Con este criterio, podemos jurar que ese gentilicio jamás tendrá la aceptación y el uso suficiente para perdurar más de un sexenio.

Para terminar el asuntito de la CDMX, comento lo que una muy querida, pero también muy provocadora amiga me dijo: “Déjate de perder el tiempo con tus reiterados alegatos. El caminito ya te lo sabes, pues lo pavimentaste durante las elecciones federales pasadas. Busca las columnetas de esa época y repite el performance de 2012”.

Recordé que la Secretaría de Gobernación, a cargo del pequeño y breve doctor Poiré, sacado del cajón de los engendros calderonistas, se negaba a ordenar el cumplimiento del artículo 62 de la Ley Federal de Radio y Televisión, que señala: Todas las estaciones de radio y televisión estarán obligadas a transmitir información de trascendencia para la nación, a juicio de la Secretaría de Gobernación. Pues que se me ocurre treparme en el maravilloso, lúdico, texto del artículo 8 constitucional y ejerzo mi derecho de petición frente a tres instancias: Instituto Federal Electoral, Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación y Secretaría de Gobernación. Mi petición, formulada por escrito y de manera pacífica y respetuosa, como la norma exige, era, además, directa y breve: pido a ustedes se sirvan darme a conocer, por ser un acto de gobierno, si la información relativa al proceso electoral del primero de julio lo consideran un acto de trascendencia para la nación. (Suponiendo que era de su conocimiento, me abstuve de agregar que en esos comicios se renovaban los poderes Ejecutivo y Legislativo.)

Con excepción del IFE, que atendió puntualmente en forma y fondo la norma constitucional, el tribunal, en otra de sus amañadas, vergonzosas y cínicas actuaciones, me contestó que yo me había equivocado y, en lugar de una petición, había formulado una consulta (y, como todos sabemos, toda consulta causa honorarios). La Secretaría de Gobernación, en su momento de máxima supina estupidez, me hizo ver que el responsable de los tiempos que en radio y televisión le corresponden por disposición constitucional a los partidos políticos era el IFE. Le petit secretaire jamás leyó el artículo 62.

Después de esa experiencia mi amiga me pide que me acoja al texto constitucional, pero me resisto: la burra no era arisca, pero…

O sea que, de nueva cuenta, debo dirigirme a la autoridad responsable y solicitarle de manera pacífica y respetuosa, me informe si la representación gráfica de nuestra ciudad fue una decisión de autoridad, un consenso entre funcionarios y expertos en la materia: artistas gráficos, comunicólogos, imagenólogos o resultado de un concurso universal del que nadie llegó a enterarse. ¡Definitivamente, paso! Me acojo a la sentencia ya clásica: ¿¡Y yo por qué!? Me conformo con que se haga pública la información de cuánto fue la erogación que ocasionó la imposición de la rudimentaria y simplona imagen gráfica de la ciudad. Vehículos del servicio público, carteles, espectaculares, impresos en todas las formas, inserciones en los medios, papelería en sus múltiples formatos, representaciones audiovisuales. De pasadita: ¿cuántos bebederos y sanitarios de las escuelas ubicadas en colonias con código postal pobretón se habrían podido remozar con esa cantidad? Al respecto tengo ideas tan, tan populistas, que pena me da ponerlas en blanco y negro.

No puedo precisar si la primera vez que leí el decreto de excomunión del padre Hidalgo fue en la prepa, pero sí puedo jurar que nunca había leído papel alguno que me causara tal impresión. Me trastorné al grado de no poder conciliar el sueño por las noches y tener terribles sobresaltos durante las horas de vigilia. No eran muchas las películas de terror que había visto, ni libros demoniacos que había leído en ese entonces, pero las imprecaciones, rencores, odios que el documento destilaba, fueron suficientes para hacerme recapacitar si yo, en verdad, estaba inscrito en el bando de la fraternidad y el amor. Estoy convencido de que nada contribuiría más a que los jóvenes marcaran su raya frente a la clerecía católica que la difusión, ahora, de ese abominable documento. Si Dios –diría mi reciclable abuela– me da vida y salud, contribuiré a que así suceda. Bueno, pues desde entonces no había leído declaración más grosera, vulgar, zafia, pelandruja y más alejada del espíritu cristiano que la del señor cardenal Alberto Suárez Inda. Yo, en la medida que mis escasos recursos, pero inacabables maniobras me lo permitían, estaba entre las diablas del Follies Berger, el Tívoli, el Lírico, el Iris o el Margo (ya con la modernidad, el Blanquita), escuchando los albures, calambures, chistoretes, sanguazas de los antecesores de los cómicos actuales: coordinadores de las fracciones parlamentarias, les dicen. Allí aprendí muchos tropos (metáforas, metonimias, sinécdoques), pero no escuché jamás un latinajo como éste: Yo tengo un tornillo; lo que necesito es una tuerca, no otro tornillo. El autor de este científico, racional, objetivo y delicado análisis de su propia geografía personal se equivoca. Él tiene su tornillo, pero también su tuerca. El uso que les dé a cada uno de sus instrumentos o herramientas, es de su personalísima incumbencia. El libre albedrío lo salva o lo justifica. La tesis del tornillo y la tuerca es una elucubración a la altura de las hipótesis de San Agustín, que pueden cimbrar al próximo concilio. Pero, por lo pronto, más parecen coartadas para explicar los devotos comportamientos del beato Marcial Maciel y del recién morido Girolamo Prigione. No adelantemos vísperas y démonos un espacio mayor para tratar de entender al señor cardenal Suárez Inda. ¿Qué tal que nos lleva a la comprensión del tomentoso amasiato del nuncio apostólico Girolamo Prigione con la monja Alma Zamora o a la descendencia tan complicada de la estirpe Maciel?

En estos días murieron dos grandes supergolpeadores: Girolamo, uno, y Muhammad Ali, el otro. Ambos pesos completos. Los dos fueron por demás importantes en nuestro mundo. Las comparaciones que, dicen, son odiosas, también son muy útiles. Aprovechémoslas para entender las razones por las que cada uno golpeó a los demás.

El señor gobernador de Chiapas y el ex presidente Calderón, como adolescentes, expresan sus sentimientos más íntimos por Facebook. Arne aprovecha el tiempo que le queda, antes de ser sometido a tratamiento, para reclamar reflectores. Démosles los renglones que requieren.

Twitter: @ortiztejeda