Sociedad y Justicia
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Pareja de madres enfrenta obstáculos de forma cotidiana

Es cansado educar a la gente sobre familias homoparentales
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Luisa Embarcadero, el pequeño Mike e Ivonne AguilarFoto Alfredo Domínguez
 
Periódico La Jornada
Lunes 20 de junio de 2016, p. 37

En la guardería, el festival del Día de las Madres estaba por terminar, sólo faltaba la entrega de regalos. Una de las maestras de Mike le puso en las manos el abanico que hicieron en el salón. Dáselo a tu mami, lo animó. Por un momento, el pequeño no supo qué hacer.

Resolvió la situación dando el obsequio a la madre que estaba más cerca de él. Cumplida su misión, la educadora esperaba escuchar gracias; en cambio, recibió un reclamo: Somos dos mamás.

Son pequeños detalles, pero significan una batalla diaria, explican Luisa Embarcadero e Ivonne Aguilar, madres de Mike, de dos años y medio. Cuando la maestra, tajante, respondió que sólo tenía uno, ellas le dijeron: No le estamos pidiendo que acepte a nuestra familia; le estamos explicando cómo es, así que si van a hacer regalos, necesitamos dos.

Grandes esfuerzos

Las madres de Mike se conocieron hace 11 años y se hicieron novias hace nueve. Entonces el matrimonio igualitario no era posible en la Ciudad de México, y aunque luchaban por ese derecho, en realidad no pretendían ejercerlo para ellas.

Pero cuando decidieron tener un bebé todo cambió. Primero se enfrentaron al sistema de salud que no las apoya para concebir; en parte, por no estar unidas por la vía civil. Luego supieron que el matrimonio facilitaría a su hijo un derecho tan básico como el acta de nacimiento. Ahora, el reto es en el sistema educativo que aún arma programas en función de una familia tradicional.

Poder embarazarse significó un gran esfuerzo económico y emocional. La primera inseminación coincidió con la muerte de mi papá, recuerda en entrevista la ejecutiva de ventas Luisa Embarcadero.

Tras una búsqueda en vano de donantes, tuvieron que ahorrar dinero y recurrir a un banco de espermas. La reproducción asistida es un privilegio de clase, recrimina Ivonne Aguilar, quien por ahora se dedica de lleno a cuidar a Mike. Cada inseminación cuesta, en promedio, 25 mil pesos, y rara vez pega a la primera.

Como derechohabiente del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), Luisa acudió a consulta porque tenía problemas para embarazarse, y ahí se topó con que la ayuda era sólo para parejas casadas y heterosexuales.

Finalmente lograron el embarazo. No dirán quién gestó al pequeño Mike; la razón: la ley protegería sólo a la que lo tuvo en el vientre si llegaran a separarse.

A veces es cansado educar a la gente, explicar a mi familia y defenderla; comenta Luisa con una mueca de hartazgo: desde el administrador del edificio, quien le refiere a Ivonne como su familiar y ella tiene que aclararle: Esposa, es mi esposa; dígalo así porque eso es, así como en la escuela, cuando Mike, el Día del Padre no hará las actividades como marca el programa.

El año pasado, en la guardería insistían en que Mike llevara un hombre a la celebración: un tío, un primo. Además, debía pintar una playera con un mensaje amoroso a su padre. Ahí van, de nuevo, a reiterar “Mike no tiene papá; si le piden un gato, tampoco. Si le conseguimos uno –gato o papá— tendrá una idea equivocada de su familia”.

Esa es la reforma educativa que debía hacer la Secretaría de Educación Pública, dejar de basar sus actividades en torno a lo que creen que es una familia, apunta Ivonne. No queremos un trato especial; al contrario. Y no sólo a nosotras nos pasa, ¿qué hay de las mamás solteras?

Para Mike, su familia está compuesta por mamá y mami, y cuando lo dice expande su sonrisa y cierra los ojos. No lo educamos para que salga a pelear, pero allá afuera está cabrón y debemos estar preparados para responder a las críticas, expone Luisa.